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El «brexit» puede favorecer las exportaciones de pesca gallega a Europa

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

SOMOS MAR

PEPA LOSADA

Un informe holandés sostiene que las exportaciones españolas podrían ocupar el espacio que dejarán los británicos

05 nov 2018 . Actualizado a las 11:47 h.

«No habrá ganadores» en el divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea, insiste Michel Barnier. Desde que tomó el timón de las negociaciones con Londres, el francés no se ha cansado de lanzar bengalas para advertir a británicos y al resto de los europeos de los peligros que se avecinan si el Gobierno de Theresa May opta por la puerta del brexit duro, una salida sin acuerdo.

Para la flota española, el acceso al Gran Sol, donde faenan 66 buques gallegos, no está garantizado. Aunque Londres tiene pensado mantener en vigor las licencias de los barcos gallegos de pabellón británico que faenan en sus aguas, todavía está por resolver qué pasará con la flota del calamar en las islas Malvinas, por ejemplo. La Xunta calcula que unos 535 millones de euros están en juego, ya que el golpe al sector puede arrastrar a la mitad de la economía gallega. Sin embargo, hay voces que apuntan a que España podría salir mejor parada de lo que se había calculado hasta ahora.

De crisis a oportunidad

Existe el temor en el sector a que la salida del Reino Unido de la Unión Europea y de la política pesquera comunitaria (PCP) derive en la asignación unilateral de cuotas de pesca para su propia flota. «Existe un peligro de sobrepesca», aseguraron los expertos al Comité de las Regiones. «Regiones con una fuerte industria pesquera como Galicia, que aspiran a continuar su actividad en aguas británicas, podrían verse severamente afectadas», insisten.

Lo cierto es que los pescadores han abundado en el hecho de que la flota británica no tiene capacidad para tomar todos los recursos de sus aguas, ni clientes para tanto producto. Por lógica, la exclusión de la flota comunitaria de sus aguas podría rebajar la presión sobre ciertas especies pelágicas migratorias, como la caballa, cuyas poblaciones llegan diezmadas a las aguas meridionales donde pesca la flota española. Un informe reciente de la Universidad holandesa de Wageningen rebate el pesimismo de las autoridades y sostiene precisamente que España, con permisos de acceso muy reducidos a aguas del Reino Unido, podría aumentar sus desembarcos un 1 % después del brexit, frente a las caídas del 43 % de las descargas belgas, el 30 % de las alemanas y un 15 % de las francesas. ¿Por qué? Sería razonable que esos segmentos de flota se desplazaran a otros caladeros del norte donde España no tiene tanta presencia.

Buscando nuevos mercados

«Tanto el sector pesquero de la UE como el del Reino Unido saldrían perdiendo, pero no el español, el cual podría beneficiarse de forma moderada de la reducida competencia de barcos británicos en sus aguas marítimas», añade el documento en el que se señala también que el brexit duro sí será un quebradero de cabeza para el sector transformador y las exportaciones británicas.

Mientras el Reino Unido «se verá forzado a buscar nuevos mercados para exportar en Asia y África» (aunque su incursión no compensará la pérdida del mercado europeo), España «podría tomar las riendas de los mercados de la UE y beneficiarse de esta nueva situación», señalan en el texto sus autoras, quienes calculan que las exportaciones de productos pesqueros españoles aumentarán un 3,1 % si relevan a la competencia británica.

Sucede que la flota española no depende tanto de los stocks en aguas británicas para poder sobrevivir, como sí es el caso de sus pares europeas, y tiene desarrollado un potente sector exportador, así que la carga del brexit duro para ella podría ser más liviana.

En cuanto a los precios, es posible que los productos pesqueros europeos experimenten un alza del 0,5% en contraste con la bajada del 0,3% prevista para los de etiqueta española.

La industria británica del procesado teme un fuerte impacto en las exportaciones

A pesar de la tentación del Gobierno británico de cerrar sus aguas y aumentar de forma desproporcionada las cuotas de su flota, lo cierto es que el equipo de May haría bien en bajar las armas y renunciar al unilateralismo. Eso es lo que quiere su industria del procesado. Las interconexiones con el Viejo Continente y los vínculos en el proceso de fabricación son tan importantes que hacen al Reino Unido especialmente vulnerable al proteccionismo comercial y los aranceles. Al menos un 75 % de las exportaciones británicas de pescado tienen como destino la Unión Europea.

Para evitar altísimas tarifas para la comercialización y barreras aduaneras, Londres deberá ceder, y eso significa no tensar la cuerda con otras flotas europeas y mantener lo más parecido al statu quo.

A pesar de todo, si los británicos abandonan el barco sin acuerdo, es posible que el sector experimente un aumento del 8 % de los costes administrativos. Cualquier empresa pesquera con capital europeo radicada en el Reino Unido tendrá que completar todos los trámites para conseguir prueba de origen, licencias de exportación y otros certificados que se exigen a compañías de terceros países para acceder al mercado interior. Incluidos los armadores gallegos que faenan con la Union Jack.

Son unas 80 naves con enseña británica para poder pescar en los caladeros del Gran Sol y el Atlántico norte, donde la Unión Europea tiene limitada la entrada a la flota española por las cuotas.