El Ejército ucraniano gana la batalla y los cautivos rusos piden perdón
07 mar 2022 . Actualizado a las 20:04 h.Mi crónica del domingo la terminé con la oración dirigida a nuestro santo, a san Nicolás, y él me oyó.
A las dos de la tarde sonaron sirenas de alerta. El enemigo empezó la ofensiva en el aeropuerto Kulbákino, en las afueras de Mykolaiv. El combate duró unas horas y todos los habitantes esperaban el resultado conteniendo la respiración. Por fin, llegó la feliz noticia: el enemigo fracasó, muchos equipos técnicos fueron completamente destruidos o habían sido capturados por nuestro Ejército. Los cautivos rusos interrogados por los militares ucranianos pedían perdón por los crímenes que estaban cometiendo. Las fuerzas de defensa aérea derribaron cuatro helicópteros.
El trabajo exitoso del Ejército ucraniano provocó la rabia de los invasores: ellos respondieron con el lanzamiento de los sistemas múltiples Grad y Smerch. Bombardearon la ciudad de san Nicolás. Los misiles cayeron en varias zonas de la urbe, destruyeron la fábrica privada de brandi, provocaron incendios en un edificio residencial de nueve pisos y mataron a una mujer. Por la noche, las sirenas anunciaron el ataque aéreo y nos escondimos en un sótano, pero los bombarderos desparecieron sin hacernos ningún daño. Resumiendo, se puede decir que el día transcurrió bien en comparación a lo que están sufriendo Járkov, Chernihiv, Mariúpol y muchas otras ciudades y pueblecitos de Ucrania. La vida en Mykolaiv es casi tolerable; sin embargo, lo cierto es que es horrorosa.
Ayer el enemigo se retiró, pero volverá. En estos momentos los rusos están reagrupando sus tropas para atacar desde el norte. Ellos nos superan en número y disponen de recursos que parecen inagotables. Los orcos no nos dejarán en paz, y tomar conciencia de ello da miedo.
El otro tema que se debatía el domingo y también ayer fue la opción de evacuarnos. Mucha gente está huyendo de Mykolaiv. Desde las 8.00 horas, cuando termina el toque de queda, cientos de hombres, mujeres y niños esperan en la cola para cruzar el puente que abre el camino en dirección a Odesa. Es la única salida libre. La carretera está llena de coches y autobuses que salvan la vida de las mujeres y de los más pequeños.
La ley prohíbe a los hombres mayores de 18 años salir del país. Por eso, los hombres se quedan: algunos para defender la ciudad con armas, otros para ayudar a los defensores.
De vez en cuando recibo noticias de mis colegas. Son profesoras universitarias que, al cruzar la frontera, se dirigen a Saarbrücken en Alemania, a la universidad hermana que les ofrece becas.
Me siento feliz porque tras 15 años realizando proyectos de colaboración con UniSaar, ahora, en este momento trágico para Ucrania, el esfuerzo nos ha dado frutos tan inesperados. ¡Muchas gracias, mis queridos compañeros alemanes!
¿Qué espera la ciudad de san Nicolás en el futuro? Sin duda alguna, otros ataques de los orcos encabezados por su enano cabreado. No dejarán pruebas sobre el estrangulamiento de Ucrania ni del baño de sangre al que han sumido al país.
Lo que nos está ocurriendo parece una película de terror, una pesadilla tortuosa, pero puedo asegurar que no es producto de la imaginación. Es una realidad absolutamente implacable.
Oleksandr Pronkevych es catedrático de Literatura Española en la Universidad de Mykolaiv.
Anteriores entregas
6 de marzo: La ciudad de San Nicolás
5 de marzo: Ucrania: dos referencias literarias
4 de marzo: Por qué ha fracasado la guerra relámpago
3 de marzo: Ucrania resiste y vive
2 de marzo: Mis peores temores
1 de marzo: El columpio de esperanzas y temores
28 de febrero: Tanques en Mykolaiv
27 de febrero: Rezad por Kiev
24 de febrero: «¡Feliz cumple, profesor!» (Sé que puede ser el último de mi vida)