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¿Cómo alimentar el suelo para garantizar su salud?

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SOSTENIBILIDAD

XOAN A. SOLER

El borrador del Plan Estrategico Nacional para la PAC post-2020 advierte de la importancia de cuidar este recurso fundamental para la existencia de la vegetación y la agricultura

05 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Un suelo bien alimentado es un suelo fértil y sano. Sin él no habría vegetación, ni agricultura. Ese es un mensaje que hay que tener presente. Y más un día como el 5 de diciembre cuando se celebra el Día Mundial del Suelo. De ahí la importancia de conservarlo, evitando su erosión o su contaminación por plásticos, fitosanitarios o un exceso de nitratos procedentes de explotaciones ganaderas. La cuestión es cómo lograr el equilibrio que garantice el cumplimiento de objetivos como los que se marcan estrategias como De la granja a la mesa, que pretende reducir el uso de fertilizantes en un 20% o rebajar en un 50 % la pérdida de nutrientes.

El borrador del Plan Estratégico Nacional para la PAC post-2020, que salió esta semana a exposición pública, da algunas pistas. De hecho, el objetivo 5 hace referencia a las medidas necesarias para proteger los suelos. Antes de nada recuerda que «la erosión hídrica es una de las principales amenazas para el suelo, produciendo pérdida de fertilidad, alteraciones del ciclo hidrológico, daños en infraestructuras y dando paso a procesos de desertificación». Y advierte que algunas prácticas agrarias como el sobrepastoreo o determinadas prácticas de cultivo pueden provocar esos problemas. Pero del mismo modo que hay manejos que pueden resultar dañinos, otros pueden provocar un efecto totalmente contrario. La ganadería en extensivo o la rotación de cultivos son buenos ejemplos para ayudar a lograr el objetivo de degradación neutra del suelo que busca Bruselas. 

El pastoreo, como estiman estudios realizados hace unos años en Galicia, podría reducir en un  58% las emisiones de amoníaco, de las granjas gallegas. ¿Cómo? Duplicando el tiempo que las vacas pastan en el prado. Para ello, las explotaciones precisan aumentar su base territorial. La movilización de tierra abandonada que pretendn facilitar las diferentes herramientas de la Lei de Recuperación de Terra Agraria de Galicia está dirigida, entre otros, a cumplir ese objetivo: facilitar terreno a las granjas para poder realizar pastoreo, una práctica que a su vez previene incendios forestales, algo que indirectamente también ayuda a evitar la degradación del suelo provocada por el fuego. 

Tanto el pastoreo como la rotación de cultivos son prácticas que también están dentro de los ecoesquemas (actividades beneficiosas para el medio ambiente por las que aquellos agricultores o ganaderos que las practiquen de forma voluntaria recibirán un incentivo)  propuestos en el borrador. Pero esas rotaciones de cultivos, como apunta el documento, han de ir acompañadas de una gestión sostenible de insumos. Para ello resulta importante también echar mano de las nuevas tecnologías o los datos para calcular, por ejemplo, la cantidad exacta de fertilizante que preciso o dónde debo usarla porque no toda la superficie de una pradera precisa la misma cantidad de producto. 

La rotación de cultivos, según recoge el borrador, debe comprender como regla general «el cambio de cultivo cada año de, al menos, el 40 % de la superficie de tierras de cultivos herbáceos acogidas a esta práctica, pudiéndose reducir este porcentaje hasta el 25 %, por causas justificadas determinadas por la autoridad competente, en particular, cuando las especies plurianuales representen más del 25 % de la superficie o en caso de condiciones agroclimáticas adversas». También matiza que en el caso de granjas con menos de diez hectáreas deberán de realizarse al menos dos cultivos.

El por qué de la rotación de cultivos es fácil de entender: Ayuda a alimentar el suelo de modo adecuado. Por ejemplo, al combinar las plantaciones de maíz (uno de los cereales que más plantan los ganaderos por su utilidad en la alimentación de los animales) con praderas donde la hierba está mezclada con el trébol, lo que hace es aportar nitrógeno al suelo, reduciendo de ese modo el uso de fertilizantes químicos. Cómo hacer esa combinación: Por ejemplo, plantando maíz en invierno; y praderas combinadas con leguminosas como el trébol en verano. Porque lo que hacen las leguminosas es atrapar el nitrógeno que está en el aire para que entre en sus proteínas, pero cuando estas plantas o sus tejidos mueren, ese nitrógeno se queda en el suelo. La naturaleza, desde luego, es sabia. Solo hay que fijarse en cómo funciona.