Y tú, ¿qué harías si te levantasen de la terraza de un bar tras una hora sin consumir?
VIVIR SANTIAGO
Por ahora el debate está lejos de Santiago, aunque sus hosteleros reconocen que ha rondado sus cabezas más de una vez
10 ene 2023 . Actualizado a las 13:25 h.Pocos días después del final de la campaña navideña, un viejo debate reaparece en las terrazas de Santiago de Compostela. Se lleva en silencio para que no monte demasiado revuelo pero, de fondo, se sabe que está. «En A Coruña hay gente que lo está haciendo, igual que en Madrid o en Barcelona… Pero aquí, por el momento, no creo que nadie vaya a aplicar la limitación del tiempo máximo en terraza por consumición». Eso que descarta Thor Rodríguez, presidente de la Asociación Hostelería Compostela, lleva siempre el apellido de «por el momento».
La clientela compostelana es muy fiel, «muy consciente de lo que hay», y por ello siempre sabe utilizar el sentido común antes de tirarse horas en una terraza con un café. Rodríguez le agradece, en nombre de los hosteleros, «su generosidad, que le ha llevado a entender a la primera nuestra necesidad de subir precios o la de ayudarnos en los momentos inmediatamente posteriores a la pandemia».
Los compostelanos saben bien que sus hosteleros están ahí y, desde luego, la buena relación es mutua. ¿Quién no tiene un bar de confianza o un restaurante al que no puede dejar de ir a comer? Todo eso no quita que no sean conscientes de la inflación, por ejemplo. Es justo lo que lleva a Aitana Martínez, estudiante, a criticar la posibilidad de una limitación del tiempo de uso de las terrazas: «No veo muy lógico que me cobren 2,60 por una lata de refresco y unas patatas de pincho y que además me pongan el cronómetro, me parece un poco violento».
Todo ello se recrudece, relata la joven desde una de las terrazas de la Praza Roxa, «teniendo en cuenta la cultura española de los bares, que te lleva hasta a disfrutar de ellos» sin poner horarios. No hizo falta más que preguntarle al chico que tenía enfrente, en la misma mesa y entre otros muchachos, para palpar la división de opiniones incluso entre los clientes más afines. Ante un café con leche estaba sentado Diego Otero, que empatiza con los hosteleros: «Es normal que prefieran que haya más movimiento en las terrazas y en todo el bar para que se pueda consumir lo máximo posible».
Bajo su punto de vista, es lógico que puedan existir estas limitaciones, «dentro de unos plazos razonables, que otra cosa es comer, por ejemplo». En este sentido, expone el joven que tendría lógica casi crear una especie de bonificaciones, «de modo que puedas estar más tiempo si tomas postre, si tomas café… Porque, al final, sigues consumiendo». Hasta pone un ejemplo: «No es lo mismo que alguien llegue para cenar a las ocho, comience con una caña, pida a las nueve y no se marche hasta las doce, que si se llega a las ocho y pico y a las diez ya abandonó el local», pues esto permite todavía al hostelero dar otro servicio de cena. Cierra su argumentación confesando algo: «Y ojo, que yo hago muchas veces lo que ahora critico, pero desde el lado del restaurante… Lo comprendería».
En el otro costado de la plaza están sentadas Silvia Rodríguez y sus amigas, al lado del parque infantil limítrofe donde juegan sus niños. Su punto de vista cuadra con el de Diego Otero, «siempre dentro del sentido común, que tampoco pueda ser que me den prisa». Pone el ejemplo que está viviendo, «al lado de un parque, de academias de inglés… No se puede pretender que la gente que está esperando por sus hijos se tenga que tomar cuatro cañas para poder estar en una terraza».
Parece haber acuerdo en torno a estas palabras en su mesa, pues el resto de mujeres acaban por aplaudirle tras haberla elegido como portavoz. Aunque su discurso no ha terminado: «También es verdad que, si nos suben los costes y además nos echan, vamos a acabar haciendo botellón en el parque y ya no tenemos edad», dice para concluir Silvia Rodríguez, entre risas.
Terrazas exclusivas para comer o cenar
Thor Rodríguez, el presidente de la Asociación Hostelería Compostela, apunta que tras la pandemia hay más de un restaurante que ha convertido su terraza en un lugar exclusivo para dar comidas o cenas, pues de esa manera se equilibra el gasto que origina tenerla abierta con los ingresos que genera. «Son medidas que están en la mano del hostelero, pero la verdad es que, en general, nunca hemos tenido un solo problema con clientes en terrazas, somos una ciudad pequeña y la ciudadanía nos cuida un montón». Antes de racionar el tiempo que se puede permanecer sentado en las mesas exteriores, de todos modos, el restaurante o bar debe haber avisado al cliente de esa limitación.
En estos momentos del año, cuando asoma de nuevo la temporada más baja, parece normal buscar alternativas. Ahora bien, es cierto que la hostelería no ha sufrido tanto como se pensaba, «precisamente porque las Navidades han sido positivas y la temporada veraniega se pudo alargar bastante», de modo que están en disposición de poder seguir aplazando los experimentos como este de la limitación del uso de las terrazas.