«É fake? Non, é Lugo»: los sucesos que hacen a la ciudad amurallada viral en redes

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

LUGO

El domingo del San Froilán del 2018, un hombre aró una finca dejando dos coches atrapados.
El domingo del San Froilán del 2018, un hombre aró una finca dejando dos coches atrapados. ALBERTO LÓPEZ

Del «gato disyóquei» a las 222 plantas de marihuana legales, miles de usuarios de Twitter reaccionan ahora a las mejores historias ocurridas en territorio lucense

29 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Estas cousas só poden pasar en Lugo». Esta frase, repetida por decenas de usuarios de las redes sociales durante los últimos días, resume perfectamente la concepción que tiene gran parte de la población de Galicia sobre los curiosos acontecimientos que ocurren en la provincia lucense.

El pasado miércoles, un tuit publicado por el usuario @jgburgo comenzó a hacerse viral a una velocidad pasmosa. En él, el joven quiso expresar un pensamiento que llevaba tiempo en su cabeza, Por ello, creó un hilo [una sucesión de tuits] sobre «noticias de la mejor ciudad de España, ¡LUGO!», según él mismo. 

A partir de ahí, su cuenta se volvió un reservorio comunitario de piezas recientes, históricas y hasta desconocidas, pero todas con un factor en común: que ocurrieron en Lugo. Tanto es así, que ya se ha vuelto una broma recurrente en las redes sociales el «é fake? Non, é Lugo», dando a entender que los sucesos que ocurren en la ciudad amurallada parecen eso, falsos. 

Esta sucesión de eventos provocó reacciones de todo tipo. Entre ellas, más de 500 retuits y más de mil me gusta. Durante más de 24 horas, las aportaciones de otros usuarios no dejaron de llegar. Las piezas informativas que se iban sumando al hilo iban desde un contenido violento hasta uno más amable, pero todas realmente curiosas.

Del «gato disyóquei» a las 22 plantas de marihuana

Los ejemplos se contaban por decenas. Imperdibles son algunos como la historia del gato que puso la música a todo volumen en su casa de la Ronda de Fontiñas. Los agentes comprobaron que no había nadie en el interior de la vivienda y tras realizar las sucesivas investigaciones localizaron a la propietaria del piso fuera de la ciudad. Al manifestarle lo ocurrido, declaró que probablemente el que había accionado el equipo de música fuera su gato, que tiene costumbre de encenderlo y jugar con la rueda del volumen.

Otra de las que no pasó desapercibida fue la contestación de un hombre que circulaba en patinete por la vía pública de Lugo el pasado mes de septiembre. Esta persona, que iba de forma ilegal subida en el vehículo con otra persona, llamó «lerchas» a los agentes que los interceptaron

Los sucesos que implican a las fuerzas del orden son de las más populares en el imaginario colectivo con respecto a Lugo. Uno de los vecinos de la ciudad amurallada más conocidos por los agentes -y por los lucenses en general- es un joven llamado Johnny. En agosto del 2019, saltó a las portadas de los medios de comunicación tras un accidente en el que empotró su coche contra la Muralla. A pesar de la gravedad del accidente, Jonathan no dudó de alardear en redes sociales de lo sucedido. Aún estaba ingresado en el Hospital Universitario Lucus Augusti, al que fue trasladado tras el accidente, cuando subió un vídeo a Instagram en el que escribía: «un día me duró pero me la goze k me kiten lo bailao el cráneo reventao». 

Fue la policía quien acudió a una de las peleas más mediáticas de los últimos años en la ciudad amurallada. En enero del 2019, dos abuelos acabaron a navajazos en el centro social Maruja Mallo tras una trifulca originada en una partida de dominó. Tras preguntar los agentes por lo sucedido, supuestamente nadie sabía nada de lo ocurrido y todos los presentes se limitaron a decir que los hechos se produjeron en el interior de un cuarto de baño. Les requisaron dos navajas, de siete y ocho centímetros. Por suerte, ninguno revestía heridas de gravedad. 

Más reciente fue el apuñalamiento sucedido hace unas semanas en la Praza de Santo Domingo. Una mujer le asestó dos cuchilladas a una indigente sin haber mediado palabra, después de haber amenazado a los clientes de una cafetería cercana. Después de la agresión, se sentó a tomar algo en una terraza de la calle colindante, a apenas 100 metros de donde yacía la víctima. Allí, fue detenida por la Policía Nacional. Los testigos no daban crédito a lo ocurrido. 

Más reciente es el episodio que vivieron los vecinos del barrio de San Lázaro el pasado domingo. Y es que un joven lucense acabó en medio del río Miño con su coche, justo junto al lavadero del Club Fluvial. Por suerte, pudo salir por su propio pie, ya que, de hecho, regresó caminando a su casa, dejando el vehículo dentro del agua. Una grúa rescató el turismo del Miño.

En el mismo barrio, los vecinos tuvieron que lidiar el pasado mes de septiembre con una visita muy peculiar. A una joven peregrina alemana, recién llegada a Lugo en su trayecto hacia Santiago, le pareció buena idea plantar su tienda de campaña y pasar la noche sobre uno de los nichos del cementerio de San Lázaro. Esta decisión provocó la intervención de la policía la mañana siguiente. Los agentes desalojaron a la mujer, que más tarde declaró que se instaló allí porque «le gustaba el silencio», y que, para eso, «el cementerio era el lugar ideal». 

Sin embargo, estos sucesos curiosos no son exclusivos de la ciudad de Lugo. En el rural, estas historias se suceden incluso más habitualmente. Una de las más curiosas sucedió en noviembre del 2018. Un, ciertamente, talentoso lucense fue interceptado por la Guardia Civil en la carretera LU-530, que une Lugo con A Fonsagrada. No fue requerido por un exceso de velocidad, una imprudencia grave o por una posible conducción bajo los efectos del alcohol, sino que la causa era el propio vehículo en el que circulaba. 

Con piezas viejas procedentes de material forestal y de otros medios de transporte construyó una especie de patinete pero con sillín y reposapiés incluidos. Para depósito de combustible eligió el de una mini-moto; para sentarse y dirigir el artilugio echó mano del asiento y del manillar de dirección de una bicicleta y para avanzar optó por añadirle el motor y el acelerador de una desbrozadora. Un conjunto de elementos que se soportaban en un bastidor de fabricación casera. El curioso artilugio, por supuesto, no tenía permiso para circular por esa vía. Ni por ninguna, realmente.

Del ámbito rural, aunque ocurrida en la ciudad de Lugo, fue la historia que protagonizaron un tractor y dos vehículos durante el domingo del San Froilán del año 2018. Un labrador lucense, aquel día, decidió que la jornada era propicia para arar una finca con su tractor Kubota. El único inconveniente que tenía era que había dos coches aparcados en la leira. Sin embargo, pareció no importarle, y procedió a labrar la tierra a su alrededor, dejando solo el trozo sobre el que se posaban los vehículos, que quedaron atrapados. Para terminar, el hombre quiso añadir un detalle: «E aínda teño que deixar eses cachos!». Ni siquiera pareció quedar convencido de su hazaña.

No del rural, pero sí relacionada con el cultivo, estuvo una polémica sentencia que salió a la luz el pasado día 30 de septiembre. En ella, un juez de Lugo absolvió a un vecino de Begonte, a quien la Guardia Civil había requisado 222 plantas de marihuana de su casa. El magistrado, en un escrito pionero en España, exculpó al lucense alegando que las plantas entraban dentro del consumo propio a nivel legal, y porque no se habían encontrado pruebas de que fuese a traficar con la droga. Lo curioso del caso y la llamativa cantidad de marihuana aprehendida hicieron que la noticia corriese como la pólvora por medios de todo el país. 

La judicatura es uno de los ámbitos que más páginas de periódicos ha llenado en los últimos años en Lugo. La figura más mediática de este sector -con permiso de la jueza Pilar de Lara- fue la magistrada María Jesús García Pérez. Quizás su nombre real no sea fácilmente identificable para los lucenses, pero su apodo es inconfundible. La «jueza del tarot» o «jueza pitonisa» fue la protagonista de la vida judicial lucense durante varios meses, ya que sorprendió a propios y a extraños con sus actividades en su tiempo libre. Se dedicaba a leerle las cartas a quien se lo solicitara, en una consulta de tarot que llevaba su asistente (quien ahora es su marido), pero que ella «atendía de vez en cuando». Llegó incluso a ser propuesta para sanción por el Consejo General del Poder Judicial por estas prácticas, y terminó pidiendo el traslado a un juzgado de A Coruña. 

Las historias de este tipo que la provincia de Lugo protagoniza habitualmente parecen ahora hacer las delicias de los usuarios de las redes sociales. A pesar de que algunas de ellas lleguen a resultar desagradables o peligrosas, mientras que otras son, simplemente, curiosas, lo único cierto es que, sí: lo que pasa en Lugo, no pasa en ningún sitio