Galicia no se queda con las sobras

Laura García del Valle
laura g. del valle REDACCIÓN / LA VOZ

MÁS ACTUALIDAD

Restaurante La Requeta, en Oleiros, que ofrece envases para la comida sobrante
Restaurante La Requeta, en Oleiros, que ofrece envases para la comida sobrante MARCOS MÍGUEZ

Los locales gallegos llevan meses obligados a ofrecer los restos de comida

07 jun 2022 . Actualizado a las 16:08 h.

Con las barbas a remojo. Así deberían haber estado los restaurantes del resto de España al ver que comunidades como Cataluña o Galicia ya obligaban a los trabajadores de estos locales a ofrecer las sobras de comida en recipientes elaborados con material biodegradable. Mientras algunas leyes autonómicas ya cogían este camino para luchar contra el despilfarro alimentario, no fue hasta hace unos días que el Gobierno central decidió hacer algo semejante.

El Consejo de Ministros aprobaba el anteproyecto de ley de Prevención de Pérdidas y Desperdicio Alimentario, que contiene titulares como que hay que fomentar la venta de alimentos feos y que ha llegado la hora del táper cuando se sale a comer fuera. Con una norma autonómica similar en vigor desde marzo, La Voz hace un chequeo por varios locales de hostelería para comprobar qué se está cumpliendo y qué no.

Quien reconoce no cumplir el precepto prefiere, claro, no decir su nombre. Independientemente de la razón por la que en su local aún se hacen los remolones con este tema. Porque el abanico de motivos es amplio y va desde esos que no tenían ni idea de su existencia -«Tengo los táperes de siempre; para ser sincero no me había enterado de esto», dice el responsable de una casa de comidas de la zona de Monforte-, a aquellos que afirman que no cambian su método en beneficio de propios y ajenos. «Si doy marisco es más cómodo un recipiente de papel de plata que uno reciclable, porque o son muy endebles o son carísimos», comentan en un local vigués.

Aún con flecos sueltos, la mayoría de casas de comidas reconocen que se han puesto a punto con la normativa, muchos incluso antes de que fuese imperativo legal ofrecer las sobras en envases concretos. Chisco Jiménez, cabeza visible del Culuca, en A Coruña, dispensa algunas semanas hasta 200 kilos de callos, muchos para llevar. «Desde que empezamos tenemos un packaging sostenible, tanto los envases como las bolsas. Respecto al incremento económico que nos supone usar estos envases respecto al plástico pues supongo que existe, pero nunca hice la comparativa».

Quien no tiene duda de que gasta mucho más dinero que cuando ofrecía otro tipo de envases es Rafael Giuglarelli. Propietario de la parrillada La Raqueta y la heladería Rafa Gelato, ambos locales situados en Oleiros, reconoce que percibe sobre todo un sobrecoste en las cucharillas y envases donde entrega las bolas de helado. En Galicia desde marzo no pueden venderse platos, vasos, bandejas o cubiertos de plástico; y esto según palabras de este hostelero, le sale diez veces más caro. En el local de carnes, explica, no lo nota tanto porque aunque sí percibe que entre los clientes ya no existe esa vergüenza a la hora de cargar con las sobras y antes las entregaba en el clásico papel de plata, el volumen de recipientes no me supone ninguna merma reseñable.

Susana Rodríguez, responsable del restaurante Rocamar (Baiona) explica que además de cumplir la ley y ofrecer las sobras y cambiar el material de muchos de los utensilios del local -ella indica que solo en pajitas biodegradables se gasta 1.000 euros más al año-, es importante ser didáctico con el cliente y explicar que hay ciertos productos como una ensaladilla o el marisco que sí pueden llevarse a casa, pero que es mejor comer cuanto antes para evitar sustos.

Distribuidores gallegos mantienen que van por delante de la nueva ley

España es el séptimo país de Europa en desperdicio alimentario. Una cuestión que atañe a la conciencia del ciudadano y, desde luego, de las tiendas de alimentación y grandes superficies. Ante el marco de la nueva ley, por la que serán multados aquellos establecimientos que desechen alimentos feos pero en buen estado, los distribuidores gallegos se blindan. «En Froiz promocionamos estos productos que tiene una fecha de caducidad que está próxima y que son aptos para el consumo», comentan desde esta cadena. En Vegalsa-Eroski, por su parte, aplican «descuentos de hasta un 50 % a esos alimentos que se acercan a la fecha de consumo preferente. Aquellos que no se pueden tomar ya se donan para procesar».