¿Hay demasiadas terrazas en Santiago? ¿O son pocas? El debate está servido entre hosteleros y vecinos

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Una patrulla de la policía local
Una patrulla de la policía local PACO RODRÍGUEZ

Mientras desde los bares ven con naturalidad las terrazas y hablan de que unas retroalimentan a las otras, los compostelanos reclaman soluciones urgentes para poder convivir con ellas, sobre todo en la Zona Vieja

26 mar 2023 . Actualizado a las 21:00 h.

En una tarde de sol, de las pocas que hubo estos días en Santiago de Compostela, las terrazas de sus zonas vieja y nueva pueden llegar a rebosar. Sin distinción del bar en el que se consuma, el compostelano es amigo de alargar la sobremesa, por lo que cuando llega el verano, y con él el peregrino, las mesas soleadas de los establecimientos hosteleros son un tesoro para muchos.

De paseo por la ciudad, las opiniones son diversas. Natalia Romero, que se toma un café a primera hora de la tarde del viernes en una terraza cercana a la plaza Roxa, sostiene que en Santiago no hay un problema con las terrazas, «y todavía más si nos comparas con A Coruña, sin ir más lejos, donde hay calles que son literalmente mesas y sillas unas tras otras». Junto a ella, su amiga Elena García no lo tiene tan claro, «al menos si hablamos de la Zona Vieja», aunque en el Ensanche no ve el problema.

En esta misma línea se expresa Humberto Torrado, que trabaja en Santiago pero no vive en la capital gallega. Bajo su punto de vista, que expresa desde una terraza de la plaza Roxa, «tenemos un poco el trauma del año Xacobeo, que fue un caos, pero ahora las cosas están mucho más tranquilas». Es por ello que él no abriría más terrazas, pues la oferta es suficiente para la demanda autóctona, «y con eso basta». Además, aprecia que centrar el ocio turístico en los bares «no revierte lo que debería a una ciudad Patrimonio, como es esta, pues se trata solamente de ingresos para los hosteleros un poco a costa de los vecinos, por no hablar de que alimenta un modelo de turismo de bajo coste que, a la larga, no da los frutos que debiera».

«Yo creo que deberíamos explorar otras formas de ocio, al menos me parece que irse a tomar algo a un bar no debería ser lo hegemónico», responde Antonio Vilela, también tomándose un café en una terraza bajo el escaso sol del viernes. A pesar de proceder de Sanxenxo, hace ya años que vive en Compostela, y reflexiona: «Me ha quedado claro que el turismo no puede ser el único motor económico, ni siquiera en forma de terraza». Le parece, de nuevo, que el problema quizás está en la Zona Vieja, donde la calle «ya no es muy ancha y menos todavía si se siembran los soportales con mesas».

Mercedes Carballo también está en una terraza, pero ahora en la avenida de Rodrigo de Padrón, a un paso de la Catedral y enfrente a la jefatura de la Policía Nacional. Ella piensa que desde la pandemia la cosa se ha desmadrado, «aparecendo terrazas por todos lados e sen ningún tipo de control». Le dan la razón Rosalía Sambade y Clara Maseda, que se sientan con ella. Todas notan un hartazgo por parte de los vecinos de la Zona Vieja con respecto a lo que se han convertido sus calles, «un parque de atraccións turístico que non deixa espazo para a vida cotiá» y que les afecta también a ellas, como vecinas de esta parte de la ciudad.

Una terraza en la rúa da Raíña durante el verano del 2021.
Una terraza en la rúa da Raíña durante el verano del 2021. PACO RODRÍGUEZ

«Creo que se está a perder a esencia da parte antiga da cidade, perdemos ambiente estudantil e moita da escena cultural tamén, ata o punto de que xa non hai nin a metade de concertos que había antes nos bares, ou ata o noto no teatro, que baixou moito a súa oferta», señala al respecto Clara Maseda. Lo encadena con la lenta extinción vecinal de la Zona Vieja, «con cada vez menos comercios ao ter menos habitantes, que teñen que vivir en pisos moitas veces en mal estado e que non se poden nin amañar pola rixidez das normas urbanísticas».

Un debate que trasciende la calle

Roberto Almuiña, presidente de la Asociación Vecinal Fonseca, habla por sus asociados del casco histórico cuando trae a la palestra los muchos problemas que les generan las terrazas a diario, en sus vidas. Comparte muchas de las tesis de estas vecinas que opinaban en los párrafos anteriores, pero las concreta con ejemplos: «Na rúa do Vilar están a poñer mesas por debaixo dos soportais e non se pode nin andar por eles; na praza da Quintana poñen farois de noite amarrados ás columnas da Casa da Conga, por non falar do comedor ao aire libre que se convirte cada día de sol a rúa da Raíña».

De todos modos, la palma se la lleva la rúa de San Paio de Antealtares, bajo la opinión de Almuiña. Allí las terrazas molestan sobre todo por el ruido, «ata o punto que se pronunciou en máis dunha ocasión a oficina do Valedor do Pobo pedindo ao Concello de Santiago que tomase medidas». Esta calle, que tiene terrazas de hasta cuatro establecimientos sobre sus piedras, está declarada desde el año 2005 como zona acústicamente saturada (ZAS) por lo que la antigua Valedora do Pobo, Milagros Otero, pidió en un informe en el 2018 al ejecutivo local «que con urgencia se corrija el funcionamiento ruidoso de las terrazas; que con urgencia se corrija la contaminación acústica nocturna en la vía pública, de competencia municipal; y que con carácter general se protejan adecuadamente los derechos fundamentales y de otra naturaleza conculcados por la situación por la que se reclama».

La rúa de San Paio de Antealtares cuenta con terrazas de hasta cuatro establecimientos hosteleros.
La rúa de San Paio de Antealtares cuenta con terrazas de hasta cuatro establecimientos hosteleros. XOAN A. SOLER

Pocas novedades hubo al respecto, pues en septiembre del año pasado, hace apenas seis meses, los vecinos de la zona mostraron sus quejas por la inacción del Concello para la correcta insonorización de la calle. En aquel momento, esos mismos vecinos indicaron que llevaban más de cuatro años presentando escritos ante el ayuntamiento, por lo que el problema en esta calle no viene de unos días atrás.

En la misma línea, para el presidente de los vecinos del casco viejo el foco debe ser puesto sobre el Concello. «Son eles mesmos os que están permitindo que non se cumpra a súa propia ordenanza, con axentes da policía municipal que non fan máis que pasearse en coche sobre a pedra do casco antigo. Isto non é admisible e penso que con actitudes así, nas que se permite todo, non nos debería sorprender se algún día perdemos o título de Patrimonio da Humanidade pola Unesco que temos dende 1985».

Por parte de los hosteleros las quejas son otras, pero también señalando al Concello. Thor Rodríguez, presidente de la Asociación Hostelería Compostela, destacó la tardanza de muchas de las licencias municipales en concederse, que dificultan la instalación de unas terrazas que tienen demanda. «Siempre acaban siendo pocas en verano y ya actualmente se hace complicado encontrar mesa en los días buenos, pero no hay mucha salida posible». 

Rodríguez se mostró comprometido con el correcto cumplimiento de las ordenanzas, «que son las normas para todos y que aseguran la correcta convivencia entre vecinos y establecimientos». Justo por eso señaló que la concentración es positiva para los bares, «pues las terrazas se retroalimentan, pero han de estar repartidas de la mejor manera para no generar problemas de cohabitación». La diversidad es una buena aliada en este sentido, el poder contar con terrazas de los bares más variopintos, «y en Santiago no tenemos esos problemas».

Lo cierto es que el compostelano, normalmente, disfruta de las terrazas y las llena. Hacerlo cumpliendo las normas es lo que piden ambos presidentes, coincidiendo en este punto de su análisis de la situación santiaguesa. Un reto que también tiene la hostelería, por lo que señala Thor Rodríguez, es la contratación de personal para esta temporada estival que se acerca. Se buscarán empleados para contratos por causas de la producción, pero indica: «Muchos de los que entren a trabajar serán fijos discontinuos que se reincorporan, lo cual nos facilita mucho los trámites burocráticos y nos permite organizarnos mejor, al contar ya con ellos desde el año pasado».