«Ucrania resiste y vive»

Oleksandr Pronkevych
Oleksandr Pronkevych DIARIO ÍNTIMO DE LA GUERRA

INTERNACIONAL

Una mujer inspecciona los escombros de un inmueble de viviendas, que según los vecinos, fue dañado por los últimos bombardeos en la ciudad de Gorlovka, controlada por los separatistas, en la región de Donesk.
Una mujer inspecciona los escombros de un inmueble de viviendas, que según los vecinos, fue dañado por los últimos bombardeos en la ciudad de Gorlovka, controlada por los separatistas, en la región de Donesk. ALEXANDER ERMOCHENKO Reuters

El catedrático de Literatura Española en la Universidad de Mykolayiv relata para La Voz de Galicia las últimas horas vividas en la guerra de Ucrania

04 mar 2022 . Actualizado a las 11:05 h.

Ayer fue el día siete. Cuando empezó la guerra, me dije a mí mismo: «Si tenemos la fortaleza para resistir una semana, venceremos». La victoria todavía está lejos, sin embargo, Ucrania resiste y vive.

 El día siete de la guerra resultó ser un día trágico para Kiev, Járkov, Mariúpol y Jersón, y «relativamente tranquilo» en Mykolaiv. Jersón, situada a 60 kilómetros al este, fue atacada abiertamente. Las tropas rusas han ocupado la ciudad y ya se observan rasgos de guerrilla urbana. Los tanques dan vueltas caóticas por las calles, los soldados rusos, hambrientos, están saqueando tiendas y disparan si la población local les parece sospechosa. Algunos proyectiles golpearon el edificio de la oficina regional del Servicio de Seguridad y provocaron un incendio. Otra explosión acabó con el centro comercial Fábrica. Los invasores fusilaron a tres personas en un parque en la zona central acusándolas de que iban a quemar tanques con cócteles molotov. Es lo que nos espera a nosotros si los liberadores llegan para salvarnos del «fascismo ucraniano».

Mi despacho se ha convertido en una oficina de prensa. Me llaman medios españoles para entrevistarme. Es una experiencia nueva para mí. Mientras estoy esperando a los periodistas, veo cómo España recibe las noticias sobre Ucrania. Las preguntas me permiten mirar nuestra vida desde otra perspectiva. Veo cómo nuestra tragedia se eleva a nivel global.

El mismo día siete los tanques tratan de atacar Mykolaiv. Por la noche recibo un mensaje en mi teléfono: «Chicos, para que viváis tranquilos y para que no se pierda fe en el Ejército ucraniano, comunico que hace cinco minutos acabamos con el avance ruso que se dirigía a Mykolaiv. Hemos derribado ochenta tanques. Algunos camiones con combustible se escaparon, pero sabemos dónde están y serán destruidos pronto». El texto contiene lenguaje ofensivo intraducible al español. El jefe del Gobierno regional confirma esta información: «Los orcos no nos dejaron dormir en toda la noche. Ayer por la tarde terminamos la operación Gitano. Hemos aniquilado muchos equipos. Los orcos están enfadados. Este ataque fue la primera prueba a la que se tuvo que enfrentar el avance ruso que se dirige hacia Mykolaiv».

El día ocho, mientras yo estaba escribiendo este diario, llegaron noticias alarmantes. Cito el sitio web de la Administración regional. 10.06 horas: «Paracaidistas rusos aterrizaron en Balovne (la aldea situada a unos 20 kilómetros de Mykolaiv), se implanta el toque de queda, la gente debe ir a los sótanos. 10.35 horas: «La Administración regional anuncia que en Mykolaiv no hay paracaidistas enemigos». 10.50 horas: «El alcalde anuncia que los invasores han rodeado la ciudad de Mykolaiv. La situación se complica». 10.54 horas: «El jefe de la Administración regional informa de que los paracaidistas han aterrizado. ¡Disparad a matar!»

Nos hemos ido al sótano. Mi hijo y su novia acaban de regresar a Mykolaiv con el maletero lleno de medicamentos para el Ejército ucraniano. Nos sentamos para comer y celebrar el cumpleaños de mi esposa.