El destino de una familia hispano-ucraniana

INTERNACIONAL

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04 abr 2022 . Actualizado a las 22:02 h.

He enviado mi texto a La Voz de Galicia más tarde que de costumbre porque me ha distraído un asunto urgente por la mañana. En uno de mis escritos anteriores mencioné la evacuación de una familia vasco-ucraniana de la que fui testigo. A las tres de la madrugada el matrimonio con cinco hijos, dos perros y un gato vinieron a Leópolis. Mi colega y yo les compramos billetes para Varsovia y ahora están viajando en dirección a la frontera de Polonia. Estaba previsto que anoche llegaran a su destino.

En la sala para refugiados escuché cómo la madre contaba su vida y sus experiencias bélicas. Conoció al que sería su futuro marido cuando trabajaba en España como muchos inmigrantes económicos ucranianos. Al casarse la pareja se estableció en Ucrania. Sus primeros intentos de abrir un negocio en la ciudad de Mykolaiv no tuvieron éxito. Con el paso del tiempo, prosperaron y se compraron una casa en uno de los pueblecitos de la región, donde vivían felices hasta el 24 de febrero del 2022.

Los primeros días de la guerra los pasaron más o menos tranquilos, pero todo cambió a partir de principios de marzo. Aunque el pueblo está bajo control del Ejército ucraniano, está justo en la línea del frente. En un molino próximo a la casa de la protagonista de la historia, los soldados ucranianos ubicaron una batería de artillería. Esto significaba que «las respuestas» de los rusos podían destruir las viviendas de los campesinos situadas alrededor del molino. La familia hispano-ucraniana tuvo suerte: su casa sobrevivió intacta, pero todas las viviendas vecinas sufrieron graves daños por los bombardeos. Lo que más me impresionó del testimonio de la mujer es que, aún en los momentos de mayor peligro, siguió trabajando en la porqueriza. Las breves pausas de tranquilidad, cuando ella con otras mujeres cuidaba de los cerdos, se alternaban con duelos de artillería durante los cuales la gente se escondía en sótanos. Así pasaron 10 días hasta el momento en que el Ejército ucraniano obligó a los orcos a retirarse dejando tras de sí la infraestructura destrozada. Hasta hoy el pueblecito sigue sin electricidad, gas y agua. Además, persiste la amenaza de nuevos bombardeos. Las condiciones inhumanas y peligrosas y la incertidumbre permanente fueron las gotas que colmaron el vaso y les llevaron a la decisión final de la familia de refugiarse en España.

Mientras nos despedíamos, la hija mayor de la familia me contó que su primer amor fue un soldado ucraniano, artillero del molino. Ahora él está en el Este, en la zona de la ofensiva rusa. La chica me tarareó una canción conmovedora que compuso durante los días de bombardeos. La letra de las canciones refleja el dolor y la solidaridad de los ucranianos que siguen viviendo una vida completa a pesar de las bombas y de los misiles. ¡Que Dios proteja a la chica, a su novio y a su familia!

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3 de abril: Esperando la ofensiva rusa sobre el Dombás

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30 de marzo: Cómo derrotar al enemigo muy rápido y con pocas bajas

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22 de marzo: Las familias rotas que deja el conflicto

21 de marzo: Imbuidos del espíritu quijotesco

20 de marzo: La carta de mi estudiante

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17 de marzo: Así intentaron silenciarme con porno ruso

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14 de marzo: El domingo siempre es domingo

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12 de marzo: El papel de los hispanistas de Ucrania en la guerra con Rusia

11 de marzo: Mi encuentro en Leópolis con el periodista de La Voz de Galicia

10 de marzo: Nos hicimos refugiados

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