¿Que no es posible aislarse del mundo?

C.O.Bouza

SABE BIEN

ALBERTO LÓPEZ

Muchas veces queremos desaparecer, alejarnos del bullicio, olvidar los problemas cotidianos y encontrar ese rincón idílico donde impere la paz de la naturaleza. En silencio, sin prisas, ni obligaciones. No es fácil. Por eso fue todo un descubrimiento encontrar en Quiroga la vieja ferrería de Rugando, convertida hoy en una Casa Grande de turismo rural con precios asequibles

04 jun 2017 . Actualizado a las 04:00 h.

Si buscamos unos días de tranquilidad absoluta, donde los únicos sonidos sean el cantar de los pájaros y el suave murmullo del río Soldón; si queremos descansar a la sombra de olivos centenarios o disfrutar de los primeros frutos de la vid, vamos a recomendarles un lugar que, aunque parezca imposible que pueda existir en estos tiempos en los que el reloj nos acosa y la tecnología nos desborda, está en el concello lucense de Quiroga, en Rugando, en su antigua ferrería del siglo XVI y que trabajó con el hierro de los montes de O Courel hasta el año 1.925. Este edificio, que apenas conserva nada de su pasado industrial, fue reconstruido y es hoy una gran casa de turismo rural, de no muy fácil acceso, eso si, pero que recompensa al que se aventura por la estrecha carretera que, desde Sequeiros va a Cereixido, pasando por Paradaseca, Paradapiñol y Vilarmel, parroquia a la que pertenece la ferrería. La encontraremos a la izquierda, y justo antes del pequeño puente que atraviesa el río Soldón, donde hay también reconstruido el viejo molino de agua que generaba la potencia necesaria para trabajar el hierro. En aquel lugar montañoso solamente está esta casa y llegar de noche con un cielo limpio, es poder contemplar el firmamento sin padecer ninguna contaminación lumínica. Los enormes picos que la protegen, le dan, además, un aire señorial y privado, que nos predispone ya a disfrutar de la naturaleza en su más amplia expresión.

 Piscina climatizada

¿Y qué más podemos pedir? La paz nocturna está asegurada. Los cuatro salones de los que dispone, uno con una gran lareira, nos invitan a leer, a la charla sosegada, a jugar a las cartas, al billar, al tenis de mesa o simplemente a meditar o navegar por Internet ya que en toda la casa tenemos conexión inalámbrica gratuita. Y si no a degustar la más genuina y típica gastronomía de aquella zona, con productos de la huerta y carnes de las parroquias vecinas, con aceite de los olivos de Quiroga y, por supuesto, con el vino de la Ribeira Sacra, ya que estas tierras producen prácticamente la mitad del vino que se comercializa con este denominación de origen.

Historia y rutas monumentales

En este peculiar establecimiento rural gallego, tendremos las mejores oportunidades para realizar todas las modalidades de turismo activo, así como aprovechar su privilegiada situación para adentrarnos en la historia, cuando los romanos extraían el oro del río Sil -y como muestra nos queda Montefurado- o de Las Médulas, las singulares montañas del Bierzo, declaradas patrimonio de la Humanidad, a poco más de media hora en coche. Pero es que también, a nuestros pies, está esperándonos la comarca de Valdeorras, tierra de vinos por excelencia, con bodegas salpicadas por todo el territorio, desde las zonas más bajas en las riberas del Sil, hasta las más altas de Petín o de O Bolo, donde se producen los vinos de la Denominación de origen Valdeorras. En cualquier lugar nos contarán como fue el paso de los franceses por estas tierras, ya de retirada, en el siglo XIX, e incluso participaremos en la fiesta conmemorativa que este fin de semana se celebra en Petín para recordar esta efeméride. En fin, que no tendremos tiempo de aburrirnos. También podremos acercarnos a O Castro, en otros tiempos principal punto de defensa para los invasores que llegaban del centro de la península o de Portugal, porque por su situación estratégica era inexpugnable. Y si queremos conocer uno de esos santuarios famosos por los sucesos divinos, subiremos hasta O Bolo donde está el de As Ermitas, colgado sobre una de las inclinadas laderas del río Bibei, donde en el siglo XVII apareció una imagen de la Virgen con el Niño en brazos, que, según la tradición popular, obró milagros en vecinos y animales.

Vinos y aventura

Pero, si lo que nos lleva hasta la Ferrería de Rugando es adentrarnos en el apasionante mundo del vino, tanto en Quiroga como en Valdeorras, tendremos múltiples posibilidades. Podemos visitar una bodega y conocer de cerca la labor de estos auténticos artesanos del vino, continuadores en su gran mayoría de una tradición familiar que se remonta siglos atrás y se sigue cultivando con mimo. Si vamos en este tiempo aún llegaremos a las podas en verde, podremos ver las bayas que repuntan y las veremos crecer día a día. Los viticultores que se pasan el día en las viñas son afables y hospitalarios y no dudarán en responder a cualquier pregunta que les podamos hacer e incluso, si la tienen cerca, llevarnos a su bodega a probar un Godello o un Mencía, que son las variedades reinas de la zona.

Si optamos por las rutas de senderismo, en la misma casa rural podremos poner nuestro punto de partida para conocer los secretos de aquellas montañas, hasta A Seara, Cereixido o Fisteus, por ejemplo. O hacer el camino de bajada por el río Soldón, hasta su desembocadura en el Sil. Y si no queremos cansarnos tanto, podemos bajar al río a pescar o a disfrutar de una agradable piscina natural, con solarium incluido, para descansar y lo que llamamos «recargar las pilas». Y para los más atrevidos, a los que les gusten los deportes de aventura y riesgo, en la misma casa Carmen Álvarez, la encargada, les dará todas las informaciones necesarias para organizar excursiones o ponerlos en contacto con empresas especializadas para realizar descensos en canoa y otras actividades, por los ríos Soldón y Ferreiriño.Asimismo, desde los picos de O Courel, y si todavía tenemos ganas de grandes sensaciones, podremos practicar parapente.