A Coruña, la ciudad del atasco permanente

David García A CORUÑA

A CORUÑA

Alfonso Molina
Alfonso Molina ANGEL MANSO

A Coruña tiene varios lugares en los que es imposible evitar un embotellamiento a diario

10 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los alrededor de 247.000 habitantes de A Coruña y su pequeña superficie, 37,8 kilómetros, hacen que la ciudad sea una de las más densamente pobladas y con buena parte de esta extensión conformando una península que reduce los espacios y las posibilidades de entrar y salir. El coche particular continúa siendo el medio favorito de los coruñeses tanto para sus necesidades diarias como ir al trabajo, llevar a los niños al colegio o simplemente para hacer recados. A esto se añaden las decenas de miles de vehículos que acceden y salen de la urbe a diario, una situación también propiciada por la gran población que reside en la periferia y que necesita acceder a la ciudad, lo que provoca altas intensidades de tráfico que convierten algunos puntos en auténticas ratoneras de las que es difícil escapar en determinados momentos del día. Son lugares y momentos en los que los atascos o las dificultades para circular se repiten desde hace años sin mejoras notables por mucho que las políticas de movilidad señalen siempre la importancia de reforzar el transporte público o medios más sostenible como las bicicletas.

La entrada al centro de la ciudad por Linares Rivas y la salida a través de la avenida do Porto provocan que la plaza de Ourense sea el lugar de la ciudad que registra mayores aglomeraciones a diario y que haya hasta tres tramos horarios en los que se convierte en una verdadera prueba de resistencia para los conductores.

De 8.00 a 9.15, de 14.00 a 15.15 y entre las 19.00 y las 20.00 la imagen más habitual a diario es ver los carriles colapsados, sobre todo en sentido entrada en el primer y el último tramo horario, y en sentido salida en el segundo. La creación del túnel de La Marina y la reducción de carriles en los Cantones derivó en un incremento de tráfico en la avenida do Porto que a veces llega hasta el subterráneo. «Intentamos que estén el menor tiempo en el túnel», explican desde la sala de pantallas de la Policía Local.

Una de las causas de la congestión de la plaza de Ourense es que es el punto final de Alfonso Molina, la principal vía de entrada y salida de la ciudad. Las colas que se forman en la plaza de Ourense para acceder se extienden en ocasiones hasta la avenida a la altura de la estación de autobuses, mientras que en sentido salida los problemas se suelen originar en el puente de A Pasaxe o por pequeños alcances, como los de este viernes, que desembocan en colas kilométricas.

Los puntos más conflictivos del tráfico en la ciudad están en la mayor parte de los casos vinculados con las horas punta ?primera hora de la mañana, entre las 14.00 y las 15.00 y de 19.00 a 20.00?, pero hay algunos lugares en los que el problema aflora en otros momentos del día. Es el caso de la plaza de Lugo y su entorno, calles como Teresa Herrera o Padre Feijoo. «Es una zona comercial, es muy sensible, con mucho tráfico interno de aparcar y carga y descarga», indican desde la sala de pantallas.

Recorrer los 250 metros que hay entre la confluencia de Teresa Herrera con la plaza de Pontevedra y el cruce de Padre Feijoo con la plaza de Ourense lleva un minuto con los semáforos en verde y sin tráfico, pero entre las 10.00 y las 13.00 horas se puede tardar hasta diez minutos. «A veces la línea recta no es la más rápida. Si vienes de la plaza de Pontevedra a esa hora es mejor ir por Juana de Vega», detalla la policía.

No muy lejos de esta zona está el tramo de Juan Flórez que va desde el cruce con la cuesta da Unión hasta Alfonso Molina, en el que los tres carriles se convierten en dos y, además, hay un centro educativo. «Aquí el problema se forma entre dos y dos y media por la salida de niños del colegio, que a muchos los van a buscar en coche», detallan.

Glorietas

Las glorietas tienen como objetivo principal ordenar la circulación en puntos donde confluyen varias carreteras, pero en algunas zonas se convierten a diario en trampas para los conductores. Una de ellas es la que tiene en el centro la figura vegetal de un pavo real, en el cruce de la tercera ronda con Manuel Murguía y la ronda de Outeiro. Aquí los problemas son habituales a la hora de entrada en trabajos y colegios, y algo menos por las tardes, pero también es un lugar conflictivo cuando hay partido del Deportivo en Riazor. Mientras, a la entrada de Matogrande hay otra rotonda que a primera hora de la mañana es un trajín de automóviles, incluidos camiones que vienen del puerto y también coches particulares en los que se lleva a niños al colegio. Esta última situación afecta también a la rotonda que hay en el corazón del barrio, también muy transitada por trabajadores que entran y salen.

Otra glorieta que suele presentar atascos es la de la Grela, que se ve afectada por los miles de personas que cada día se dirigen hacia este polígono y también los que llegan a la ciudad desde la zona de Arteixo. Además, la situación se complica en días puntuales de mucha asistencia al centro comercial Marineda City. «Lo bueno de las glorietas es que se gestionan bastante ellas solas», apuntan desde pantallas.

Las obras también tienen una incidencia destacada en el tráfico de la ciudad. Esto se pudo ver recientemente con el corte de la avenida de Arteixo, que colapsó durante algunos días calles como Pla y Cancela o Falperra, además de aumentar el tráfico en la avenida de Fisterra. Por su parte, los trabajos en el cruce del Sol y Mar dificultan la circulación de miles de vehículos a diario desde Oleiros, situación empeorada en los días de playa, con colas eternas.

Las vías más transitadas: Alfonso Molina, el paseo marítimo y la avenida do Porto

La pandemia afectó el año pasado a numerosos aspectos de la vida diaria y el tráfico no fue menos. Aquellas imágenes inéditas de calles como Alfonso Molina sin ningún coche muy difícilmente volverán a repetirse, pero además de estas cuestiones, también hubo modificaciones en lo que respecta a las vías de la ciudad más transitadas.

Alfonso Molina volvió a ser un año más la vía de la ciudad con una mayor circulación, algo que se mantiene inamovible desde hace décadas. Sin embargo, el segundo puesto pasó a ser para la avenida do Porto, que un año antes había sido la tercera. Registró una intensidad media diaria de tráfico de 19.104 automóviles, mientras que el paseo marítimo, que en el 2019 había sido la segunda más transitada, se quedó en 18.081 vehículos.

Fuera del podio se queda la ronda de Outeiro, en la que se contabilizaron 17.070 coches diarios, y en la ronda de Nelle, cortada temporalmente por la demolición del viaducto, no llegaron a 8.100.

Otra de las novedades que dejó el año de la pandemia en lo que a circulación se refiere fue el aumento de tráfico en Juana de Vega, que en los próximos años podría ver incrementados sus registros todavía más por la reforma de los Cantones y la implantación del carril bus en Juan Flórez. En la calle que conecta la plaza de Pontevedra con la de Mina se registraron 11.951 vehículos, casi un millar más que en Juan Flórez.

Todas estas calles comparten que tienen al menos dos carriles en algunos de sus tramos y conforman muchas de las principales arterias por las que circula el tráfico en la ciudad a diario.

«Los días de lluvia es tremendo, se colapsa todo»

Los atascos y el tráfico denso son una constante a la que tienen que enfrentarse miles de conductores en la ciudad a diario y en muchos casos sin vías alternativas por las que tratar de completar sus trayectos en el menor tiempo posible.

A las congestiones habituales hay que añadir otras circunstancias puntuales que también tienen una influencia destacada en el tráfico de la ciudad: la lluvia y los colegios. «Los días de lluvia es tremendo, se colapsa todo. Se ven más accidentes pequeños y entorpecen más la circulación», explica Rocío Loira, de la Autoescuela Loira. Esta visión es compartida por otro gremio que se pasa el día en el coche, el de los taxistas. «Si hubiese lluvia, esto sería mucho peor», asegura Antonio en un trayecto cuando ve que la cola desde la plaza de Ourense llega hasta el viaducto de Linares Rivas poco antes de las nueve de la mañana, aunque en un día complicado «llegaría hasta la estación de autobuses».

Ya en el paseo marítimo, Antonio explica que el giro hacia la plaza de Pontevedra a la altura del hotel Riazor «es otro de los sitios en los que suele haber bastante cola». Aunque en este caso no fue así, el atasco sí que era palpable en las inmediaciones de la rotonda del pavo real.

Los colegios

A partir de las 9.00 horas la situación mejora notablemente en el tráfico, en parte porque los niños ya están en los colegios, otro de los aspectos que durante unos minutos por la mañana y también a mediodía o por la tarde complican la circulación.

«La carretera de la Zapateira se bloquea con los colegios», apunta este taxista, quien destaca que esta situación es extensible a casi todos los centros educativos de la ciudad. Recientemente hubo un empresario que llevó a cabo una protesta ante el Santa María del Mar por los problemas que se generan a las horas de entrada y salida.

Esta es una constante que se repite en la ubicación de multitud de centros escolares de la ciudad. «Aquí ?en Matogrande? se colapsa todo a determinadas horas por el acceso al Liceo y gente que va hacia la Grela. Por nuestra ubicación no la podemos evitar, pero cuando hay lluvia es imposible», explica Rocío Loira.

Las autoescuelas deben enfrentar a los conductores en prácticas a situaciones reales de la circulación, pero hacen todo lo posible por escapar de los atascos para que quien esté al volante pueda sacar partido a las sesiones y porque «lo que más preocupa es que tienen que ir haciendo el juego de embrague y acelerador». «En horas punta hay zonas que intentamos evitar por los colegios y nos vamos hacia otras que puedan estar más despejadas. A primera hora de la mañana y última de la tarde evitamos el centro de la ciudad, pero también otras como los entornos de los hospitales», detallan desde la Autoescuela Loira.

Tanto los conductores de taxis como los profesores de autoescuelas coinciden en señalar el peor momento y lugar del tráfico en la ciudad: la avenida de Alfonso Molina un viernes entre las 14.00 y las 16.00 horas.

«Un viernes con lluvia a esa hora te encuentras una caravana de kilómetros desde el puente de A Pasaxe», detalla Antonio, quien apunta que en los últimos meses también se están notando las obras del cruce del Sol y Mar. En el encuentro de la ronda de Outeiro con la avenida de Fisterra también hay más problemas por el cierre de un tramo de la avenida de Arteixo.

«Si un coche se pone en doble fila delante de un semáforo fastidia un montón»

En las instalaciones de la estación de autobuses se encuentran las dependencias del área de Mobilidade y existe un espacio desde el que se vigila el tráfico de toda la ciudad. Se trata de la sala de pantallas de la Policía Local. Cuenta con 24 monitores a través de los que se tiene una visión en directo del estado de la circulación gracias al medio centenar de cámaras que hay repartidas por las vías públicas.

Es el centro de operaciones desde el que la Policía Local trata de aliviar los problemas de tráfico día a día y de avisar de posibles accidentes o circunstancias especiales. «Nuestra función es vigilar, para eso estamos aquí», explica uno de los agentes al cargo de estas tareas.

Una de las principales bazas con las que cuentan para tratar de ayudar a los conductores en situaciones de embotellamiento o accidentes es la regulación de los semáforos. «El 98 % de los que hay en el casco urbano están centralizados y funcionan con unos planes, están programados para dar un tiempo de paso u otro según la densidad del tráfico», aseguran desde este puesto de vigilancia.

«Lo que se hace es modificar los tiempos para facilitar la circulación, por ejemplo a veces hay que darle más tiempo a la salida por la avenida do Porto para no colapsar el túnel. Lo más que pueden tardar en salir es 8 minutos, pero se hacen eternos», detallan. Sin embargo, se trata de un juego de equilibrios difícil de controlar. «Coordinar la plaza de Lugo es descoordinar la plaza de Ourense», apuntan.

Los atascos o la circulación lenta son casi inevitables en una ciudad, y más en una en la que buena parte de su superficie está en una península. «A Coruña es pequeña y si los coches van lentos, salen, me preocupa si no se mueven», detallan.

Doble fila

En muchas ocasiones detrás de un atasco o de un problema puntual de circulación hay una explicación concreta, como los vehículos mal aparcados. «Si un coche se pone en doble fila delante de un semáforo fastidia un montón. Si hay una avería, actúas para favorecer que se muevan, como si fueses un policía que regula en el lugar, pero si no se puede quitar la doble fila y el semáforo es insuficiente, se llama al 092 para que acudan», relatan. Una labor que se repite cada día y a la que contribuiría el «factor pedagógico», esto es, un mayor conocimiento entre los conductores.