Boda de Tamara Falcó: Las señales que le indican que no debería casarse con Íñigo Onieva

P. V. LA VOZ

SOCIEDAD

Tamara Falcó e Íñigo Onieva, en una fotografía de archivo
Tamara Falcó e Íñigo Onieva, en una fotografía de archivo Europa Press

Desde el anuncio de su compromiso, la boda de la hija de Isabel Preysler ha estado plagada de todo tipo de contratiempos que, para muchos, le están diciendo a la futura novia que debería pensárselo mejor. La pareja contraerá matrimonio este sábado en la finca El Rincón y el viernes celebrarán una preboda

07 jul 2023 . Actualizado a las 18:14 h.

Desde el primer anuncio del compromiso entre Tamara Falcó e Íñigo Onieva, el proceso hasta la inminente celebración del enlace, este sábado 8 de julio, ha sido un auténtico via crucis para la pareja, especialmente para la futura novia. Una sucesión de contratiempos y de calamidades en una boda que parece gafada, y que muchos interpretan como señales cósmicas diciéndole a la hija de Isabel Preysler «amiga, date cuenta». Muchos ya la han bautizado como la boda maldita, y creen que la marquesa de Griñón no debería desoír estas evidentes indicaciones. Hacemos un repaso detallado por estos más de tres años de relación, desde su primera impresión, pasando por una sucesión de mentiras, infidelidades, accidentes, terceras personas y hasta robos de película.

Incompatibilidad a primera vista

Se dice que la primera impresión es la que cuenta. Y, desde el momento en el que se conocieron en el cumpleaños de su por entonces amiga en común Luisa Bergel, en marzo del 2020, Tamara tuvo su primera cita sin estar ya demasiado convencida. Según contó en El Hormiguero, la marquesa creía que ella e Íñigo no tenían demasiado en común. «Si hiciera caso a cómo salió mi primera cita, no lo vuelvo a ver», dijo en el programa de Pablo Motos. Y, quizás, Tamara, a veces hay que seguir esas primeras corazonadas, como una señal de que, quizás, la cosa no debería ir más allá.

Sin embargo, la relación fue adelante. Aunque ella creía que no tenían nada que ver, hubo un detalle de ese primer encuentro que le hizo verlo con otros ojos. Una recomendación que él le había hecho sobre cómo actuar en un evento al que tenía que acudir con un niño con cáncer, y que le fue muy útil. «Dije: “mira, hay algo en todo este perfil de discotequeo que me sirve"». Poco sabía que, aparte de ese pequeño detalle, el discotequeo, y también el festivaleo, le iba a dar más quebraderos de cabeza que otra cosa.

Travesía (festivalera) en el desierto

Pandemia mediante, y a solo unas semanas de hincar la rodilla para pedirle matrimonio a Tamara Falcó, Íñigo hizo buena representación de ese perfil fiestero que la marquesa tanto le afeaba y se fue al famoso festival Burning Man en el desierto de Nevada. Por dejar las fechas claras, el evento se celebró, ese 2022, entre el 28 de agosto y el 5 de septiembre. Poco antes, la pareja había pasado unos días en Sotogrande, y justo después, se fueron a Mallorca. Apenas unas semanas después de ese festival que tanto daría que hablar, durante su estancia en la isla balear, Íñigo le dijo la frase más esperada: «¿Te quieres casar conmigo?», le preguntó muy nervioso. Ella no dudó ni un segundo, y aceptó gustosa la proposición. 

Unos días después, el 22 de septiembre, no dudó en fardar en redes de ese espectacular anillo de brillantes. Poco sabía ella que venía manchado con una reciente, y grabada en vídeos, infidelidad.

Onieva niega tres veces

La felicidad duró poco más de un día. Apenas 24 horas después del anuncio público de compromiso en televisión, el ahora difunto Sálvame emitía unas imágenes de Íñigo besando a una mujer que poco tenía que ver con Tamara en el festival del desierto de Black Rock. La pareja hizo como si nada, Onieva negándolo, Falcó todavía con una venda de amor en los ojos. Y se fueron a la boda de un amigo.

«Esas imágenes son del 2019», les dijo él a los periodistas, agarrado de la mano de Tamara y visiblemente nervioso, «que quieran sacar esto en el día de nuestro anuncio de engagement (sic) es una lástima».

Íñigo negó y negó, y Tamara, durante un breve tiempo, se lo creyó.

Tamara se cae de la burra

La venda en los ojos de Tamara posiblemente siguiera bien puesta de no ser por el señor del pañuelo azul. Un asistente al festival Burning Man del 2022 no dejó ninguna duda de que las imágenes en las que Íñigo se besaba apasionadamente con una joven eran de solo unas semanas atrás, como bien reveló el análisis de un colaborador de Sálvame. «Ni el CSID», le reconoció a Jorge Javier la hija de Isabel Preysler.

Fue la prueba que le sirvió a Tamara Falcó para darse cuenta, tan pronto volvió de la boda de su amigo, de que su prometido la estaba engañando solo unos días antes de pedirle matrimonio. «Ahí cambió todo», reveló Tamara a Sálvame. Esa noche, Íñigo fue pasando de la negación inicial a un «puede que sea verdad» que acabó convirtiéndose en una confesión en toda regla. Finalmente, lo largó todo.

«Todo pasa por algo»

La confesión de Íñigo tira por tierra todo el engagement entre él y Tamara. Ella se marcha en plena noche a casa de su madre, borra la foto del anillo de Instagram y el compromiso salta por los aires. Se cancela la boda, Tamara pide perdón a los periodistas que habían dado las noticias sobre la infidelidad y deja claro que, esta vez, ha escuchado las señales que le dicen que no es el hombre de su vida. «Soy muy creyente, y creo que todo pasa por algo», dijo en pleno directo ante millones de espectadores de Sálvame, «para mí el matrimonio es una promesa de amor eterno, así que sí, estoy contenta de que haya salido ahora».

La relación parecía haber muerto por completo. Claramente, Íñigo no era lo que Tamara buscaba. «Yo entiendo el amor de una forma un poco distinta a él», confesó, y añadió: «Quiero alguien que tenga los mismos valores que yo y que me trate con respeto».

La marquesa de Griñón llegó a hablar ya en pasado de su amor —«Yo estaba enamorada; por favor, estaba», dijo— y remarcó que era «muy cuadriculada para los cuernos» y que una infidelidad hacía que todo se acabase, incluso si solo hubieran sido «seis nanosegundos aquí, allí o en el metaverso». Por ello, todo había llegado a un punto de no retorno: «Veo imposible volver con él; el anillo de compromiso lo dejé en casa cuando me fui con mi madre», remarcó Tamara Falcó.

Íñigo le pidió perdón públicamente a la marquesa y a su familia, quizás creyendo que ella lo olvidaría todo y se apiadaría de él. Pero la decisión de ella parecía tomada, y bloqueó al que ya era su ex en las redes sociales.

Peregrinación junto a un Judas

Tamara Falcó optó por la vía piadosa, y se marchó de peregrinación al santuario de Lourdes con varios amigos. Entre ellos, el que acabaría siendo, para Íñigo, el Judas de esta historia, el madrileño con raíces gallegas Hugo Arévalo, que había sido amigo íntimo de la pareja y que le declaró a la marquesa de Griñón que había estado enamorado de ella desde hace años. 

Mientras Onieva se instalaba en un nuevo pisito de soltero en el barrio de Salamanca, Tamara Falcó parecía ya ilusionada con Arévalo, con quien viajó a Catar en noviembre de ese 2022.

Celos y agresividad

«Iba a ser padrino de nuestro hijo», le explicó Íñigo, indignado y dolido, a los reporteros. Y el entonces ex de Tamara explotó, llamándolo de todo en un chat de WhatsApp que tenían en común con otros amigos. «Sucia rata», «eres un traidor», «eres un trepa» o «me das asco» fueron algunas de las lindezas que le dedicó al que había sido íntimo suyo. Y la cosa se llegó a poner incluso más agresiva: «Tienes suerte de que me he enterado de la forma que me he enterado; si no, habría ido a tu casa a machacarte la cabeza, y te habría dado una tras otra sin parar», le escribió supuestamente Onieva a Arévalo, a quien además acusaba de haber filtrado algunos vídeos contra él.

Celos, agresividad, insultos… Todo un cóctel tóxico por el que el propio Íñigo tuvo que acabar pidiendo perdón.

Inexplicable reconciliación

De algún modo, la relación de Tamara con Hugo Arévalo se acabó, hasta el punto de dejar de hablar con él por completo. Y, entonces, empezaron a surgir rumores de que Falcó y Onieva volvían a estar juntos. Y no solo eso. Él empezó a ir a misa los domingos, dejó las noches de fiesta y los dos acudieron juntos a la tradicional Misa del Gallo el día de Navidad.

Tamara lo había perdonado por completo, y también parecía haberlo «reformado». La pareja volvía a estar reunida; el compromiso, nuevo anillo en dedo, volvía a estar en pie, y la fecha inicial de la boda se mantenía, inamovible —spoiler: se tuvo que mover—.

El cuento de hadas parecía volver al punto inicial, y todo iba sobre ruedas. Pero no, la ristra de señales no había hecho más que empezar.

Fecha pospuesta

La cosa tuvo ya su primer contratiempo nada más volver a empezar. La pareja decidió mantener la misma fecha para su boda, el 17 de junio del 2023. Pero, una vez empezaron con los detalles logísticos, se dieron cuenta de que la cosa no iba a poder ser. Entre otras cosas, porque al primo de la novia, Álvaro Falcó, y a su mujer, Isabelle Junot, les iba a ser muy difícil acudir, ya que ella salía de cuentas del primer hijo de la pareja precisamente en esas fechas. Finalmente, por ese y otros motivos, decidieron retrasar la fecha tres semanas: al sábado, 8 de julio.

Sin vestido de novia a dos meses de la boda

Tras el nuevo compromiso, un nuevo anillo y una vez establecida la fecha definitiva, Tamara se lanzó a por el diseño del vestido, para el que confió su confección al taller de alta costura bilbaíno Sophie et Voilà. «No es un vestido que todo el mundo vaya a entender», confesó en El Hormiguero en el mes de febrero de este año. Y así fue. Por no entenderlo, ni siquiera las propias diseñadoras lo hicieron. Solo unos meses después, la firma anunciaba que no seguiría con el encargo.

«Nuestra ética empresarial nos impide traspasar ciertos límites que pondrían en peligro la autoría original del diseño», decía el comunicado de la marca liderada por Sofía Arribas y Saioa Goitia. Según se dejaba entrever, la marquesa les había «propuesto» que se inspirasen demasiado —o directamente copiasen— diseños de otras firmas nupciales, y ellas se quejaban también de la actitud déspota de la futura novia durante todo el proceso. Tamara lo negó todo. Pero lo cierto es que, a dos meses de la boda, se había quedado sin vestido. Debía empezar de nuevo, esta vez de la mano de Carolina Herrera.

El menú, en peligro

La guerra con la diseñadora Saioa Goitia, una de las fundadoras de Sophie et Voilà, tenía un peligro añadido. Su primo hermano, Eneko Atxa, era precisamente el chef del menú del enlace nupcial, por lo que, en algún momento, se temió también por el banquete de bodas. Finalmente, todo quedó en un susto. El cocinero actuó con profesionalidad y decidió no meterse en el conflicto.

El Rincón en mal estado

El lugar de la celebración de la boda estuvo claro en todo momento: el Palacio del Rincón, un espacio que heredó de su padre Carlos Falcó, que tenía un especial vínculo emocional con la propiedad.

No había nada que fuera a hacer cambiar de idea a la marquesa, ni siquiera las dudosas condiciones en las que se encuentra la finca y la vivienda para un evento de este calibre, con casi 400 invitados. Algo que ha confirmado la propia Tamara en El hormiguero.

No se sabe cuánto hay de cierto y cuánto de exageración. Pero, al parecer, en la propiedad solamente funcionaba uno de sus baños, unos invitados de la familia habían contado a un portal web que se habían encontrado una rata, y el propio equipo de Netflix que grabó allí la docuserie La marquesa se había quedado sorprendido por el estado, casi ruinoso, de la propiedad.

La celebración de la boda obligó a la marquesa a tener que hacer chapuzas a toda prisa, a la colocación de baños portátiles y a la instalación de una carpa para la fiesta posterior.

Despedida en muletas y silla de ruedas

Mientras Íñigo Onieva disfrutó, haciendo gala de su condición de fiestas, de hasta tres despedidas de soltero, una de ellas transoceánica, Tamara Falcó quiso ser una niña buena hasta el final, diciéndole adiós a su soltería en uno de los grandes lugares de peregrinación religiosa del mundo cristiano: la localidad portuguesa de Fátima. Pero las señales seguían diciéndole que ese no era el camino.

Solo unas semanas antes de ir, la marquesa sufrió un esguince que la obligó a pasar esos días entre las muletas y la silla de ruedas.

Aún así, la hija de Isabel Preysler disfrutó de una celebración con estríper y todo, aunque hay algo más que podía haber tomado por una señal. «Me hicieron un test de compatibilidad con Íñigo, que me salió bastante bien», explicó ella en El hormiguero, que también confesó que hubo algo que se le resistió: «Se me dio mal averiguar cuáles eran las partes del cuerpo de Íñigo; las confundía todo el rato con las del marido de una amiga, que se llama Antonio». Y confesó que, por esa razón, «hubo un poco de mosqueo».

Nuevos rumores de infidelidad

Por si no fuera suficiente, y después del drama que supuso la primera infidelidad, nuevos rumores sobre un affaire de Íñigo Onieva han salido a la luz. En este caso se trataría de una agente de la Policía Nacional que, según narró en un programa de televisión, conoció al prometido de Tamara Falcó en una discoteca. El tonteo inicial acabó derivando, según el testimonio de ella, en una tensión sexual que no se consumaría hasta un encuentro posterior. De nuevo en el mismo local donde se habían conocido, y donde él era relaciones públicas, los dos se fueron al baño y allí dieron rienda suelta a sus deseos. La cosa, siempre según la versión de ella, no habría acabado allí, sino que acabaron yendo juntos a la casa que él comparte con la que va a ser su esposa.

Íñigo se queda sin trabajo

Pero no todas las señales iban a pasarle solo para la novia. A Íñigo también le ha tocado lo suyo. A apenas un mes de la fecha del enlace, el empresario se quedó sin su trabajo de relaciones públicas en dos conocidísimos restaurantes madrileños, quedándose así sin su principal fuente de ingresos. Fue Belén Esteban, en Sálvame, la que soltó la bomba: «Le han dicho que no vuelva». Al parecer, la empresa que gestionaba los dos locales cambió de CEO y la nueva reestructuración no tenía sitio para el puesto de Íñigo.

Las joyas robadas

El último episodio que hizo pensar que la boda está gafada sucedió solo una semana antes del sonado enlace. Los medios se hicieron eco, en un primer momento, de que, en lo que había sido un robo de película, los novios se habían quedado sin las joyas de la boda. «Eso no es verdad. Eso no es nuestro, eso será de otra pareja que, desafortunadamente por ellos, pues ha pasado eso. Nosotros no somos», desmintió Íñigo Onieva.

Y, efectivamente, el robo no había afectado exactamente a las joyas de la novia. Pero sí iban destinadas a la boda de Tamara, concretamente a invitados por la parte de Íñigo. Fuentes de la investigación policial confirmaron que las joyas sustraídas estaban siendo trasladadas a Madrid para mostrar a algunas invitadas que pretendían lucirlas el día de la boda. Es más una de las interesadas habría sido la propia madrina, Carolina Molas, madre del novio, que le habría echado el ojo a unos pendientes que finalmente no podrá llevar.