Toda buena fiesta acaba aquí

SABE BIEN

ANGEL MANSO

Estos locales son los referentes de los gallegos de madrugada, cuando lo que mejor entra tras una juerga es un plato combinado o una pizza

21 feb 2022 . Actualizado a las 16:30 h.

Hay dos certezas innegables: que a los gallegos les gusta la fiesta y que el buen comer es patrimonio de las tierras de Breogán. No llama la atención, por eso, que las ciudades del noroeste peninsular tengan un punto de referencia indispensable para jóvenes, y algún otro que ya peina canas, donde se juntan las aves nocturnas para tomar la última cerveza y, de paso, llenar el estómago antes de la retirada definitiva. No son solo los hábitos gallegos los que hacen al monje tomarse un bocata de tortilla o, si lo desea, incluso una lubina a la espalda, a las tantas de la madrugada. Hay incluso estudios, como el realizado por los investigadores del Instituto Francis Crick (Reino Unido), que revelan que el alcohol activa las señales cerebrales que le indican al cuerpo que debe comer más. Las conclusiones se extrajeron después de realizar un experimento con ratones, pero los científicos se habrían ahorrado mucho tiempo de haberse acercado a algunos de los locales que presentamos a continuación y, donde más de uno y de dos lectores, habrán vivido cientos de anécdotas -hay quien incluso ha decorado su salón con sillas de uno de los locales tras una noche de fiesta; pero ya saben, se dice el pecado, no el pecador-. Pasen y vayan tomando nota de qué van a pedir esta madrugada. Arrancamos.

 En la Internacional 2, en A Coruña, hace años que saben lo que es sufrir verdaderas aglomeraciones dentro del local. No hay coruñés que se precie que no haya acabado alguna vez ahí una fiesta. Tanto es así que, advierte Antonio Dubra, su propietario, «antes de que abriesen otros locales de hamburguesas o kebabs en horario de madrugada, hasta teníamos que cerrar con llave para que no entrase más gente de la cantidad de personas que querían pasar; era incontrolable», recuerda. Sus platos combinados, bocatas y patatas fritas son un clásico que cautiva hasta a las celebridades que se pasan por la ciudad herculina. «Han venido cantantes después de los conciertos de la playa [de Riazor], equipos de baloncesto durante el mundial que se celebró en España en el 2014 o algunos actores después de la celebración de la gala de los premios Mestre Mateo», comenta Dubra, que pese al gran esfuerzo físico y mental que supone trabajar a altas horas de la madrugada, habla de estos momentos con nostalgia. Y eso que si se trata de recordar situaciones extrañas tiene, y muchas, pues La Internacional 2 lleva más de diez años abierto durante 22 horas al día, es decir, de 06.00 horas de un día a las 04.00 horas del siguiente. De todo puede ocurrir cuando los gatos son pardos. Menciona la vez que desapareció del local un árbol de Navidad y había tanta gente que ni se habían dado cuenta.

¿Y cómo toma uno la iniciativa de hipotecar su sueño para atender a una clientela que, seamos claros, muchas veces no aparece en las condiciones más idóneas? «Lo propusieron los empleados -aclara-, algunos tenían costumbre de salir por la noche y, cuando querían comer, no tenían dónde hacerlo, así que nos planteamos este horario y funcionó».

 TODAS LAS GENERACIONES

Desde luego, lo hizo. Igual que en el caso de Don Mac Burguer. Clasicazo lucense donde los haya, esta hamburguesería de Marina Española hace su agosto las noches del fin de semana, principalmente, con la gente joven, «aínda que tamén hai maiores que veñen ás tantas», asegura Jesús Carral, dueño del local. Eso sí, para irse a la cama saciados de comida rápida, uno tendrá que acabar la noche antes que en otros lugares. «Pechamos ás tres da mañá porque moita da xente que pode vir a partir dese momento, aínda que consomen, non están en condicións e poden molestar aos nosos clientes habituais, que están tranquilos», comenta Carral. Otros casos que ha vivido, no tan agradables a horas intempestivas, son los de esa gente que intenta (y, a veces, consigue) irse sin pagar. Y eso que los precios son ajustados. Sin embargo, esto no empaña la diversión de toda esa gente que, pese a que se tiene que desplazar, no concibe la divertida noche de Lugo sin pasar por Don Mac Burguer. «Antes estabamos nunha zona de referencia, pero agora hai moitos outros sitios de bares e aínda así os rapaces veñen a propósito. Resistimos», indica el propietario. Eso sí, con horarios más tempranos. Nada que ver con lo que ocurre en La Internacional o en la pizzería y churrería Galicia y Ninos, el auténtico e inigualable punto de encuentro de compostelanos y estudiantes de diferentes puntos del país. Hasta para los Erasmus es un lugar más que necesario antes de irse a casa, donde se encuentran, muchas mañanas de viernes, con algún cliente madrugador que pasa a por un café antes de ir a trabajar. ¿Qué hace de este bar, sin a priori demasiado encanto, un punto obligatorio? Para empezar, lo dicen sus fieles: «Nada más entrar, huele que alimenta». Pero el hecho de saber que el local es una fiesta continua es el aliciente perfecto a sus inigualables pizzas tradicionales, para muchos, las mejores de la capital gallega. Aunque es el plato más demandado allá por las seis de la mañana, los bocadillos y las hamburguesas son otra alternativa.

Óscar Cela

Este negocio familiar, que ahora regenta José Piedra, afirma de manera más que modesta que el hecho de que estén siempre hasta los topes se debe a que es una casa «de toda la vida». Tanto es así que muchos añoran sus míticos pollos asados que (vaya) ya no sirven. Dada la experiencia en esto de lidiar con todo tipo de clientes, es obligatoria la pregunta: «¿Compensa?». Piedra, muy honesto, asegura que sí, aunque reconoce que hace falta una dosis importante de mano izquierda. «Hay que tomárselo con mucha calma», mantiene. «No vamos a mentir, todos los días viene alguno un poco cascado, que busca problemas, pero no puedes entrar al trapo». Nada que, en ocasiones, no pueda solucionar un buen plato de callos. Otro clasicazo de El Galicia que no defrauda para coger el sueño como un rey después de una buena noche de desenfreno.

SANDRA ALONSO

Y de la noche compostelana nos vamos al sur. Quien haya salido en Vigo lo conocerá, y recordará todos los momentos vividos en un lugar que acoge y gusta a todo tipo de perfiles en función de la hora a la que vayamos. Por la tarde, decenas de familias charlan tranquilas sin imaginarse que, horas más tarde, sus sustitutos serán unos jóvenes con ganas de apurar los minutos antes de que salga el sol. Esto es posible en la cafetería Ecos, situada en la céntrica calle Urzáiz, por su horario de funcionamiento, prácticamente non-stop.

XOAN CARLOS GIL

¿BACALAO O SOLOMILLO?

El local, que abrió sus puertas en los locos años 80, trabaja a un ritmo frenético los fines de semana para saciar las ingentes ganas de comer de quienes han quemado pista. Contentarlos es tarea sencilla gracias a sus bocadillos, hamburguesas, sándwiches, ensaladas o platos combinados. Hay hasta quien a esas indecentes horas se atreve con un chuletón, solomillo o bacalao. «Y todo lo que quieras», explica María del Carmen Diéguez, que lleva la friolera de 26 años al frente de esta cafetería y que, además, ofrece para los que tienen ganas de dulce, y llegan después de las siete de la mañana, una gran variedad de bollería, churros, tostadas, cafés, chocolate, zumo natural y pinchos de tortilla. Pero si quieres una ensalada, oye, el estómago es libre de elegir, y también tendrás tu oportunidad, por raro que pueda parecerle a algunos.

Los que lleven ya la cartera pelada por los excesos de la noche, igual que los más healthy, no tienen de qué preocuparse. Es hora de hacer cuentas y nada mejor que con el estómago lleno por una hamburguesa que rondará los 3 o 4 euros. Una cifra nada desdeñable si se tiene en cuenta que por alguna copa previa nos habrán calzado, tranquilamente, 7 u 8 euros.

UNA LUBINA A LA ESPALDA

Son muchos los seguidores que han decidido trasladar sus anécdotas en TripAdvisor, la Biblia de la gastronomía para profanos, como los que valoran haber podido tomar «una lubina a la espalda a las tantas». Paladares selectos, a la vista está, los hay a todas horas. Y la puntuación que se lleva no es nada desdeñable. Ni más ni menos que un 4.0. El éxito de este local, no obstante, no hizo más que crecer cuando, después de 30 años con el mismo aspecto, decidió hacerse un lavado de cara para encajar con los nuevos tiempos, relata Diéguez. Ladrillo vista, incluido. En la actualidad, la cafetería cuenta con una estética más atractiva y joven, que encaja a la perfección con la zona nocturna en la que está situada.

Aunque en materia culinaria los gustos son siempre diversos, queda patente que tras unas horas con el estómago vacío y, quizás, alguna que otra cerveza o licor café en el cuerpo, los referentes gastronómicos a estas horas siguen siempre una misma pauta: comida abundante y, quizás, platos menos restrictivos que los que muchos se permiten entre semana. No nacieron los sábados para ser obedientes. Menos aún si podemos comer la pizza o el plato combinado más sabroso de la ciudad.