En cualquiera de las mesas de su terraza y bajo la sombra de los árboles que presiden el recinto, los platos saben, si cabe, todavía mejor. Elegir entre las variedades de pescado a la espalda que ofrecen —dependiendo del mercado uno puede encontrarse con lubina, sargo, dorada, sanmartiño, palometa roja…— será difícil, pero cualquiera de ellos cumplirá de sobra con las expectativas. «Lo hacemos entero para evitar que se seque y se abre justo en el momento de servirlo, sin espina. La salsa que se le echa por encima hirviendo lo termina de hacer», resume el propietario. El marisco de la zona, ya sea almeja, berberecho o zamburiña (sí, aquí la zamburiña es autóctona) nunca falla y si uno quiere darse un buen homenaje, el bogavante siempre es un acierto. Lo preparan cocido, con una mayonesa de chile, que contrasta a la perfección con su sabor intenso, pero también en salpicón o a la sartén, salteado a fuego muy fuerte. Para quienes opten por la carne, tienen un jarrete estofado y unas carrilleras de ternera tan jugosas que no necesitan cuchillo y que resbalan nada más entrar en la boca.
Los manzanos
En la terraza de este cámping ubicado en las afueras de A Coruña, concretamente en Santa Cruz (Oleiros), siempre apetece comer. La carta de Los Manzanos tira de los comensales en cualquier época del año, pero con los primeros rayos de sol conseguir mesa se empieza a poner complicado. «Tenemos una avalancha de reservas», aseguran. «Si hace bueno, hay que reservar con antelación, mínimo con una semana, si no, es imposible», señala Manuel Campaña, encargado del restaurante. Después de conseguir mesa, la siguiente decisión a tener en cuenta es dónde sentarse (siempre que haya para elegir). Tienen varios comedores: dos interiores, el de la chimenea y la galería; y varias zonas en el exterior: porches, terraza con cristal y otra con sombrillas. En cualquiera se está de vicio: en medio de la naturaleza, donde el único «ruido» es el agua del arroyo que cruza la propiedad, que en verano está tomada por los campistas. Los veraneantes también se sientan a la mesa del restaurante, principalmente en temporada alta, pero el grueso de la clientela son vecinos de la comarca. Este restaurante, donde tienen mucha fama tanto los arroces (sobre todo de bogavante y de marisco), los pescados, y las pizzas artesanales hechas en horno de leña, es el lugar perfecto para celebrar tanto una comida familiar, de amigos o de empresa. En la terraza caben entre 100 y 125 comensales, y en el interior, «porque también hay clientes que prefieren comer dentro». Esto lo convierte en el escenario perfecto para cualquier celebración: desde bodas hasta comuniones o bautizos. «Este verano ya lo tenemos bastante concurrido», apunta Manuel sobre la vuelta de los eventos a la vida social. El encargado del restaurante no se atreve a desvelar el secreto de esta terraza, pero les aseguro que si se sientan una vez, querrán repetir.