Tais Pérez y Sergio García, psicólogos: «La ansiedad puede tener unos síntomas muy desagradables, pero nunca es peligrosa»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Sergio García Morilla y Tais Pérez Domínguez son psicólogos clínicos y brindan terapia a adultos, niños y adolescentes.
Sergio García Morilla y Tais Pérez Domínguez son psicólogos clínicos y brindan terapia a adultos, niños y adolescentes. Carlos Ruiz B.K. (Contumaz Studio)

Ambos profesionales recalcan que el problema no es sufrirla, sino encontrar el camino para rebajarla y evitar que esta nos acabe dominando. Para conseguirlo, proporcionan varias estrategias

27 sep 2022 . Actualizado a las 14:03 h.

Confusión, mareos, náuseas, visión borrosa, sudores fríos y opresión en el pecho. Son algunos de los síntomas que pueden llegar a experimentarse en un ataque de ansiedad. Una realidad que Tais Pérez y Sergio García, conocen de buena mano. Ambos son psicólogos clínicos. «Intentamos recopilar quince años de trabajo en la terapia privada para dar con una forma que puede ayudar a cualquier persona que tenga un problema de ansiedad», comenta García. Es ahí donde nace Tu ansiedad bajo control (Zenith, 2022), una guía con la que pretenden que los lectores puedan llegar a entenderla y en consecuencia, no dejar que esta les domine. 

—¿Por qué sufrimos ansiedad?

—S: Todos sentimos ansiedad. Pero una cosa es eso y otra sufrirla. Cuando se vuelve limitante, te genera un malestar subjetivo muy intenso y te limita de alguna forma. 

—T: Eso quiere decir que el problema no es la propia ansiedad. Sino que yo tenga ansiedad por hablar en público y deje de ir a dar esa charla porque sufro ansiedad; cuando tengo agorafobia y dejo de salir de casa porque sufro ansiedad. 

—¿Cómo superar un problema así?

—S: Depende. La pregunta es estupenda, pero depende mucho de lo que estemos hablando. La respuesta a la ansiedad es compleja. Depende del contexto, de la historia de aprendizaje de la persona, de las herramientas. Tiene al menos tres pilares importantes: cómo la ansiedad se manifiesta en mi cuerpo a nivel fisiológico, lo que llama la gente el síntoma; también qué me hace pensar a nivel cognitivo, las preocupaciones u obsesiones; y también a nivel conductual, qué dejo de hacer por la ansiedad. Teniendo todo este cóctel de contexto, interacción, habilidades de aprendizaje, nos da un mix que dependerá mucho de la historia personal de cada uno.

—¿Estos síntomas pueden cambiar?

—T: No se manifiesta igual la ansiedad en una persona que en otra. Ni se manifiesta igual en diferentes contextos. No tengo la misma sintomatología cuando tengo un examen que cuando hago esta entrevista contigo por teléfono, se manifiesta de forma diferente.

—S: Hay una cosa también interesante que es que, si eres propenso a la ansiedad, te interesa conocer todas las caras que la ansiedad pueda tener. Aunque tú solo sufras una, por ejemplo, que tengas síntomas de hiperventilación, también interesa ver el perfil sintomático distinto porque la ansiedad cambia a lo largo de la vida. Si ya sabes lo que es, no te asustará y lo gestionarás mejor. 

—¿Existen casos en los que la persona tiene esos síntomas y no sabe qué es ansiedad?

—T: Sí, se hacen muchas percepciones erróneas del conjunto de síntomas. Realmente, es falta de conocimiento. Por eso, los primeros capítulos están dedicados a explicar eso. Porque solo con esa explicación y el volver a sentir el síntoma, la ansiedad en sí misma desaparece. Porque se pierde el miedo. 

—S: Si lo llevamos al extremo, el ataque de pánico es la máxima expresión de esto que estamos comentando. La persona interpreta erróneamente que le va a dar un infarto, cuando no es así. Interpreta erróneamente que va a perder el control de voluntad de su cuerpo, de sus pensamientos o que se va a volver loco. La interpretación que yo haga de cómo me siento, lo que pienso o lo que hago, es clave cuando trabajamos con ansiedad. La primera etapa del libro es eso, explicar bien qué es la ansiedad y por qué siento lo que siento. Sin eso, no podemos seguir avanzando. 

—¿Es lo mismo una crisis de ansiedad que un ataque de pánico?

—S: Se puede decir que sí. La ansiedad es esa expresión de la que hablamos, una respuesta de lucha e huida. Y el ataque de pánico, una exacerbación. Son los mismos síntomas, pero llevados a un punto de intensidad muy grande, muy elevado, en un período muy corto de tiempo. Las personas describen el ataque de pánico como algo que viene caído del cielo, dura poco, entre 10 o 15 minutos, y después queda como un eco que puede durar minutos u horas incluso. Es la misma sintomatología de la crisis de ansiedad, pero mucha más intensa, mucho más desagradable y acompañada de pensamientos catastróficos como «me va a dar un infarto», «me voy a desmayar», «voy a perder el control», «me voy a volver loco». Hablamos de lo mismo, pero en otro término. 

—T: Hemos visto en redes sociales que últimamente se hacen diferencias entre las crisis de ansiedad y los ataques de pánico, pero es una diferencia que se hace en la calle y no a nivel clínico. Nosotros lo que hemos visto es que la gente intenta diferenciarlo diciendo que las crisis de ansiedad es algo que va pasando poco a poco y que el ataque de pánico se da toda la sintomatología con su mayor intensidad de repente. Pero no es una diferencia clínica. 

—¿Y el miedo y la ansiedad, son lo mismo?

—S: La ansiedad es esa respuesta de lucha y huida. El miedo puede llegar a ser paralizante cuando nos enfrentamos a él, pero en términos prácticos, lo que mi cuerpo siente, se parece bastante a la ansiedad. Y desde la clínica se trabajan de una manera parecida. El miedo quizás tiene una interpretación más relacionada con cómo elaboro yo eso a nivel de sentimientos. La ansiedad es más básica, de respuesta fisiológica, más directa. Son matices lingüísticos. La psicología es una de esas disciplinas en las que el conocimiento de la calle se mezcla con el conocimiento clínico-académico. Hay términos como la autoestima o la personalidad que se tratan de una forma en la calle y que de otra en la clínica. 

—Algo frecuente es el miedo a la salud, la hipocondría. 

—T: La ansiedad por la salud es lo que se llamaba hipocondría. Pero como parece un término como despectivo, lo han cambiado. Realmente, la ansiedad por la salud son preocupaciones excesivas que giran en torno a la salud de uno mismo o de terceras personas. Normalmente, cercanas. Es una preocupación excesiva porque nos lleva a intentar, de alguna manera, evitar esa ansiedad llevando a cabo estrategias que muchas veces cronifican el problema, como buscar en Google. Es uno de los problemas psicológicos más difíciles de trabajar porque la ansiedad por la salud es necesaria. Si yo no tengo esa ansiedad, no voy a las revisiones anuales ginecológicas, no voy al oculista cuando me toca, no me hago las analíticas de sangre que me tengo que hacer… El problema es cuando voy al ginecólogo diez veces al mes; o al contrario, cuando no voy nunca. 

—¿Es un problema que va a más?

—S: Todos los problemas psicológicos son contextuales, es decir, dependen del momento histórico y del lugar en el que vivamos. Acabamos de salir de una pandemia global, no es extraño que el repunte de ansiedad por la salud se haya disparado porque hay motivos para ello. No es casualidad que en una sociedad como en la que vivimos nosotros a día de hoy el estrés, la depresión o el burnout sean los trastornos mentales más comunes. Responde a un modelo y a una forma de vida. 

—¿Qué es la ansiedad social y cómo se puede gestionar?

—S: Jean Paul Sartre decía que el infierno son los otros. Se refería al juicio, al miedo, a la mirada del otro. A que me valoren negativamente y que esa valoración negativa me deje solo. La ansiedad social es la máxima sensibilidad a ese juicio. A la exposición social, a que te diga una cosa inadecuada, a que mi opinión no guste o no encaje. En realidad todos hemos tenido ansiedad en algún momento de la vida, en un grupo de amigos, miedo a no encajar en un grupo de trabajo… El problema es cuando se vuelve un trastorno. Cuando dejas de quedar, cuando lo que sientes es tan intenso que no te merece la pena tener una conversación con una persona, o crees que no eres capaz. La ansiedad social responde a todas esas dificultades y malestares que se dan en cualquier tipo de interacción social. 

—T: La fobia a hablar en público, que es tan recurrente, forma parte de la fobia social. 

—En el libro también recalcais la importancia de todo lo contrario: saber decir «no». 

—S: Es una de las herramientas de las que nosotros somos muy partidarios. La asertividad como modelo de comunicación es clave en las personas que tienen esa ansiedad. Porque no solo está esa exposición, sino también a sobrecargarse, a decir a todo que sí en la vida porque eres incapaz de decir que no. Porque tienes miedo a que ese «no» provoque que te rechacen. Una de las claves es esa: saber decir que no en el momento adecuado y con la persona adecuada. 

—Sobre las estrategias de relajación. ¿En qué consisten y cuándo se deben llevar a cabo?

—T: Las estrategias de relajación no son para todos los problemas de ansiedad. Eso es lo primero. Hay momentos en los que resulta contraproducente, como en personas que tienen ataques de pánico con una sintomatología respiratoria. Les puede provocar el propio ataque de pánico.

Y después, las estrategias de relajación emitidas en el momento en el que se sufre ansiedad pueden cronificar el problema. Funcionarían de base como puede funcionar un trankimazin. Si yo, por ejemplo, tengo fobia a volar, algo que vemos muchas veces en consulta, y le hablamos de hacer exposiciones, y la respuesta es: «Pero si yo tengo fobia a volar y siempre vuelo…». Vale, pero, ¿y cómo vuelas? Y ahí es cuando te cuentan que solo lo hacen si se sientan en la ventanilla, se hacen unas sesiones de respiración y se toman un trankimazin. A nivel funcional, en psicología, todas estas estrategias son iguales. Es decir, la persona no termina de afrontar o aceptar la ansiedad y hacen que la fobia a volar persista aún más. Vuela sufriendo. 

Las estrategias de relajación, si se quieren hacer, siempre deben hacerse antes de sufrir ansiedad o ya después de sufrir la exposición. Pero nunca durante. Y no todo el mundo. 

—En este caso concreto de la fobia a volar, ¿qué estrategia de relajación se llevaría a cabo entonces? ¿Y cómo actuaría esta?

—S: La única estrategia de relajación en este caso sería de carácter corporal. Intentar evitar que la persona se encuentre tensa en el asiento. Porque la clave de la estrategia de relajación, lo que busca, es intentar encontrar una conducta alternativa a la conducta de la atención relacionada con la ansiedad. En el caso de la conducta a volar lo que recomendaríamos es que se relajara el cuerpo. Vivir la experiencia de una forma relajada para darle a entender a tu mente, por así decirlo, de que no hay ningún temor. Más allá de esas técnicas de relajación no recomendaríamos ninguna. Porque con otro tipo de estrategias de relación puede actuar como elemento de distracción o de tranquilización. 

Lo que buscamos es entrar en contacto directo con la ansiedad para que la persona se de cuenta que todo eso malo que piensa, no ocurre. Y si ponemos cualquier elemento en medio, no sabemos eso. «Menos mal que me tomé la pastilla porque si no, me hubiera dado algo». Dejas de estar en contacto con la propia naturaleza de la ansiedad. Que sí, puede tener unos síntomas muy desagradables, pero nunca es peligrosa. Puedes pensar que te vas a volver loca o que vas a perder el control, pero nunca ocurre de verdad. Si la ansiedad fuese peligrosa no la hubiésemos heredado de nuestros antepasados. Evolutivamente hablando, contamos con una serie de estrategias o herramientas emocionales que no tendríamos si fuese algo tan malo para nuestra supervivencia. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.