La autoestima: «Va calando el mensaje de que si no eres feliz, es porque eres tonto, y eso es un disparate que genera mucha frustración»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

La Voz de la Salud

Te explicamos qué es la autoestima, cómo podemos detectar si la tenemos alta o baja y cómo se puede mejorar

10 oct 2022 . Actualizado a las 19:06 h.

La autoestima podría definirse como el conjunto de creencias, percepciones, evaluaciones y pensamientos que tenemos acerca de nosotros mismos. El primero en intentar definirla fue William James, filósofo y psicólogo estadounidense del siglo XIX. «Viene de lejos, fue uno de los primeros autores en plantear una definición allá por 1890. En ella destacó el componente afectivo, considerándola como un fenómeno que se vive como una emoción o sentimiento hacia uno mismo», plantea Miguel Ángel López, psicólogo especialista en psicología clínica y miembro de la Sociedad Española para el avance de la Psicología Clínica y de la Salud (SEPCyS).

«Más recientemente, autores como Rosenberg la definen como un actitud positiva o negativa hacia un objeto particular: el sí mismo. Este autor añadió la dimensión cognitiva a la afectiva, incorporando el factor evaluador. En este sentido, consideró que la autoestima implicaba establecer comparaciones entre uno mismo con determinados valores. También aportó un instrumento para medirla que ha sido uno de los más utilizados hasta la actualidad, dicho esto con las reservas que requiere cualquier medición de un constructo», añade López. Así, Rosenberg elaboró una escala de diez preguntas con las que pretende medir, además de la autoestima, la autoeficacia y la autoidentidad. 

«La autoestima engloba pequeñas cosas y tiene que ver con la percepción evaluativa de nosotros. Con el siento, pienso y hago. Es decir, la coherencia con la que nos movemos por el mundo», indica Elena Daprá, psicóloga sanitaria experta en bienestar psicológico en la empresa y vocal de sección del Colegio Oficial de Psicología de Madrid. «Dentro de ella tenemos diferentes puntos: el autoconocimiento, la autovaloración, autoaceptación, autorespeto, autosuperación, autoeficacia y autodignidad», añade. 

¿Cómo se forma? Poco a poco. Se trata de un proceso que empieza en la infancia «y con el desarrollo, irá variando en función de la biografía y biología de la persona», considera López. Más concretamente, apunta a procesos de validación e invalidación en el contexto familiar y social en el que se desarrolle la persona. «Se conforma a medida que vamos creciendo y nos vamos relacionando con los demás porque somos seres sociales. A medida que vamos desarrollando nuestra propia opinión acerca de nosotros y de los demás. Es decir, hay un 'yo' y hay un 'otros'. Pero aunque irá variando con las diferentes etapas de la vida, es un concepto más o menos estable», asegura Daprá. 

El test de Rosenberg consta de diez afirmaciones que hay que valorar desde el 1 al 4 . De los ítems 1 al 5 se puntúan de 4 a 1 siendo 4 muy de acuerdo y 1 muy en desacuerdo .De los ítems del 6 al 10, las respuestas se puntúan de 1 a 4, a la inversa, 1 es muy de acuerdo y 4 muy en desacuerdo.

 1. Siento que soy una persona digna de aprecio, al menos en igual medida que los demás. (Puntúa del 1 al 4: 1 en desacuerdo y 4 totalmente de acuerdo).

2. Estoy convencido de que tengo cualidades buenas. (Puntúa del 1 al 4: 1 en desacuerdo y 4 totalmente de acuerdo). 

3. Soy capaz de hacer las cosas tan bien como la mayoría de la gente. (Puntúa del 1 al 4: 1 en desacuerdo y 4 totalmente de acuerdo). 

4. Tengo una actitud positiva hacia mi mismo/a. (Puntúa del 1 al 4: 1 en desacuerdo y 4 totalmente de acuerdo). 

5. En general estoy satisfecho/a de mi mismo/a. (Puntúa del 1 al 4: 1 en desacuerdo y 4 totalmente de acuerdo). 

6. Siento que no tengo mucho de lo que estar orgulloso/a. (OJO: Puntúa del 1 al 4: 1  totalmente de acuerdo y 4 totalmente en desacuerdo).

7. En general, me inclino a pensar que soy un fracasado/a. (OJO: Puntúa del 1 al 4: 1 totalmente de acuerdo y 4 totalmente en desacuerdo).

8. Me gustaría poder sentir más respeto por mi mismo. (OJO: Puntúa del 1 al 4: 1 totalmente de acuerdo y 4 totalmente en desacuerdo).

9. Hay veces que realmente pienso que soy un inútil. (OJO: Puntúa del 1 al 4: 1 totalmente de acuerdo y 4 totalmente en desacuerdo).

10. A veces creo que no soy buena persona. (OJO: Puntúa del 1 al 4: 1 totalmente de acuerdo y 4 totalmente en desacuerdo).

Resultados: 

  • Más de 30 puntos: autoestima elevada. Es considerada como una autoestima normal. 
  • De 26 a 29 puntos: autoestima media. No se presentan problemas de autoestima graves, pero conviene mejorarla. 
  • Menos de 25 puntos: autoestima baja. Existen problemas significativos de autoestima. 

*El test es orientativo. Para mayor precisión, consulte con un profesional. Fuente: COP. 

¿Existen diferentes tipos de autoestima?

«Más que varios tipos lo que ha existido es la incorporación a lo largo del tiempo de distintas dimensiones. Así, a la dimensión inicial del aspecto cognitivo (la creencia sobre sí mismo) y afectivo (el sentimiento hacia sí mismo) se ha incorporado el aspecto de la competencia o el grado de eficacia personal (el valor que se da uno a sí mismo)», explica López. El psicólogo apunta a que existieron otras propuestas con el objetivo de precisar aún más el término «autoestima», pero a grandes grandes rasgos «yo diría que se podrían sintetizar en lo que acabo de comentar y no debemos olvidar que estamos hablando de un constructo, no de algo endógeno que exista per se dentro de la persona como la hipófisis, por poner el caso». 

Por su parte, Daprá considera que, como somos seres sociales, «la autoestima se forja con la opinión que tenemos de nosotros mismos y la opinión de los demás sobre mí. Y cuánto valor le doy yo a eso. De ahí también salen los problemas, es decir, cuando me importa más lo que los demás digan o piensen sobre mí que lo que yo pienso sobre mí». 

No obstante, la psicóloga recalca que hay que diferenciar la autoestima del autoconcepto. Este último es la imagen que uno tiene sobre sí mismo, mientras que la autoestima es la valoración subjetiva que hace una persona de sí misma, es decir, las valoraciones que hacemos nosotros mismos de forma subjetiva entrando en juego las emociones y la forma en la que nos juzgamos. Ambos conceptos van íntimamente relacionados, pero son diferentes. «El autoconcepto se compone del aspecto físico, de cómo nos relacionamos con los demás, del juicio que hacemos nosotros acerca de nuestra personalidad, de cómo creemos que nos ven los demás, de cómo creemos que rendimos en el trabajo, cómo creemos que ejecutamos las tareas cotidianas, cómo percibimos nuestro propio funcionamiento mental y de cómo percibimos nuestra propia sexualidad. Y con esta me refiero a sexualidad en cuanto que somos seres sexuales». 

De esta forma, es frecuente que si la autoestima está baja, el autoconcepto también lo esté. «Por ejemplo, que empieces a verte mal en cuestión de aspecto físico (que formaría parte del autoconcepto)», afirma Daprá. 

¿Es bueno tener una autoestima alta o baja, o es mejor buscar un equilibrio?

López recurre a un hecho histórico para explicarlo: «En los años 60 y 70, diversos países desarrollados fueron incorporando entre sus objetivos el aumento de la autoestima en su población; tanto fue así que en EEUU surgió el Movimiento por la Autoestima. Pero, como no podía ser de otra manera, empezaron a surgir voces críticas con estos intentos de plantear como objetivo prioritario el sentirse bien con uno mismo. Y es que este afán por una valoración positiva de uno mismo, en muchas ocasiones, no está asociado a un comportamiento adecuado tanto a nivel personal como social ni a estados de mayor bienestar». 

En cuanto a la autoestima individualizada, el psicólogo alerta que existen algunos estudios que apuntan a que algunas personas con alta autoestima presentan rasgos narcisistas y egocéntricos, y que en ese contexto personal es probable que se produzca una distorsión de la realidad para mantener una autoimagen positiva. También que para conseguirlo, a veces, se utilizan estrategias de dominio hacia los demás con conductas que no son asertivas, sino agresivas.  

Por su parte, Daprá lo ejemplifica con una escala numérica: «Dentro de unos mínimos y unos máximos, todo va bien. Lo que quiere decir es que si yo tengo una franja de entre 20 y 80, por ejemplo, sería la normalidad. Si yo me paso de 80, tengo a un narcisista o un trastorno narcisista de la personalidad. Y si yo bajo de 20, tengo a una persona con depresión. Ahora, dentro de ese 20 y de ese 80, yo puedo estar en un 25, un 30... y tener problemas. Puedo estar en un 70 o 75 y voy teniendo problemas también, porque estoy subiendo demasiado. En principio, un sujeto 'normal' andaría entre estas cifras y dependiendo del día, también puede variar. No todo el mundo se encuentra mejor ni se quiere mucho, o tiene afán de superación, todos los días al mismo nivel. No siempre estamos igual y eso quiere decir que subimos y bajamos pero dentro de ese mínimo. Si fluctúa demasiado, por ejemplo, también tendría problemas».

Cómo las redes sociales han dañado la autoestima

Las redes sociales han influido tanto a la hora de popularizar el término «autoestima» como a la hora de influir en la población. «El concepto ha calado en la sociedad y todo el mundo lo usa con soltura. Y además, en muchas ocasiones, asumiéndolo como causa de lo que uno hace o dice, dotándole de una gran capacidad y fuerza de carácter etiológico de los no pocos problemas que tenemos las personas», asegura López. «Cuántas veces oímos decir aquello de 'a ti lo que te pasa es que tienes muy baja la autoestima' o que en nuestra consulta nos dicen 'necesito que me suba la autoestima'», añade. 

En cuánto a cómo han calado en la sociedad, López considera que «su influencia ha sido brutal y diría que muy dañina. En las redes sociales se presentan imágenes idealizadas que poco tienen que ver con la realidad que fomentan la comparación con otras y la consiguiente frustración». Constantemente se nos bombardea con eslóganes del tipo 'nada es imposible' o 'basta con desearlo para conseguirlo'. «Y esos mensajes son dañinos porque no son ciertos», sentencia el psicólogo, y añade que «parece que va calando el mensaje de que si no eres feliz, es porque eres tonto, y eso es una barbaridad y un disparate que genera mucha frustración». 

«Las redes sociales como Instagram, Pinterest o Tiktok, que son visuales, han empujado la balanza hacia los polos. Si alguien tenía la autoestima tirando a bajita, probablemente se le haya bajado del todo porque está haciendo comparaciones y estas siempre son a perder. El que cuelga las fotos poniéndose filtros o sus mejores momentos, no le toca la autoestima sino que se la aumenta. Tendría que ver con el autoconcepto porque es la parte física», indica Daprá. 

¿Cuáles serían las claves para tener una buena autoestima o cómo se puede trabajar?

«Es tarea de todos», opina López. Desde los padres a la hora de proporcionar a sus hijos un contexto familiar en el que los menores se sientan validados y queridos, de la escuela y políticas sociales que deberían fomentar más aquellos valores que impliquen condiciones de justicia e igualdad. «Está bien educar en la motivación de un logro o en la consecución de objetivos, pero no debemos perder la perspectiva a la hora de entender que no todo es posible ni depende del esfuerzo de uno». 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.