Otra vez sobre el Instituto Cervantes en Moscú

Oleksandr Pronkevych
Oleksandr Pronkevych DIARIO ÍNTIMO DE LA GUERRA

INTERNACIONAL

Oleksandr Romanenko, de 13 años, posa con una pistola de juguete para su entrenamiento militar en una estación de metro.
Oleksandr Romanenko, de 13 años, posa con una pistola de juguete para su entrenamiento militar en una estación de metro. RICARDO MORAES | Reuters

29 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Han pasado más de 50 días desde que me dirigí al Instituto Cervantes en Madrid con la petición del cierre de su sede en Moscú. No he recibido respuesta. La única reacción pública fueron las palabras de apoyo de Jon Juaristi, que agradezco con todo mi corazón. Mis colegas hispanistas, que tienen más experiencia de trabajo con las instituciones culturales que representan a países del mundo hispano, me han avisado que no espere el cierre del Instituto Cervantes de Moscú porque todo el sistema de esta organización cultural española es apolítico. Sin embargo, mi pobre mente, sobrecargada de información sobre los crímenes militares que los rusos están cometiendo, se rebela contra argumentos pragmáticos en favor de la presencia de Instituto Cervantes en la guarida putinista. La Asociación de Hispanistas de Ucrania está preparando otra carta oficial abierta a los intelectuales hispanistas para abrir el debate sobre cómo debe actuar esta marca cultural de España en esta guerra. Para que no me acusen de hacer algo a espaldas de mi gremio profesional, antes de que publiquemos la nueva carta, quiero explicar el motivo para insistir en la petición. 

He releído atentamente tres veces la descripción de la misión del Instituto Cervantes en su página web https://www.cervantes.es/sobre_instituto_cervantes/informacion.htm. Sus prioridades son la difusión del aprendizaje de la lengua española y los métodos de enseñanza y formación del profesorado. Entre sus objetivos también figuran el apoyo a los hispanistas, a la labor cultural y a la creación de bibliotecas. En realidad, todo es muy apolítico y ajustable a cualquier situación, incluso a la que ahora se encuentra el mundo —uno de los centros del Instituto Cervantes sigue funcionando en el país de la dictadura totalitaria sangrienta que practica el sadismo estatal—.

Sin embargo, no estoy de acuerdo en que el Instituto Cervantes no tiene nada que ver con la política. Las decisiones de inaugurar nuevas sucursales siempre las toman el rey de España y el Gobierno español y es el resultado del trabajo exhaustivo de los diplomáticos. El funcionamiento del Instituto Cervantes se paga con los impuestos de los ciudadanos de España. Es decir, la misma existencia del Instituto Cervantes en uno u otro país considero que evidencia el reconocimiento oficial público (directo o indirecto) de la importancia para España del país elegido. Siguiendo mi lógica, la Rusia de Putin sigue siendo interesante y útil para el reino de España.

Lo que me enfada más es el uso del nombre de Cervantes. Cuando escribí mi carta desconocíamos las masacres, las violaciones y los saqueos rusos. Los 64 días de la guerra nos han demostrado la verdadera cara de los invasores. No puedo creer que después de lo que hemos conocido, los españoles estén conformes con el hecho de que la Rusia de Putin albergue la institución que lleva el nombre del más grande genio español. Corríjanme si me equivoco.

Oleksandr Pronkevych catedrático de Literatura Española en la Universidad de Mykolaiv

Anteriores entregas

28 de abril Escaparse de la zona ocupada

27 de abril El «Guernica» de Picasso

26 de abril La resistencia al invasor, en los memes de la Pascua ortodoxa

24 de abril El Día del Libro

23 de abril La tragedia del sur de Ucrania

22 de abril El Jueves Limpio

21 de abril Una parábola sobre las burbujas

20 de abril El Martes Grande en Ucrania

19 de abril La Pascua de Resurrección y el Domingo de Palma en Leópolis

18 de abril Las noticias de Mykolaiv

15 de abril Las diosas enfurecidas

13 de abril Hobbit y Gandalf

12 de abril La primavera

11 de abril La batalla por el «borsch»

 10 abril Mi facultad en la guerra

9 de abril Folclore de la guerra

8 de abril El escándalo de una traducción

7 de abril ¿Qué es la rusofobia?

6 de abril Sigo recibiendo cartas

5 de abril El genocidio y la cultura rusa

4 de abril El destino de una familia hispano-ucraniana

3 de abril: Esperando la ofensiva rusa sobre el Dombás

2 de abril: Proyección interrumpida de películas

1 de abril: Oda al teléfono celular

31 de marzo: Llorad y rezad por Petro

30 de marzo: Cómo derrotar al enemigo muy rápido y con pocas bajas

29 de marzo: El 28 de marzo

28 de marzo: ¿Podemos repetir?

27 de marzo: Un primer balance de los 30 días de la invasión rusa

26 de marzo: Humor en la guerra

25 de marzo: Educación sentimental

24 de marzo: Una pregunta maldita

23 de marzo: Nuevos bombardeos en la ciudad de san Nicolás

22 de marzo: Las familias rotas que deja el conflicto

21 de marzo: Imbuidos del espíritu quijotesco

20 de marzo: La carta de mi estudiante

18 de marzo: Pensando en mi universidad

17 de marzo: Así intentaron silenciarme con porno ruso

15 de marzo: Golpea a los tuyos para que otros se asusten

14 de marzo: El domingo siempre es domingo

13 de marzo: Día 15. ¿Debe cerrar el Instituto Cervantes de Moscú?

12 de marzo: El papel de los hispanistas de Ucrania en la guerra con Rusia

11 de marzo: Mi encuentro en Leópolis con el periodista de La Voz de Galicia

10 de marzo: Nos hicimos refugiados

8 de marzo: Las últimas horas en la ciudad de san Nicolás

7 de marzo: Protegidos por san Nicolás

6 de marzo: La ciudad de san Nicolás

5 de marzo: Ucrania: dos referencias literarias

4 de marzo: Por qué ha fracasado la guerra relámpago

 3 de marzo: Ucrania resiste y vive

 2 de marzo: Mis peores temores

 1 de marzo: El columpio de esperanzas y temores

 28 de febrero: Tanques en Mykolaiv

 27 de febrero: Rezad por Kiev

 24 de febrero: «¡Feliz cumple, profesor!» (Sé que puede ser el último de mi vida)