La fiesta del 108 cumpleaños de Pancho, el abuelo de Galicia

María Cuadrado Fernández
MARIA CUADRADO FOZ / LA VOZ

GALICIA

Pepa Losada

Dicen que el secreto de su longevidad está en la dieta: ayer no faltaron los callos

30 nov 2018 . Actualizado a las 21:40 h.

Francisco Lestegás Eiras, más conocido en Foz como Pancho do Relámpago (por un barco en el que trabajó), está hoy de aniversario. Cumple 108 años. El protagonista del día ha ido sumando peldaños en el ránking: primero se convirtió en el abuelo focense, después se consolidó como el de A Mariña y ahora, según los registros consultados, es el hombre gallego más longevo, al menos si se tienen en cuenta los casos que han trascendido públicamente. Este selecto grupo, pero en el apartado femenino, lo encabeza Ramona Costoyas Rey, vecina de Silleda, que tiene 109 años.

Tanto Ramona como Pancho dedicaron buena parte de sus vidas a trabajar duro en el campo. Eran otros tiempos. Pancho también salió bien parado de varios temporales en el mar. Se inició en la pesca a los trece años y compaginó esa actividad con la labranza hasta que cumplió los 60. Así lo recordaba en una entrevista concedida a La Voz cuando alcanzó los 100 años: «Iamos ao mar cunha mazá e cun anaco de pan de millo. E con iso tiñamos para toda a noite».

Siempre se caracterizó por su vitalidad y por esa sonrisa perenne con la que da los buenos días o agradece una visita a su casa. El miércoles por la mañana lo encontramos en la cocina, acompañado de su hija Ramona y su yerno, y bajo la atenta mirada de uno de sus nietos, Francisco. Le recordamos la proximidad de su 108 aniversario. «Nin un máis pero nin un menos», se apura a precisar. Siempre con esa sonrisa pícara que le hace parecer más joven. «Que tal está? Agora haberá que ir por outro máis...», le comentamos, a lo que contesta: «A polos 109».

Siempre está rodeado de su familia y, aunque en esta ocasión no lo encontramos tan hablador como en veces anteriores, está pendiente de la conversación. Uno de sus nietos, Francisco, nos cuenta que, salvo los achaques inevitables de la edad, Pancho sigue haciendo gala de su buen apetito. No sabemos con qué tarta ni con qué merienda especial le sorprenderá hoy su familia más íntima, pero en el menú de su 107 cumpleaños no faltaron los callos con garbanzos, uno de sus platos preferidos.

Hay quien sostiene que la comida es su combustible, pero los que lo conocen bien destacan que parte de su gran vitalidad se debía a sentirse útil cuando colaboraba en las tareas de la casa y en el cuidado de los animales.

Se acuesta temprano

El de hoy volverá a ser un día que rompa su rutina. Sostienen sus nietos Francisco y María José que acostumbra a levantarse nunca antes de las once de la mañana y, al no dormir la siesta, procura acostarse temprano. Sobre las 20.30 horas se va a la cama. No concilia el sueño durante toda la noche, pero tampoco toma apenas medicamentos. Algún que otro problema de bronquios y los catarros le complican de vez en cuando alguna jornada, pero ahí sigue, al pie del cañón, soplando velas.

Este año también se ha vacunado contra la gripe y en días de frío procura no salir a la calle. La familia, que lo tiene entre algodones, no quiere que corra ni el más mínimo riesgo. «No inverno non sae, pero no verán senta fóra, na aira, e anda por aquí ao sol», asegura su nieto Francisco, que admite que en los últimos años ha perdido algo de visión.

En su casa de Marzán, el barrio en el que nació y en el que vive, transcurre la vida de Pancho, que lleva muchos años viudo y que tiene una hija, tres nietos y tres bisnietos, y al que con cien años le gustaba ir a jugar la partida todos los días y colaboraba en actividades de la asociación vecinal O Torques, de la que recibió un homenaje. En su casa familiar conservan el escudo de plata que le regaló el Concello cuando cumplió el siglo y numerosas fotos y reportajes protagonizados por el mismo que en septiembre del 2016, con 105 años, acudió a votar. En su hogar recibe a vecinos y a visitantes, muchos de estos intrigados por conocer en primera persona al que ahora se ha convertido en el abuelo de Galicia. Siempre dice que no sabe cuál es el secreto.

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En Foz hay quien sostiene que el secreto de la longevidad de Francisco Lestegás Eiras radica en la alimentación. Por su 108 cumpleaños, Pancho do Relámpago, el apodo familiar por el que es conocido por el barco en el que trabajó, no faltaron los callos con garbanzos, una de sus comidas preferidas.

Desde hace tiempo, no abusa de este plato, pero de cuando en vez se permite un lujo. Y ayer lo fue, al cumplir 108 años, lo que lo convierte en el hombre de más edad de Galicia. Solo lo supera una mujer, Ramona de Silleda, que ya sopló las 109 velas. Pancho se conjuró ayer para alcanzarla. Y para seguir ganando fuerza picó de su plato predilecto, los callos con garbanzos. ¡No podían faltar en ese día!

Dio buena cuenta de ellos y por la tarde se fue animando con las diferentes tartas, varias caseras, con las que fue agasajado por familiares. Porque amigos a Pancho no le faltan. A todos los recibió en la cocina, donde se siente más cómodo al calor de la leña que no deja de arder. Su rostro iluminado reflejaba que ayer no era un día más. Lúcido y con buen humor, Pancho estaba en su salsa.

«Coma un pícaro»

«Pásao coma un pícaro», apuntaba una de sus nietas, María José. Con ese ánimo fue recibiendo las felicitaciones de tantos vecinos. Por la mañana acudieron a su casa de Marzán representantes de la asociación O Torques, que le llevaron un diploma por su 108 cumpleaños. Pancho sigue siendo socio y fue activo colaborador de muchas de las actividades del colectivo vecinal. Ayer, además de felicitaciones, acaparó buen número de obsequios, donde no faltaron los bombones, prueba de cariño y afecto sincero.

Por la tarde, flanqueado por dos de sus nietos, una hija y su yerno, Pancho disfrutó de lo lindo compartiendo sus recuerdos del trabajo el mar. A su casa acudió, por ejemplo, Tom, armador focense con el que tiene una estrecha amistad, con el que trabajó unos años en la embarcación Santiago de Foz. Juntos coincidieron en cuánto ha cambiado el trabajo en el mar, idea que compartió el exconcejal Ramalleira, oriundo del barrio.

Y así pasaron las horas, con Pancho haciendo gala de su lucidez, recordando cómo en Marzán los marineros, aparte de ir al mar, se dedicaban a tareas como la labranza y el monte.

Llamada a Luar

Cuando uno apuntaba que se iba, él respondía: «Non te vaias. Non teño présa». Pancho en su salsa, camino ahora ya de los 109 años. Por cierto, no faltó una llamada telefónica a Luar para recordarle a Gayoso que lo felicitase. 

Quien también le visitó ayer fue el alcalde, Javier Jorge Castiñeira, que le regaló una réplica en chocolate de la basílica de San Martiño de Mondoñedo. "Vinno moi ben, moi lúcido", reconoció el regidor.