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Claves de la batalla de las macrogranjas

m. cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS AGRO

Alvite

España tiene una de las regulaciones más estrictas de Europa en cuanto a explotaciones ganaderas, pero su apertura depende de las comunidades

27 dic 2022 . Actualizado a las 15:22 h.

El mismo día en que saltó la polémica en España sobre las declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre la calidad de la carne española procedente de macrogranjas, el titular de Agricultura galo, Julien Denormandie, anunciaba que una de las grandes prioridades de Francia durante la presidencia francesa del Consejo de la UE que ahora comienza, será la de asegurar que los productos agro-ganaderos importados respeten los mismos estándares que los europeos. E incluso hizo especial hincapié en el establecimiento de «cláusulas espejo» en los acuerdos comerciales con el objetivo de condicionar las importaciones agrícolas y ganaderas a que estas cumplan unas normas de producción como las marcadas por Europa. Esto derivaría, por ejemplo, en la prohibición de importaciones de carne de animales que fueron engordados con antibióticos, una práctica más que prohibida dentro de las fronteras de la Unión Europea.

Zanjar de una vez por todas esa cruzada es algo que llevan pidiendo años desde el sector primario en España (Planas ha puesto también más de una vez la demanda sobre la mesa en Bruselas), donde las normas de sanidad animal y vegetal son de las más estrictas del mundo e incluso de esa UE cuya soberanía alimentaria quiere blindar Francia al extremar los controles sobre los productos foráneos. Esa es la razón por la que organizaciones agrarias y productores han puesto el grito en el cielo al escuchar las «inoportunas» declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre la calidad de la carne que exporta España desde macrogranjas. Porque, como añaden, de tener conocimiento de que se está incumpliendo la normativa sobre calidad alimentaria y bienestar animal, la obligación del ministro es denunciarlo ante los organismos competentes.

¿Qué dicen las normas que rigen en España sobre las macrogranjas?

El concepto de macrogranja, como tal, no aparece definido como una categoría para clasificar las instalaciones ganaderas de producción en ninguno de los decretos aprobados o en tramitación que regulan a los sectores del porcino o vacuno (este último está en tramitación) en España. Lo que indican son unas cantidades máximas de unidades de ganado mayor (UGM) por instalación. Fuentes del Ministerio de Agricultura matizan que el concepto de macrogranja «no está definido porque no existe esa categorización de tamaño». Añaden, además, que es complicado definir cuándo podría calificarse como tal porque hay que tener en cuenta las peculiaridades de los distintos sectores ganaderos, los modelos de producción y las condiciones del entorno. «No es lo mismo hablar de 2.000 ovejas en extensivo que de 2.000 vacas de leche», dicen.

¿Una explotación de producción intensiva es una macrogranja?

La respuesta la dan fuentes del Ministerio de Agricultura: «No existe equivalencia entre la producción intensiva y macrogranja, entendida esta como una granja de gran tamaño». La cuestión es que ambos son conceptos que nada tienen que ver. Porque, como añaden esas mismas fuentes, «la definición del grado de intensidad de una producción ganadera viene determinado por la relación con el territorio no por el número de animales. Es decir, en base a que la actividad se desarrolle sobre el territorio, de donde el ganado obtiene buena parte de su alimentación, o lo hace en instalaciones cerradas».

¿De qué tamaño pueden ser las granjas de cerdos en nuestro país?

España limita, en base a lo recogido en el real decreto publicado en el 2020 —en el que se establecen las normas básicas de ordenación de las granjas porcinas intensivas y se modifica la norma de las granjas en extensivo— el número de animales que puede haber. Desde su entrada en vigor, las nuevas instalaciones, como apunta José Antonio Vidal, presidente de la Federación Galega de Porcino (Fegapor), el número máximo de cerdas madres es de 750 por explotación, en las de ciclo cerrado (aquellas en las que nacen y ceban los lechones para su posterior salida al mercado). En el caso de las que solo se dediquen a producir lechones de hasta 20 kilos, el número de madres puede alcanzar las 1.800. De todas formas, aunque hay un paraguas normativo que hay que cumplir a nivel estatal, la autorización para instalar una explotación ganadera es una competencia de las comunidades autónomas.

¿Cuándo hay que inscribir una granja porcina en el registro de emisiones?

La legislación española obliga a inscribir en el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (PRTR) las explotaciones de porcino con más de 2.000 plazas para cerdos de cebo de más de 30 kilos y aquellas que tengan más de 750 reproductoras. La mayor parte de estas granjas se concentran en Cataluña, Aragón y Castilla y León (comunidades que albergan el 56,9 % del total de explotaciones de esos tamaños que hay distribuidas en el país). La gestión de nitratos es una de las cuestiones por las que Bruselas ha tirado más de una vez de las orejas a España. En diciembre, la Comisión comunicó su intención de llevarla ante el Tribunal de Justicia de la UE por no haber tomado medidas suficientes contra la contaminación por nitratos.

¿Qué pasa con las explotaciones de vacuno?

Aunque no está regulada la denominación de macrogranja, esa definición comenzó a sonar en España al escuchar hablar de grandes complejos lácteos como el de Mudanjiand City Mega Farm, levantado en China hace unos años para surtir el mercado ruso, justo después de que Putin vetara la importación de productos lácteos de la UE. Calificada como la mayor granja del mundo, con 100.000 vacas lecheras en una superficie de unas 9.105,426 hectáreas, nada tiene que ver con el modelo productivo del tejido lácteo español, y menos aún el gallego. Según los datos que maneja UPA solo diez de las 10.342 explotaciones lácteas españolas tienen más de 800 vacas nodrizas.

Lo más parecido a las grandes explotaciones de Estados Unidos, Brasil o Australia podría ser la macrogranja de Caparroso, en Navarra, una instalación de unas 4.700 vacas e ordeño, ampliamente cuestionada por las organizaciones ecologistas.

De aprobarse el proyecto de real decreto para la ordenación de granjas de vacuno en España, cuya redacción definitiva está ultimándose ahora, una instalación como la de Caparroso no podría levantarse en España. Y menos aún una como la de Noviercas, que pretendía levantar una granja para unos 20.000 animales. El límite que pretende poner el Ejecutivo es de 850 vacas adultas. La elaboración de este decreto fue uno de los compromisos del ministro Luis Planas con el sector, preocupado por el desembarco de grandes fondos de inversión en macroproyectos que acabaran dañando a los ganaderos tradicionales (tanto con granjas con modelo intensivo como extensivo).

¿Qué tiene que saber el consumidor?

Productores de carne bajo sellos de calidad como Ternera Gallega Suprema no se cansan de repetir que el consumidor tiene que poder diferenciar el modelo de cría de un animal para luego poder elegir. Porque no es lo mismo un ternero que mama de su madre hasta los nueve meses que otro que es alimentado en un cebadero.

El PP pregunta a Pedro Sánchez si el acuerdo de coalición le «imposibilita» cesar a Garzón

J. M. C.

El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha salido en defensa de todo el sector ganadero, sin matizar el tipo de explotación de que se trate, después de que el ministro de Consumo, Alberto Garzón, haya puesto en entredicho el funcionamiento de las macrogranjas en una polémica que no cesa durante los últimos días. Planas no hizo ninguna referencia directa a su compañero de Gabinete, pero sí indicó que su «responsabilidad e interés» es con todo el sector ganadero.

Fueron las primeras declaraciones públicas que el titular de Agricultura realizó después del revuelo formado tras la entrevista concedida por Garzón a The Guardian en el que insistía en su crítica a las grandes explotaciones intensivas de ganado españolas y la calidad de la carne que de ahí sale. «Puedo decir en voz alta siempre, que es un sector clave en nuestra alimentación, en nuestra economía y en la realidad de muchas zonas rurales de España», afirmó Planas. «Tanto a la ganadería intensiva como a la extensiva las apoya plenamente el Gobierno», alegó. Planas no quiso hacer ninguna distinción para evitar que la crítica de Garzón siga convirtiéndose en un problema ante los ganaderos, sobre todo de cara a las inminentes elecciones de Castilla y León. No es la primera vez que Planas tiene que salir en defensa del campo por unas declaraciones del ministro de Consumo. El verano pasado, Garzón cargaba contra el consumo de carne por las emisiones que provocaban en el medio ambiente. Entonces, Planas explicaba que no le gustaba «quien señala con el dedo a mis agricultores y ganaderos».

«Quitan el sueño»

Mientras tanto, en las filas del PP siguen alimentando el fuego de la polémica. De hecho, los populares registraron ayer una batería de preguntas en el Congreso de los Diputados para saber si el acuerdo de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos imposibilita al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cesar al ministro de Consumo por sus «continuas declaraciones en contra de los intereses de España». Por su parte, el presidente del PP, Pablo Casado, exigió a Sánchez que cese al ministro de Consumo por sus «ataques» a los agricultores y ganaderos, a quienes «los ministros quitan el sueño». «Pido una rectificación, una disculpa, que se asuman responsabilidades», demandó Casado.