El genocidio y la cultura de Rusia

Oleksandr Pronkevych
Oleksandr Pronkevych DIARIO ÍNTIMO DE LA GUERRA

INTERNACIONAL

Cuerpos recuperados de las calles de Bucha.
Cuerpos recuperados de las calles de Bucha. MARKO DJURICA | Reuters

05 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El emundo está descubriendo la verdadera cara de la Rusia de Putin. Las masacres y los saqueos del ejército invasor en la periferia de Kiev asustan por su magnitud, crueldad y cinismo. Como respuesta a la bacanal de muerte, se oyen voces que creen que se debe distinguir entre los sádicos militares y la cultura rusa, que no es culpable del genocidio de los ucranianos. Pushkin, Dostoyevski, Tolstói, Chaikovski, Bulgákov, Shostakóvich no tienen nada que ver con la degradación del pueblo ruso porque sus obras destilan humanismo. Este argumento se basa en la manipulación del concepto «cultura». 

Los idólatras de Rusia entienden por «cultura» los textos y obras incluidos en el canon universal de la perfección estética. En mi opinión, sería más productivo describir la cultura como una representación de las prácticas vitales de cada pueblo. Es decir, explicar (más exactamente justificar) nuestras acciones con la ayuda de símbolos, mitos y rituales. Desde este punto de vista, el genocidio es también un tipo de cultura porque la conciencia y la ética de un sádico o un delincuente se basa en códigos y creencias impuestos por un peculiar tipo de ideología que lleva el nombre de putinismo.

¿De qué manera están relacionadas la cultura del genocidio y la cultura rusa? Sin duda, los vínculos entre ellos son más estrechos de lo que cabría esperar. La cultura como el conjunto de autores y obras constituye la marca que un país exporta al exterior. La marca de España es Cervantes. La marca de Rusia es la reputación de sus novelistas, músicos, artistas, etc., que tantas ganancias y fama reportan al régimen criminal de Putin. La notoriedad se invierte en la guerra. Este truco primitivo engaña a los ingenuos estetas de Occidente. Es un doctor Jekyll, persona elegante, educada, amable e inteligente, aunque por dentro Rusia es míster Hyde, feo y analfabeto. Los que lloran de entusiasmo en los conciertos y se compadecen de los pobrecitos músicos rusos que han visto cancelados su contratos deben recordar que el simpático doctor tiene su doble sádico.

Además, los admiradores de la alta cultura rusa también deben comprender que la ideología del llamado mundo ruso que justifica el genocidio de los ucranianos se basa filosóficamente en las ideas de los clásicos rusos. No es ningún secreto que Pushkin, Tiútchev, Tolstói, Dostoyevski, Blok, Bulgákov, Brodsky y muchos otros «genios rusos de la pluma» están contagiados por el imperialismo xenófobo y, en muchos casos, abiertamente antiucraniano. Tampoco es un secreto que Shostakóvich y otros compositores soviéticos son arquetipos del colaboracionista silencioso con el régimen totalitario.

Sin la alta cultura rusa, la cultura de genocidio de la Rusia de Putin nunca habría sido posible. ¡Lo siento mucho!

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