Pablo Rodal añade que dada la contundencia del plato, suelen sugerir que se comparta entre dos. Como recuerda, «nosotros no somos de cocina minimalista, ponemos buenas raciones», advierte. El vigués decidió dejar la logística en una empresa de automoción y sumarse al proyecto de hostelería de su hermano. Para ello se formó como sumiller. Así, los vinos, que al principio eran su talón de Aquiles, son ahora uno de los puntos fuertes del Othilio, con más de 300 referencias de todo el mundo. El hostelero se curtió también en otros aspectos de la profesión aprovechando la experiencia de su gemelo, que es al que desde niño le atrajo la gastronomía. Con 14 años ya expresó en el entorno familiar su deseo de ser cocinero, como su padrino, y comenzó su formación en la Escuela de Hostelería de Vigo. Continuó aprendiendo en la escuela superior de Santiago y en restaurantes como El Canario, en el Balneario de Mondariz o con el Real club Celta viajando por Europa.
Pero su «universidad fue el asador Los Abetos de Nigrán. Con 25 años fue jefe de cocina y lo estuvo llevando durante ocho años, con más de 50 personas a su cargo. Su determinación le llevó a conseguir hacer prácticas en El Celler de Can Roca junto a los hermanos Jordi y Joan, y tras años de mucha experiencia trabajando para otros (en Vigo también pasó por los fogones de El Secreto, en Rosalía de Castro, y de Da-Vid, en Urzaiz) se decidió a dar el salto. Su hermano Pablo cuenta que Carlos estuvo a punto de entrar en el concurso televisivo Top Chef, algo que ahora no le importa demasiado.