Ante la inminencia de bombardeos masivos en Mykolaiv decidimos huir a Leópolis
09 mar 2022 . Actualizado a las 12:05 h.El cerco alrededor de la ciudad de San Nicolás se está contrayendo. Es obvio que mañana los bombardeos serán masivos. Por la tarde decidimos huir a Leópolis, situada en el oeste de Ucrania. Trataré de analizar nuestras experiencias de refugiados en mis futuros escritos. Ahora propongo una digresión breve sobre mi última acción emprendida antes de que mi familia y yo huyamos de nuestra ciudad.
Soy un soldado malo. ¿Qué puede hacer en el campo de batalla un hombre muy miope de casi 60 años? Morir rápido. La opción no me parece práctica. Sin embargo, incluso un profesor envejecido puede ser útil en combate si sabe lanzar cócteles molotov (o como ahora se dice en Ucrania, smoozy bandrista) intelectuales al enemigo.
Cuando empezó la guerra se me ocurrió una idea: los hispanistas de Ucrania deben solicitar a España el cierre del Instituto Cervantes (IC) en Moscú. Mis argumentos son estos: durante todos sus años de existencia el Instituto Cervantes moscovita servía de medio para difundir en el mundo hispanohablante la narrativa sobre los tres países hermanos (Rusia, Bielorrusia y Ucrania) que ahora se usa por Putin para justificar ideológicamente la invasión rusa en mi país. El programa de las actividades del IC en la capital rusa siempre incluía eventos que alimentaban la nostalgia por la Unión Soviética, que sigue presente en la mentalidad de muchos españoles hasta hoy en día. El hecho de la presencia del Instituto Cervantes en Moscú y su ausencia en Kiev sirve de argumento indirecto, pero convincente, del falso constructo de la Rusia de Putin de que Ucrania no es un Estado como un hecho histórico y cultural. Hemos escrito mucho sobre las políticas discriminadoras del IC en Rusia y después de largos años de insistencia, la coordinación de Ucrania y los países bálticos ha pasado al Instituto Cervantes de Varsovia. No obstante, el IC de Moscú sigue controlando toda la actividad en muchos países del pasado soviético, lo que, como han demostrado las circunstancias de la agresión rusa en Ucrania, conlleva la violación del derecho internacional. El Instituto Cervantes de la capital rusa, contrariamente a sus objetivos, se está convirtiendo en un arma propagandista putinista.
Y yo me pregunto cómo España, un país moderno y democrático, que difunde la convivencia pacífica celebrando la diversidad cultural de todos los pueblos del mundo, se niega a ver que el IC de la capital rusa ha sido convertido en una herramienta cultural del imperialismo ruso renovado. Después de todo, el país que invade otro país y cuyo Ejército lanza bombas y misiles matando a civiles y destruyendo sus casas no merece albergar a la institución que representa a España y lleva el nombre de Cervantes, el genio de las letras, el gran humanista y el símbolo de la nobleza espiritual. La carta con estas preguntas se la mandé al director del Instituto Cervantes en Madrid unas horas antes de meternos en el coche para salvar nuestras vidas, la mía y la de mis familiares.
Anteriores entregas
7 de marzo: Protegidos por san Nicolás
6 de marzo: La ciudad de san Nicolás
5 de marzo: Ucrania: dos referencias literarias
4 de marzo: Por qué ha fracasado la guerra relámpago
3 de marzo: Ucrania resiste y vive
2 de marzo: Mis peores temores
1 de marzo: El columpio de esperanzas y temores
28 de febrero: Tanques en Mykolaiv
27 de febrero: Rezad por Kiev
24 de febrero: «¡Feliz cumple, profesor!» (Sé que puede ser el último de mi vida)