«(...) Siempre lo mismo, no había tiempo de estallar la panza, ni de danzar, ni de disfrazarse de vino y orujo, ni siquiera si uno se sentía conservador de charlas tras la comida o dejarse arrullar por los vientos de la banda. Había que volver rápido para contar aquella fiesta de la que tanto oía, pero se me escabapa la esencia (...)»