Imbuidos del espíritu quijotesco
OPINIÓN
En una de las entrevistas me han preguntado qué significa para mí la lengua y literatura españolas en esta guerra. El aspecto pragmático de la respuesta es comprensible. El español es el segundo idioma mundial. Este hecho abre el camino a las conciencias y los corazones de millones de individuos. Sin embargo, mi decisión de escribir mi diario en castellano tiene razones más íntimas.
Llevo muchos años estudiando literatura española; como resultado, sus autores y personajes se han hecho parte de mí. Miguel de Unamuno, Calderón de la Barca, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Juan Marcé, Bernardo Atxaga son mis interlocutores eternos y protagonistas de mis estudios.
El Quijote y su autor, Cervantes, ocupan un lugar especial en mi mundo intelectual. Mi interés es la presencia del mito quijotesco en las obras de cultura, ideologías, creencias y la vida cotidiana. Bajo el mito quijotesco se entiende la existencia independiente de los personajes cervantinos cuando estos últimos salen del libro original y se hacen héroes de obras de literatura, cine, música y pintura, producidas por otros autores. También me llama la atención el quijotismo como un modo de comportamiento de los seres humanos.
La guerra de Ucrania contra Rusia es un acto quijotesco verdadero. Cada don Quijote tiene su sueño que parece inverosímil o loco a la gente que cultiva el sentido común. Nuestro sueño es la libertad y la independencia de Ucrania. Es la base de nuestro idealismo noble, el valor que se considera en el ambiente cultural uno de los rasgos de don Quijote. Para alcanzar nuestros objetivos es necesario ganar la batalla contra la Rusia imperialista encantada por Frestón (Putín) y convertida, con la ayuda de sus medios informativos y represalias, en un rebaño de esclavos. Ellos nos superan en número de soldados, tanques, aviones, misiles.
Las armas no son molinos de viento. Son máquinas que matan. Los rusos nos bombardean tratando de romper nuestra voluntad. El mismo hecho de que Ucrania haya entrado en esta guerra contra el gigante ruso les parece a los individuos normales una locura quijotesca. Al mismo tiempo, no tenemos ilusiones quijotescas sobre nuestro futuro: si Putin gana, él nos exterminará y cerrará para siempre la cuestión ucraniana.
Este arte de distinguir entre lo imaginado y la realidad y saber resistir lo hemos aprendido del padre de don Quijote, Miguel de Cervantes Saavedra, el soldado, el cautivo rebelde, el escritor, el hombre con dignidad. En la cultura ucraniana existe nuestra propia imagen cervantina. Dibujamos al novelista como un luchador contra el sistema y la personificación del inconformismo. Su estilo vital combina los rasgos de estoicismo con el pensamiento sobrio que ve claramente los peligros y sabe encontrar soluciones geniales para superar las amenazas y los desafíos que enfrentan los individuos. Este tipo de conciencia la definí una vez como estoicismo heroico creativo. Es lo que Ucrania y su Ejército están demostrando: hemos inventado un estilo de guerrear que admiran otros ejércitos del mundo. ¡Viva don Quijote! ¡Viva Cervantes!