Inicia su tramitación la ley que obliga a los restaurantes a entregar las sobras a los clientes

SOCIEDAD

Ana Garcia

La norma introduce multas de hasta 1,7 millones para los casos más graves de vertidos incontrolados

09 dic 2020 . Actualizado a las 17:50 h.

El Parlamento gallego aceptó este miércoles iniciar la tramitación del proyecto de Lei de Residuos e Solos Contaminantes, un texto que prohibirá la comercialización de las vajillas de plástico de un solo uso o de las bandejas alimentarias de porexpan, y que obligará a los establecimientos de restauración a entregar las sobras de los alimentos a los clientes, preferentemente en recipientes reutilizables, para que se la puedan llevar a casa.

No son estos, ni mucho menos, los aspectos que aborda un proyecto legislativo que consta de 93 artículos, en los que se incorporan todos los aspectos regulados en la normativa europea con objetivos muy precisos en materia de reducción, reciclaje y reutilización de residuos.

En lo tocante a la reducción del peso de los residuos, este mismo año 2020 debe suponer una merma del 10 % respecto a los valores registrados en el 2010, y deberá llegarse a una reducción del 15 % en el 2025. El porcentaje de reciclaje de materiales como el papel, metal, vidrio, plásticos o biorresiduos deberán ser del 50 % en el 2020 para llegar al 55 % en el 2025, y ese mismo porcentaje se debe alcanzar para la reutilización de muebles y prendas textiles desechadas, así como para los aparatos eléctricos y electrónicos.

La conselleira de Medio Ambiente, Territorio e Vivenda, Ánxeles Vázquez, explicó ante el pleno del Parlamento que para conseguir estos objetivos se crearán «centros especializados» en la reparación de aparatos electrónicos o muebles con el fin de darles una nueva vida. La norma también da un plazo de tres años a los concellos para organizar la recogida separada de los biorresiduos, tales como restos de alimentos, frutas y verduras o corchos naturales, y lo amplía a cinco años para el caso de la recogida de restos textiles y residuos peligrosos de origen doméstico.

Lo que tendrá una aplicación inmediata, desde la misma aprobación de la ley, es el veto a la comercialización de vasos, platos y cubiertos de plástico, que deberán ser reemplazados por otros de material reutilizable o ambientalmente sostenible.

Lo mismo ocurrirá con la reducción de los residuos alimentarios, que en el 2025 debe ser de un 30 % respecto a la cantidad generada en el 2010. Los establecimiento de restauración, dice el texto, «están obrigados a ofertar a entrega das fraccións sobrantes de alimentación non consumida» a los clientes, y preferentemente en envases que no sean de un solo uso. Eso sí, la debida conservación de dichos alimentos una vez que se abandona el restaurante corre a cargo del cliente.

Finalmente, la norma dedica un amplio apartado al régimen de sanciones, que pueden derivar en multas de hasta 1,7 millones de euros para los casos de contaminación con residuos peligrosos. Por ejemplo, el abandono o vertido incontrolado de un mueble o de un aparato electrónico es susceptible de ser sancionado con una multa que puede oscilar entre los 901 y los 45.000 euros, llegando incluso a los 300.000 euros si se trata de residuos con efectos perniciosos.

El proyecto de ley superó el debate de totalidad en el Parlamento gallego solo con el apoyo de los votos del PP, pues tanto el PSdeG como el BNG presentaron enmiendas a la totalidad para obligar a la Xunta a rehacer un documento que, en palabras del diputado nacionalista Luís Bará, «está situado no plistoceno do tratamento de residuos» al insistir en el modelo centralizador de Sogama en detrimento de la valoración de residuos de mayor proximidad.