Patrocinado porPatrocinado por

El Gobierno desautoriza a Garzón y la oposición pide su cese inmediato

Somos Agro REDACCIÓN

GANADERÍA

LUCA PIERGIOVANNI

El Ministerio de Agricultura lo corrige y dice que tanto la ganadería intensiva como la extensiva son sometidas a estrictas normas de producción

06 ene 2022 . Actualizado a las 19:18 h.

La corriente de las declaraciones realizadas al periódico británico The Guardian en las que cargaba contra las macrogranjas que se ubican en localidades despobladas de España, diciendo que «contaminan el suelo, el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados», ha arrastrado al ministro de Consumo, Alberto Garzón, al borde de un precipicio del que va a costarle salir. Al igual que ya había ocurrido el pasado julio, cuando el ministro invitó a rebajar el consumo de carne de vacuno, el Gobierno vuelve ahora a desautorizarlo, mientras la oposición pide su cese inmediato. Él se defiendió en un tuit en el que dijo que todo es un «bulo promovido por macrogranjas contaminantes».

Tanto la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, como la de Educación, Pilar Alegría, coincidieron ayer en recalcar que Garzón hablaba «a título personal». E Isabel Rodríguez subrayó que «la opinión del Ejecutivo es la que emana del Consejo de Ministros y del apoyo del presidente del Gobierno al sector ganadero».

Mientras las ministras se desmarcaban de Garzón, el goteo de demandas de «rectificación o dimisión» por parte de organizaciones agrarias, productores y hasta cinco presidentes autonómicos —los socialistas Adrián Barbón (Asturias), Javier Lambán (Aragón) y Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha); y los populares Alfonso Fernández-Mañueco (Castilla y León) y Juanma Moreno (Andalucía)— no cesó. Pese a ese aluvión de críticas, la ministra portavoz no quiso hablar sobre si Garzón debe dimitir o no: «Eso se lo debería preguntar a él», dijo.

«Que dimita o lo cesen»

Quien ha pedido su cabeza es el PP. Su líder, Pablo Casado, exigió vía Twitter «responsabilidades y una rectificación inmediata» ante lo que considera «otro ataque a ganaderos y agricultores y a la imagen de nuestro país». En esa línea, la presidenta del Comité de Derechos y Garantías de los populares, Andrea Levy, dijo: «Lo normal es que dimita o le cesen. Que Sánchez le enseñe la puerta de salida». A su vez, Ciudadanos registró en el Congreso una proposición para reprobarle y reclamar su comparecencia parlamentaria y la del ministro de Agricultura, Luis Planas.

Más duro fue el presidente de Aragón, el socialista Javier Lambán, quien exigió su salida porque sus «desgraciadas e insensatas declaraciones son una agresión directa a una parte importante de la economía aragonesa, que se esfuerza por ser sostenible».

Lo que está claro es que esta nueva polémica no ayuda a la hora de sellar las fisuras abiertas entre el ala socialista del Gobierno y la de Unidas Podemos. Porque mientras la ministra portavoz reiteró que el sector ganadero es prioritario porque «no se entiende España» sin él, y no solo cumple con todas las directivas de la Unión Europea, sino que produce carne de «altísima calidad», el portavoz parlamentario de la formación morada, Pablo Echenique respaldó al ministro de Consumo: «Garzón defendió la ganadería extensiva (pequeños y medianos productores tradicionales) frente a las macrogranjas (fondos buitre y grandes corporaciones). Esto es casi unánime en el mundo rural. ¿Los que han salido en tromba defienden las macrogranjas?».

Por su parte, vicepresidenta segunda Yolanda Díaz hizo suyo el discurso de Garzón al apoyar en un tuit la «ganadería sostenible», pero sin mostrar un respaldo explícito al ministro.

Lo que está claro, más allá de polémicas, es que las normas que marca Bruselas en materia de seguridad alimentaria y bienestar animal son de las más estrictas del mundo. España debe cumplirlas. Esa fue la baza que sacó el Ministerio de Agricultura para tratar de arreglar este nuevo desaguisado. Fuentes del departamento que dirige Luis Planas explicaron que «España produce alimentos de calidad, de reconocido prestigio en los mercados internacionales. En los países miembros se aplican los estándares de producción más exigentes del mundo. Los modelos de producción intensiva y extensiva conviven y generan empleo y economía en los pueblos españoles».

Ordenación del sector

Además, matizan que están actualizando la norma de ordenación de los sectores ganaderos, como ya se ha hecho con el porcino y el avícola, y como se hará con el sector vacuno (carne y leche). «El objetivo —dicen esas mismas fuentes— es ir hacia producciones cada vez más sostenibles y apoyar a las explotaciones familiares y profesionales». De hecho, Agricultura prepara un decreto por el que se prohibirán las macrogranjas de más de 850 unidades de ganado mayor o, lo que es lo mismo, cerca de 725 vacas en ordeño. Cuando entre en vigor quedarían vetados proyectos como la macrogranja de Noviercas, en Soria, con capacidad para más de 20.000 animales en ordeño. 

De la carne al Nutriscore o los juguetes

Cuando Pedro Sánchez dibujó el mapa de carteras de su Gobierno no tuvo en cuenta —y eso que se lo advirtieron— de las consecuencias que podría tener quitar al Ministerio de Sanidad las competencias en Consumo para crear una cartera propia. El tiempo ha demostrado, varias veces, que hay materias que no deben separarse, o al menos que al hacerlo haya garantías de que el diálogo entre carteras será constante. Y más en una materia como el consumo que, además de tocar el palo de la sanidad, también afecta cuando se habla de ciertos productos al sector primario. La última prueba es que Alberto Garzón ha vuelto a tropezar en la misma piedra: la carne. Porque esta no es la primera vez que es desautorizado por el Ejecutivo al hablar, como le acusan desde el sector ganadero, sin conocimiento o sin tener en cuenta las arenas movedizas que tratan de engullir a los productores. Hace tan solo unos meses, en julio, Sánchez fue el encargado de desautorizar su campaña para reducir el consumo de carne roja: «A mí, donde me pongan un chuletón al punto, eso es imbatible».

Pero al que realmente enfadó el vídeo de Garzón en el que decía que comer menos carne mejoraba la salud (pese a que él la había servido en su boda) y ayudaba a combatir el cambio climático fue al titular de Agricultura. Acostumbrado a la diplomacia europea, Luis Planas defendió entonces a los ganaderos alegando sobre la campaña lanzada con el eslogan #MenosCarneMásVida: «Es tan errónea como la del azúcar mata».

Pero no son las únicas polémicas polvaredas levantadas por Alberto Garzón desde que es ministro. Cuando aprobó el etiquetado Nutriscore para marcar el índice nutricional de los alimentos desató la ira de los productores de aceite de oliva y de los de porcino. Al final, tanto el aceite como el jamón quedaron fuera de un modelo que daba mejor calificación nutricional a los refrescos que a esos productos de la dieta mediterránea.

Entre sus últimos desatinos está la campaña #HuelgaDeJuguetes contra el sexismo, valorada en 80.000 euros. Esa vez molestó a fabricantes de juguetes que alegaron que «se instrumentaliza a niños incitándoles a la huelga contra un derecho fundamental».