Preocupación en el sector turístico gallego por un inicio de agosto marcado por el mal tiempo

Mónica Pérez Vilar
MÓNICA P. VILAR REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Muchos turistas optan por actividades a cubierto, como visitar la Catedral de Santiago.
Muchos turistas optan por actividades a cubierto, como visitar la Catedral de Santiago. SANDRA ALONSO

El turismo de interior resistió mejor el julio cambiante y los albergues ya hablan de un mal mes

27 ago 2019 . Actualizado a las 17:13 h.

Da empleo a 127.000 personas y se ha convertido en una de las grandes bazas para paliar el paro en la comunidad. El sector turístico sigue aumentando su importancia en Galicia, a la par que la llegada de viajeros continúa dejando buenas cifras y acumula ya cinco años de crecimiento positivo. Solo en la primera mitad del año se registraron más de 679.000 visitantes, que sumaron más de 3,4 millones de pernoctaciones en alojamientos gallegos. Con todo, los meses centrales del verano, julio y agosto, siguen siendo los caballos ganadores para la mayor parte de los negocios. Y, por el momento, están dejando una sensación agridulce. Desigual o ligeramente peor que el del año anterior son algunas de las expresiones empleadas por el sector hostelero y hotelero para hacer balance del mes de julio.

Desde la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña, su presidente, Héctor Cañete, reconoce que «ha faltado empuje» y que «la climatología no ha ayudado mucho», por lo que, a falta de contabilizar los últimos datos oficiales, prevén que los resultados del mes queden ligeramente por debajo de los logrados en el 2018. De cara a agosto, mantiene buenas expectativas, ya que asegura que empieza a notarse cierto «efecto jacobeo», pero que será el tiempo el que determine los resultados finales.

El verano cambiante que ofreció julio tuvo menor incidencia en destinos de interior. Así lo asegura el presidente de la Federación de Hostelería de Ourense, Ovidio Fernández. «En general, julio no ha sido lo que esperaba el sector turístico, la coyuntura internacional, con los turoperadores promocionando destinos como Túnez o Egipto, nos afecta a todos. Pero afortunadamente nuestra provincia sigue mejorando sus cifras, aunque más moderadamente», apunta. El atractivo de Ribeira Sacra es la perla de la corona, que genera además un efecto de atracción hacia la capital de la provincia. «El mal tiempo que no ayuda a otras provincias nos beneficia a nosotros. El que no puede ir a la playa optar por visitarnos a nosotros o acercarse a Santiago», remarca. Con todo, Fernández detalla que el que llega a tierras ourensanas es un «turismo itinerante», que realiza estancias de una o dos noches mayoritariamente.

El área de Ribeira Sacra marca también las mejores cifras de la provincia de Lugo, con un 98,2 % de ocupación en el mes de julio. Además, según revela Cheché Real, presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería y Turismo, la zona está atrayendo turistas de dos nuevas nacionalidades: chinos y coreanos. También la zona de la montaña lucense reparte al 50 % sus visitantes entre los de origen nacional e internacional. A Mariña fue la segunda área con mejor ocupación con un 95 %.

Desde la Federación Provincial de Hostelería de Pontevedra, su presidente César Sánchez habla de resultados desiguales según la zona. Así, Vigo y alrededores han marcado datos «muy buenos» de ocupación, al compensarse las bajadas provocadas por el tiempo irregular con la celebración del Mundial Junior de Balonmano y un importante número de trabajadores de la construcción vinculados a las obras de la estación de tren alojados en la ciudad. Con todo, puntualiza, se trata de un tipo de visitante que, más allá del alojamiento, realiza poco gasto en otros servicios hosteleros como restaurantes. Mientras tanto, en áreas como Pontevedra o Sanxenxo, aunque el mes empezó con menor presión turística de lo habitual, la ocupación se mantuvo estable, mientras que en áreas como O Grove o Baiona no ha dejado buenas impresiones. «La media provincial posiblemente será positiva pero esconderá situaciones muy distintas», indica Sánchez.

El posible efecto positivo que podría haber tenido para Galicia quedar fuera de la ola de calor que España vivió en julio, podría verse ahora anulado por un inicio de agosto difícil, marcado por las borrascas. «El mes ha empezado con sol en el resto del país y lluvia aquí, y ya se sabe que hay gente que huye de ella como si fuese lluvia ácida, habrá que ver cuál es la incidencia final», señala.

Fugas en los cámpings

Desde el sector del turismo rural, Cesáreo Pardal, presidente de Fegatur, apunta a que prevén que tanto julio como agosto dejen resultados «similares» a los del año pasado, de entre el 60 y el 65 % de ocupación en el primero caso y alcanzando incluso el 80 %, en el segundo. Apunta a que «un 10 % dependerá da climatoloxía e outro 10 % das reservas de última hora, que xa se converteron en tónica xeral».

Entre los cámpings gallegos, tras un julio desigual, flojo en la zona norte, con reservas anuladas en el sur y sorprendentemente más estabilizado en la Coste da Morte, la preocupación está centrada en lo mal que ha arrancado el mes de agosto. «Ibamos ben, pero con estas chuvias a xente está índose antes de tempo, só aguantan os bungalows», dice María Luisa Outón desde el camping Paxariñas, en Sanxenxo. Desde el camping Valdoviño, en Ferrolterra, también apuntan a una pérdida del 20 % de ocupación por las previsiones meteorológicas de los últimos días.

Albergues en baja forma

En lo que toca a los albergues, los buenos datos de peregrinos que deja el Camino de Santiago no están trayendo las alegrías previstas. «Semana Santa y mayo fueron buenísimos, pero en junio ya se notó un bajón y julio fue muy muy malo», afirma Borja Rodríguez, presidente de la Asociación Galega de Albergues Privados. Agosto, tradicionalmente el mes más fuerte, también ha arrancado flojo. «No sé si se debe a las habladurías de que el Camino está masificado, a la popularización de nuevas rutas o al exceso de oferta, que últimamente hay más camas que peregrinos», aventura, antes de apuntar que hace tiempo que ni siquiera ve colas en el albergue público de Arzúa, próximo a su negocio.

Trece concellos gallegos no tienen registrado ningún alojamiento turístico

La página web del Concello de Cualedro recibe a quien la visita con un enlace directo a la sección en la que recoge sus atractivos turísticos, como la formación granítica Pena Muller, el peto de ánimas de A Xironda, los miliarios de Lamas o el impresionante Castro de Saceda. Pero si uno se decide a visitarlos tendrá que hacer noche en algún municipio cercano. Y es que de los casi 12.600 alojamientos incluidos en el Registro de Empresas y Actividades Turísticas de Galicia (REAT) de este mes de agosto, ninguno está radicado en este concello ourensano perteneciente a la comarca de Verín.

La situación se repite en otra docena de municipios gallegos, en los que el REAT no recoge la presencia de hoteles, pensiones, albergues, cámpings o siquiera viviendas de uso turístico. La mayoría de ellos pertenecen a la provincia de Ourense. Es el caso de Larouco, Oímbra, Beade, Os Blancos, Paderne de Allariz, Toén, Verea, Maside, Vilardevós y Sarreaus. Sin embargo, un rastreo en portales de viajes y buscadores de alojamientos sí devuelve como resultado la existencia de casas de turismo rural en algunos de ellos, contradiciendo los datos más recientes del registro oficial.

Además de esos once ayuntamientos ourensanos, en la provincia de Pontevedra el municipio de Dozón también está ausente del registro de alojamientos turísticos a pesar de que por él transcurren dos etapas del Camino de Santiago en el recorrido conocido como Vía de la Plata. Existe, eso sí, un albergue de peregrinos público de titularidad municipal, que cuenta con 45 literas, dos habitaciones dobles y una individual.

En la provincia de A Coruña, el único concello sin alojamientos registrados en el REAT es el de Tordoia. A la hora de pernoctar en este ayuntamiento de casi 3.400 habitantes y 124 kilómetros cuadrados de extensión, los buscadores turísticos remiten a localidades limítrofes para poder pasar la noche sin tener que recurrir a la voluntaria hospitalidad de algún vecino.