Cementerios a los que ir de vivo: una ruta por los más singulares de la comarca

PADERNE

PACO RODRÍGUEZ

La tendencia de visitar camposantos sin el ojo lloroso va en aumento. Ahora los turistas se hacen «selfies» ante las tumbas en las visitas guiadas. No existe ruta oficial, pero en patrimonio funerario somos una potencia.

21 abr 2018 . Actualizado a las 09:00 h.

Aunque suene algo tétrico, el necroturismo está de moda. Solo con ver a los cientos de turistas que esta Semana Santa paseaban por debajo de las ruinas de Santa Mariña Dozo (Cambados, Pontevedra) y se sacaban un selfie ante la tumba de Josefina Blanco y Joaquín María Valle-Inclán, mujer e hijo del inventor del esperpento allí enterrados, o buscaban con ahínco la representación de «la pereza» en esa figura de niña que se come sus propios excrementos, basta para hacerse una idea de que los camposantos han entrado en las guías de turismo para quedarse. El de Cambados, -aunque sobrecogedor y melancólico a raudales-, es uno de los cementerios más hermosos del mundo; sin embargo, no hace falta desplazarse 130 kilómetros para disfrutar del patrimonio arquitectónico y artístico de esos santos lugares. 

Bueno, no todos son santos. Inaugurado el 28 de junio de 1987, el cementerio de San Pantaleón das Viñas (Paderne), fue levantado por los vecinos del pueblo con sus propias manos y en los terrenos adquiridos con sus propios ahorros. El solar les costó un millón ochocientas mil pesetas. En una primera fase, levantaron 72 panteones (hoy son casi el doble). Trabajaban los sábados. Llevaban el agua en cubos. Allí curraban todos.

Cementerio vecinal de San Pantaleón das Viñas.
Cementerio vecinal de San Pantaleón das Viñas. CESAR DELGADO

Pero el problema vino después. Y es que allí dijo el párroco que nunca iría a enterrar a nadie y se armó la de San Quintín. Finalmente, la iglesia claudicó y todo se normalizó pero en medio hubo mucho combate. Así lo recuerda Andrés Diz, que junto con David Lage el presidente de la asociación, fue uno de los promotores de aquella odisea protagonizada por los vecinos de una parroquia luchadora e invencible. «La verdad es que los de San Pantaleón metíamos miedo», reconoce Diz. «Éramos bastante guerrilleros. Íbamos a Santiago, a Coruña, a la Diputación, a donde fuera para lograr nuestro objetivo. Lo que más nos costó conseguir fue lo de la licencia de enterramiento. Nos desplazamos al Arzobispado a Santiago. Llegamos a ir a Bemposta para ver si el cura de allí aceptaba venir a oficiar nuestros entierros. Teníamos cementerio pero no teníamos cura».

El actual alcalde de Paderne, César Longo, recuerda que «el enfrentamiento entre vecinos y parroquia fue considerable. Incluso, un poco traumático; pero el tiempo lo borra todo, la iglesia lo acabó aceptando y ahora ya lo tiene asumido».

Los hay británicos, musulmanes, militares y hermosos, como el de Santa Eulalia de Liáns. Unos son tenebrosos y otros de premio de arquitectura pero, en todos ellos, te dan ganas de sacarte un selfie. Por haber hay hasta un cementerio de peregrinos en Ligonde (Monterroso, Lugo). Sea por sus tumbas de ciudadanos ilustres o por sus lápidas curiosas, recorremos los camposantos más singulares del área coruñesa. 

El sepulcral

A pocos kilómetros de San Pantaleón das Viñas, y también en el municipio de Paderne, se encuentra otro de los cementerios más singulares de la ruta necroturística coruñesa. Se trata del que está ubicado junto a la iglesia parroquial de Santiago de Adragonte. Su interés radica en el hallazgo de un sepulcro durante la realización de unas obras de ampliación. Se trata de una sepultura, anterior al siglo XIII, con forma de figura humana. 

El de los mártires

Es reseñable el cementerio de Paleo, en Carral, porque allí están ubicadas las cuatro lápidas de los oficiales fusilados en el año 1846: los Mártires de Carral. Y ya que estamos en este mausoleo, podemos aprovechar la visita para contemplar la originalidad de las dos alturas del camposanto, la capilla con el retablo rococó, o la fuente y el cruceiro cercanos. 

El monástico

Y llegamos al punto más al interior de la comarca coruñesa. Vale la pena acercarse con el coche hasta el monasterio de Sobrado dos Monxes, cuyo conjunto alberga un camposanto con tumbas de caballeros medievales. Cabe señalar que el monasterio cisterciense de Santa María de Sobrado fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y forma parte del Camino de Santiago.

ANA CANEIRO DACOSTA

Declarado por la revista National Geographic como uno de los camposantos más bonitos del planeta, el de San Amaro es como un libro de historia. «Toda la historia de Galicia está en él», explica Suso Martínez, historiador y guía que es el encargado de conducir a los visitantes entre las tumbas durante la visita nocturna que ideó hace años el periodista coruñés Rubén Ventureira. Tanto éxito tiene la iniciativa que hay lista de espera de un año. Casi nada. Cuenta Suso Martínez que los pasajeros de los cruceros que hacen escala en el puerto de A Coruña empiezan a preguntar por el cementerio. Ya compite en interés con la torre de Hércules. En San Amaro descansan personajes ilustres como Manuel Murguía, Curros Enríquez, Eduardo Pondal, Luis Seoane, Francisco Llorens y un larguísimo etcétera. Allí las gaviotas cantan su canción / El momento de decir adiós, como corea Xoel López en el tema que compuso inspirado por el camposanto y que tocó allí mismo, en directo, con motivo del 200 aniversario de uno de los pocos cementerios marinos que existen en el mundo. 

El inglés

Xosé Castro

Uno de los camposantos más desconocidos -y hermosos- de la comarca coruñesa es el inglés [British Cemetery] que está ubicado junto al de San Amaro, en A Coruña. Propiedad del gobierno británico, se mantiene bien conservado y con varias decenas de tumbas, que no nichos. Sus orígenes se remontan a 1836, cuando arribó en A Coruña el buque Endymion, que traía el cadáver de un oficial que fue enterrado en la ubicación actual del cementerio inglés. Hasta los años setenta, los enterramientos eran habituales, pero ahora lleva varias décadas sin acoger nuevas lápidas y está cerrado al público. Por cierto, no tiene que ver con el Cementerio de los Ingleses de Camariñas. Este hace alusión a los tripulantes del Serpent, que naufragó en 1890 en la costa da Morte. Hubo 172 muertos y solo tres supervivientes.

El militar

Para visitar el cementerio de la Armada hay que viajar hasta Ferrol. En A Coruña (San Amaro) está ubicado el Panteón militar del Ejército de Tierra, en el que están enterrados generales y coroneles. En la Cruz de los Olvidados se deposita un ramo de flores el Día de los Caídos por la Patria. 

El musulmán

M. R.

Rodeado habitualmente de pescadores, turistas y muchos runners, el cementerio de Adormideras se dedicó durante la Guerra Civil española al enterramiento de militares de religión musulmana, pero en el año 2006 se llevó a cabo su rehabilitación para transformarlo en la Casa das Palabras. Algunas fuentes dudan de si llegó a haber enterramientos en el antaño llamado cementerio moro de A Coruña. 

El independiente

El cementerio de Vixoi (Bergondo) no destaca por su arquitectura, pero es peculiar por estar aislado. Se debe a que hace dos siglos la iglesia quedó en ruinas, pero el camposanto se conservó.