El Ejecutivo luso insiste en que no se plantea recurrir a la ayuda externa y que, a nivel macroeconómico, el país presenta datos que no le hacen merecedor de la desconfianza de los mercados.
Su postura contrasta con la del líder del PSD, el principal partido de la oposición, de centro derecha, quien pidió públicamente «no demonizar» al Fondo Monetario