Andrés Íñiguez, cardiólogo: «Las mujeres tienen tanta o más enfermedad cardiovascular que los hombres»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

El doctor Ándres Íñiguez, ahora presidente de la Fundación Española del Corazón, en una imagen de archivo.
El doctor Ándres Íñiguez, ahora presidente de la Fundación Española del Corazón, en una imagen de archivo. XOAN CARLOS GIL

El presidente de la Fundación Española del Corazón y jefe de servicio en el Complejo Hospitalario de Vigo insiste en la importancia de la prevención: «Al modificar los factores de riesgo se podrían evitar el 80 % de las patologías del corazón»

09 dic 2022 . Actualizado a las 10:00 h.

Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en España y en todo el mundo occidental. Por su alta prevalencia, así como por su impacto en la calidad de vida y las consecuencias económicas y sociales, han pasado a considerarse un reto sanitario de primer orden. Por ello, en marzo del 2022 se aprobó la Estrategia en salud cardiovascular del Sistema Nacional de Salud (Escav), en la que ámbitos de la educación, promoción de la salud a través de los hábitos saludables y la detección precoz juegan un papel fundamental. En este punto, la Fundación Española del Corazón es protagonista. Hablamos con su presidente, el doctor Andrés Íñiguez, que además es el jefe del Servicio de Cardiología del Complejo Hospitalario de Vigo. 

—En base a la nueva Estrategia de Salud cardiovascular del SNS, que tiene un claro ánimo  de informar y formar a la población acerca de estas enfermedades, ¿cómo se puede hacer prevención de las patologías del corazón? Es algo en lo que se lleva insistiendo años. 

—La prevención de las enfermedades cardiovasculares es una de las actividades que es propia de los cometidos de la Fundación Española del Corazón. La FEC es la rama de la sociedad española de cardiología que se dirige a la sociedad civil, al ciudadano. En cambio, la Sociedad Española de Cardiología se dirige a los profesionales para el ámbito de formación, investigación y actividades de calidad. Así, desde la FEC tenemos dos vertientes de actuación, una que se basa en las actividades de prevención, y otras en las actividades de promoción de la salud cardiovascular. Dentro de las primeras, se trata de normalizar la situación de lo que se han considerado los factores de riesgo cardiovasculares. Es decir, la tensión arterial alta, el colesterol alto, la diabetes, el hábito sedentario o la obesidad. Todos estos factores son de riesgo porque hacen que tengan muchas más probabilidades de padecer una enfermedad cardiovascular en el futuro más o menos inmediato. Pero al mismo tiempo, si se detectan, se pueden tratar, controlar, y por lo tanto, eliminar. Este es precisamente el sentido de la prevención, detectar para que no se desarrolle la enfermedad. 

—Cuando hablamos de prevención da la sensación de que siempre se enfoca en personas adultas, ¿no tendría más sentido concienciar a los niños? Siempre se dice que los buenos hábitos, cuando antes se instauren, mejor. 

—Claro. Desgraciadamente, y este es el problema mayor que estamos viendo, es que cuando uno entra en los aspectos de prevención son ámbitos que afectan a personas de cierta edad. Es decir, una persona que tiene una tensión arterial alta no es un niño, ni un adolescente. Aunque, cabe decir, que hay algunos factores de riesgo que ya se están viendo en jóvenes, como por ejemplo, la alimentación no cardiosaludable, la alta tasa de obesidad que tienen, el hábito de fumar o la falta de ejercicio. Pero esos son ámbitos que deben ser cambiados como estilos de vida, y que entran en la promoción de la salud. La prevención se enfocaría más en detectar que una persona tenga el colesterol alto. Por eso la FEC está más enfocada hacia lo que es la promoción de la salud porque vamos a actuar mucho antes y evitar, incluso, que aparezcan los factores de riesgo y por tanto la enfermedad. Y una cosa más, si no actuamos desde la infancia, no es que solo nos encontraremos con más factores de riesgo, sino con más enfermedad. 

—Según un estudio publicado en la Revista Española de Cardiología, casi la mitad de la población española tiene el colesterol alto. ¿Se sabe el porqué?

—Uno puede tener el colesterol alto y no ser consciente de que lo tiene así. De hecho, una persona se convierte en paciente cuando se detecta el problema, y es visto, diagnosticado y tratado. Pero uno puede ser un ciudadano que va por la calle, que tiene el colesterol y la tensión alta, que no está diagnosticado, pero sí en riesgo. La clave está en identificarlo y con ello, tratarlo. 

—¿Qué diría que es lo esencial para cuidar el corazón? Siempre se habla de la dieta y del ejercicio, pero hay más. 

—Claro. No fumar, no tomar tóxicos, juega un papel muy importante. El tabaco se ha asociado a la aparición de enfermedad cardiovascular, y sobre todo, a la aparición de eventos agudos, de un infarto, de una angina de pecho, o de una trombosis en cualquier ámbito del sistema vascular. Eso no es cuestionable. Es poco razonable que la gente siga fumando. En ese sentido, desde la ley del tabaco se ha reducido exitosamente la cantidad de fumadores, pero hay un ámbito que nos preocupa mucho. Las niñas adolescentes, porque en este colectivo el consumo de tabaco está creciendo, y está pasando más que en los niños. No sé por qué razones, pero probablemente haya que insistir en las campañas de promoción de la salud y de evitación de este tipo de tóxicos. 

—¿Y el estrés?

—La salud emocional es también muy importante, porque es un factor de riesgo al que cada vez se le está dando más importancia. Hay una asociación clara entre problemas de ansiedad, de depresión, de problemas emocionales, y del disparo de enfermedades cardiovasculares. Por eso, cuanta más salud emocional se tenga, y por lo tanto menos estrés, con toda probabilidad menos enfermedad cardiovascular habrá, y sobre todo, muchos menos episodios agudos de esta.

—¿Las consecuencias de los malos hábitos de vida se pueden revertir si les ponemos fin a una edad temprana como los 30 o los 40 años?, ¿el corazón vuelve a ser el mismo?

—Bueno, ninguno volvemos a ser los que éramos a medida que cumplimos años, pero sí, por dar un mensaje positivo, le diré que sí. Si uno ha estado fumado, y deja el hábito tabáquico, se sabe que al cabo de los dos años, o dos años y medio, el riesgo se iguala al de la población general que no fuma. Y en los otros factores es igual. Es decir, si uno no hace ejercicio pero empieza a hacerlo, se iguala a la población que hace ejercicio. Lo que no es lógico es no haber hecho actividad física en ningún momento, y ponerse a correr un maratón. Uno tiene que hacer un ejercicio cardiosaludable, de forma que no fuerce, que no le provoque lesiones, y que no coloque al corazón en una situación de demandas de oxígeno inasumibles. Se tiene que ir de menos a más, y ser supervisado si es posible. Por ejemplo, se ha demostrado que caminar una hora al día a buen paso es muy beneficioso. En resumen, todo es reversible, pero hay que hacerlo con sentido común. 

—Claro, porque en las enfermedades del corazón prima el componente ambiental,¿no?

—Así es. Las enfermedades cardiovasculares tienen, fundamentalmente, componentes ambientales, no genéticos. Aunque hay patologías que tienen una transmisión genética, como la hipercolesterolemia familiar. Aun así, la mayor parte son de causa ambiental, aunque genéticamente pueda haber una predisposición familiar. 

XOAN CARLOS GIL

—¿Hasta qué punto importa lo que hagamos?

—Mucho. Al modificar el ambiente, es decir, los condicionantes de salud de las que hemos hablado, se podría evitar el 75 u 80 % de las enfermedades cardiovasculares. Por eso decimos que el ambiente es fundamental. 

—¿Observa en consulta que los españoles hemos mejorado nuestros hábitos de vida, que nos cuidamos más?

—No lo creo. Por lo menos, los datos que tenemos no lo reflejan. Es verdad que hay una reducción de la mortalidad a lo largo de las últimas décadas debida a enfermedades cardiovasculares, aunque siguen siendo la primera causa de muerte en España y en el mundo occidental. Fíjese, cada año en nuestro país mueren más de 120.000 personas por esta razón, mientras que por ejemplo, en la peor época del covid, murieron unas 80.000. Y claro, esto es año tras año, no solo uno. 

—Pero hay mayor supervivencia. 

—Sí, porque esta reducción o control se debe a que tenemos mejores medicinas, fármacos o técnicas; nuevos procedimientos; un sistema de salud mucho más perfecto; una asistencia más precoz, así como mejores diagnósticos y tratamientos. Esto ha contribuido a reducir la mortalidad de las enfermedades. Pero si uno ve la incidencia y la prevalencia, es decir, el número total de pacientes que hay al año, o el número nuevo de pacientes que aparecen cada año con una enfermedad cardiovascular, y ve las tasas de hospitalización, o las tasas de reingresos, o de morbilidad, estas son crecientes a medida que avanza la edad. Por lo tanto, de algún modo hemos conseguido controlar la enfermedad cardiovascular y el impacto negativo, este es un mensaje muy importante. Pero todo el mundo debe tener claro el impacto tan negativo que ejercen las enfermedades cardiovasculares, y la necesidad de promover no solo la prevención, sino la promoción de hábitos saludables, si queremos que esta tendencia cambie. 

—Para seguir concienciando, ¿qué efectos tiene el ejercicio en el corazón y por qué es tan beneficioso? 

—No es cuestión de que bombee más fuerte, o más rápido, o mayor cantidad, el ejercicio coloca al organismo en una situación cardiometabólica distinta, en el sentido de que hace que aproveche más el oxígeno, hace que se reduzcan los procesos inflamatorios, los procesos trombóticos, y por lo tanto, se reduzcan todos aquellos elementos que producen la enfermedad cardiovascular. Por ejemplo, al reducirse la actividad de la agregación de la plaquetas y de la coagulación se evita que se forme un trombo que obstruya una arteria coronaria; al reducirse la inflamación, se evita que el endotelio, es decir, la capa que cubre por dentro las arterias, se dañe y se genere la placa ateromatosa que obstruye esa arteria, y así la sangre llega más fácilmente a los músculos que son los que lo necesitan. El ejercicio cambia la utilización cardiometabólica del oxígeno y de los nutrientes, y evita la inflamación y aquellos factores que producen la enfermedad cardiovascular. 

—¿Y la alimentación?

—Con esto ocurre lo mismo. El primer impacto negativo de la mala alimentación es que contribuye a aumentar el peso. Un incremento que se da, sobre todo, a costa de incrementar la grasa, no el músculo. Esta no solo se acumula en la barriga, sino dentro de las arterias, obstruyéndolas. La obesidad es un factor de riesgo. 

—Por último ¿hay algún mito en el campo de la cardiología que no consigan desterrar?

—Esta mañana escuché un tema en una conferencia, y es la barrera de género. Hay un mito por el cual parece que las mujeres no tienen enfermedad cardiovascular, cuando sucede al contrario. La población femenina tiene tanto o más enfermedad cardiovascular que el hombre, tiene peor control de los factores de riesgo, reciben los tratamientos más tardíamente, y hay factores psicosociales que influyen en ello. Debemos ser conscientes de que la enfermedad cardiovascular en la mujer es su realidad, y tiene que abordarse con la misma agilidad, precocidad e intensidad de la que se aborda en los hombres.

Lucía Cancela
Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.