Platos con los que te puedes permitir confundir la sal con el azúcar (y viceversa)

Laura García del Valle
Laura G. del Valle REDACCIÓN / LA VOZ

SABE BIEN

Igual que Fani se equivocó dejando escapar a Christofer en «La isla de las tentaciones», todos hemos arruinado un pescado al horno o un plato de pasta echándole azúcar. Pero hay elaboraciones que salen reforzadas de estos errores

12 feb 2020 . Actualizado a las 18:29 h.

Es uno de los grandes temores de un cocinero, casi similar al síndrome de la hoja en blanco para un escritor. Ese error que puede dar al traste con una obra culinaria que habrá que enmendar... iniciando de nuevo el proceso. Confundir el bote de sal con el del azúcar es algo ramplón que le ha sucedido alguna vez hasta al más meticuloso de los maestros y, por supuesto, a aquellos que se distraen con con una conversación, una copa de vino o el anuncio de detergente que está saliendo en la tele. Sin embargo, no todos los platos sufren calamitosas consecuencias cuando se produce esta equivocación; es más, algunos incluso son capaces de dejar ver matices que no imaginaríamos. Quizás así, de comunes errores, como cuando dos trabajadores de la multinacional 3M inventaron los post-it probando la adherencia de un pegamento en un trozo de papel, nacieron populares y riquísimas elaboraciones.

Quien haya convivido con andaluces probablemente escuchase alguna vez hablar de ese desayuno clásico que consiste en pan con aceite y... azúcar. Mientras en el resto de España, y sobre todo en la cornisa mediterránea, es habitual disfrutar de unas tostadas con el oro líquido ibérico, tomate y sal, en Andalucía tienen su propia versión (que también suele prepararse con manteca colorá) dulce, que suele servirse en muchos colegios el 28 de febrero, día en el que la comunidad conmemora la celebración del referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía de 1980.

 Más y menos saludable

Otro de los platos que admite a la perfección ambos condimentos es el plátano frito. De hecho, es frecuente consumir este producto en su versión salada, formando parte del clásico arroz a la cubana, o como postre cuando hablamos de la alternativa dulce. En el primer caso suele pasarse por harina y, una vez rebozado, se fríe en el mismo aceite donde hemos preparado los huevos que acompañarán el plato. Un apunte: otra opción de plátano salado, y muy saludable, es prepararlo en forma de chips. solo hay que cortar rodajas muy finitas, espolvorear unas especias y al horno. En relación al plátano frito pensado como plato de postre también habría que cortar la fruta en rodajas del mismo tamaño y pasarlas por harina y huevo. Se dejan unos minutos para que se doren y, cuando sacamos los trozos y les quitamos el exceso de aceite con un papel absorbente, les espolvoreamos por encima un poco de canela y azúcar. Increíble. 

En la salsa de tomate encontramos otro ejemplo de una receta a la que el azúcar le va especialmente bien, aunque algunos puedan poner el grito en el cielo si descubren que le han puesto dulce al mejunje. El caso es que este endulzante funciona perfectamente para reducir la acidez del tomate natural cuando preparamos una salsa casera. Hay que añadir muy poca cantidad, preferentemente de azúcar moreno, e ir probando hasta que veamos que el sabor es de nuestro agrado. Al chocolate, no obstante, le ocurre justo lo contrario a la salsa de tomate. Lo que le va estupendo es una pizca de sal. Hasta hace unos años esto podría parecer un sacrilegio, pero es cierto que en los últimos tiempos han ido naciendo al calor de las tiendas gourmet bastantes variedades de tabletas de chocolate negro con sal. Quien las ha probado asegura que son un auténtico manjar porque la sal, lejos de estropear el sabor del cacao, lo potencia. Eso sí, la dosis debe ser mínima. En los coulant este toque salado queda fabuloso. También en los riquísimos brownies