
Dmitri Gúrov, un moscovita aburrido, se enamoró de una dama que paseaba con su perro durante unas vacaciones en Crimea. Cuando regresó a Moscú junto a su esposa, la imagen de la mujer, Ana Sergeyevna, no le dejaba en paz. Un día jugando a las cartas con un oficial en un club, Dmitri no se pudo contener y le dijo: «¡Si supiera usted qué mujer más fascinante conocí en Yalta!». El oficial se sentó en el trineo, pero cuando se disponía a partir, se volvió y gritó:
—¡Dmitri Dmitrich!
—¿Qué?
—¡Tenía usted razón cuando dijo hace un momento que el esturión no olía bien!».
El cuento se titula La dama del perrito y su autor es Antón Chéjov. Un entusiasta de los estudios lingüísticos observó en la red que la traducción citada arriba no era correcta y propuso su versión, en mi opinión, más adecuada: «El esturión no era muy fresco». Mijaíl Bulgákov, siguiendo a Chéjov, introdujo en la lengua rusa el concepto de «si su esturión tiene un grado de frescura de segunda categoría significa que está podrido» .
Este imaginario gastronómico me vino a la mente cuando observé las imágenes de los actos del Día de la Victoria en Moscú. El esturión es Putin y el desfile militar, el plato principal para la plebe. «El abuelito de la guerra» (como llama a Putin el conocido periodista ucraniano Román Tsymbaliuk) se presentó ante las cámaras como un hombre apático, agotado por la vida y la muerte. No pronunció ni una sola palabra sobre movilización general o armas nucleares. La bolsa de regalos, sobre la que escribí hace algunos días, afortunadamente quedó vacía. El discurso estuvo sazonado con mentiras sobre «la operación especial» que Rusia está llevando no contra Ucrania sino contra la OTAN y, sobre el golpe preventivo que su Ejército tuvo que asestar porque los ukros (término despectivo ruso para denominar a los ucranianos) ya habían preparado su ofensiva. Putin prometió no iniciar la guerra global. Lo que más me divirtió fue la noticia sobre los veteranos estadounidenses a los cuales el Gobierno yanqui no les había permitido viajar a Moscú. En suma, Putin no demostró creatividad y se limitó a repetir los tópicos ideológicos de siempre.