Mi facultad en la guerra

Oleksandr Pronkevych
Oleksandr Pronkevych CATEDRÁTICO DE LITERATURA ESPAÑOLA EN LA UNIVERSIDAD DE MYKOLAIV

INTERNACIONAL

Yulia Vigrinyak, de Mykolaiv, llora con su perro en brazos tras su llegada en ferri en el paso fronterizo de Isaccea-Orlivka, en Rumanía
Yulia Vigrinyak, de Mykolaiv, llora con su perro en brazos tras su llegada en ferri en el paso fronterizo de Isaccea-Orlivka, en Rumanía STOYAN NENOV

El profesor de Literatura Española en la Universidad de Mykolaiv habla sobre los trabajos de voluntariado que desarrollan sus compañeros y alumnos

10 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El destino de la guerra se está decidiendo en el frente. Sin embargo, es muy importante cómo se comportan los individuos que se quedan en la retaguardia, porque el éxito de cada Ejército depende directamente del clima moral de la sociedad. Los psicólogos nos enseñan que, para poder pasar por las experiencias traumáticas bélicas, debemos reorganizar nuestra vida cotidiana de la manera más útil posible para que Ucrania logre la victoria. Es un método efectivo para controlar el dolor agudo provocado por las noticias horribles sobre las muertes de nuestros hijos, hermanos y maridos, y sobre los crímenes militares cometidos por los rusos contra los civiles. Para conocer el estado emocional de mi facultad, he pedido que mis colegas y estudiantes me manden información sobre los trabajos voluntarios de los que se ocupan al terminar las clases. En el texto de hoy quiero analizar sus respuestas. 

Mi facultad cuenta con unos 70 profesores y 400 estudiantes que ahora geográficamente están esparcidos por varias localidades. Un 30 % se han quedado en Mykolaiv, aproximadamente un 20 % viven las cercanías de la ciudad, y casi la mitad están en la parte occidental de Ucrania o en Europa. Algunos profesores y estudiantes se encuentran en las zonas temporalmente ocupadas por el Ejército ruso. Nuestras condiciones de vida son muy variadas. Lo que nos une es el hecho de que estamos sufriendo privaciones y temores —estamos perdiendo el mundo al que estábamos acostumbrados—.

Casi todos están involucrados en trabajos de voluntariado. Cuando leo los informes breves de mis profesores y estudiantes, me encanta el tono optimista con que me escriben. La creatividad que muestran en la elección de las diferentes formas de sus voluntariados es extraordinaria. He contado por lo menos 25 tipos de asistencia prestada al Ejército, a los refugiados y a la gente que decidió quedarse en Mykolaiv y en la región. He divido estas prácticas en dos grupos: ayudas y resistencia informativa. El primer grupo incluye recaudación de fondos, campañas de caridad, preparación de comidas, coordinación y asistencia lingüística a los refugiados. Entre los que obtienen ayudas, figuran no solamente seres humanos, sino también mascotas perdidas.

Las formas de la resistencia informativa son muy diversas. Y es lógico, porque dominamos varios idiomas. Inglés, alemán, francés, español, hebreo, búlgaro y polaco son las lenguas que usamos para escribir noticias, peticiones, para contar la verdad al mundo y para que nos entrevisten. Difundimos la información sobre la guerra a través de proyectos de colaboración con universidades de los EE.UU., Polonia, Israel, España y Alemania. Mis colegas ya imparten cursos de lengua y cultura ucranianas en Alemania y están a punto de abrir una escuela ucraniana en Gran Bretaña. Junto con amigos ucranianos de otras universidades, estamos produciendo podcasts para una radio española que hablará sobre la Ucrania desconocida.

Mi facultad es solamente un ejemplo de cómo vive la sociedad ucraniana hoy.

Termino mi texto con un vídeo conmovedor que nos inspira para seguir luchado por la victoria.