La UPG acapara la lista de Pontón a la asamblea para garantizarse un cambio efectivo de estrategia

Rubén Santamarta Vicente
rubén santamarta REDACCIÓN

GALICIA

Ana Pontón junto a Néstor Rego, en el último congreso de la UPG, el pasado julio.
Ana Pontón junto a Néstor Rego, en el último congreso de la UPG, el pasado julio. XOAN A. SOLER

El partido mayoritario en el BNG intenta acotar la autonomía que dio a la líder en el congreso anterior tras el amago de ella de irse

29 nov 2024 . Actualizado a las 11:12 h.

Unos años antes de que Pedro Sánchez abriera un período de reflexión sobre su futuro político, manteniendo al partido —y al país— en vilo durante unos cuantos días, hubo otra alta dirigente que optó por esta estrategia. En noviembre del 2021, saboreando aún el notable resultado que había obtenido en las elecciones autonómicas, Ana Pontón anunciaba que abría «un tempo de reflexión persoal» sobre cuál debería ser su papel en el partido, el BNG, y dejando dejando entrever que se podía buscar una alternativa a ella como cabeza más visible.

Aquel aviso cuando faltaban apenas un par de meses para la asamblea nacional frentista, puso al partido ante el abismo. Era un toque de atención interno: si querían que su principal activo siguiera en primera línea, con el esfuerzo que ello conllevaría, debería tener manos libres para hacerlo. El destinatario, coincidían entonces las fuentes consultadas, eran los dirigentes de la Unión do Povo Galego (UPG), el partido mayoritario en el frente, ortodoxo y poco dado a permitir personalismos.

La reflexión tuvo el efecto esperado. La U se replegó, evitó cualquier tentación de crítica (como en cambio ha hecho ahora), y dejó hacer a la líder. Pontón decidió seguir, encabezó la única lista a la asamblea de noviembre del 2021 en A Coruña con un 99 % de apoyos, y pudo diseñar su hoja de ruta. Esto dijo ella entonces a la militancia congregada en el Coliseum: «Fuximos de ideoloxismos». Se imponía una vía pragmática que dirigentes pontistas resumían así: «Menos doutrina e máis ir ao día a día dos e das galegas, sen renunciar aos principios, pero indo ao que lle importa a maioría social».

Rodeada de un núcleo muy fiel y reducido, fue marcando su estrategia con cierta independencia. La primera prueba fueron las municipales del 2023. Se incrementó el apoyo y alcanzó la simbólica alcaldía de Santiago para su estrechísima compañera Goretti Sanmartín. La siguiente era la prueba definitiva, las autonómicas. Y ahí se exaltó la imagen personal de Ana Pontón, se aparcaron debates maximalistas —era evidente la incomodidad que provocaba en la candidata hablar de autodeterminación o monolingüísmo en las aulas, aunque figurara en el programa— y se optó por un perfil más institucional.

¿Resultado la noche electoral del 18 de febrero? 470.000 votos y 25 diputados, unas cifras inéditas para el Bloque. Pero de nuevo en la oposición.

Apenas dos semanas después de esas elecciones históricas para el nacionalismo gallego, llegó el primer aviso de la UPG. Los comicios gallegos, expusieron en un comunicado, vinieron marcados por «unha campaña cun alto grao de presidencialismo» que «funcionou adecuadamente como estratexia de captación de voto». Pero, ya señalaban, «o debate político debe esclarecer que iso non pode supor nin relaxar os procedementos internos colectivos na toma de decisións, nin renunciar a trasladar unha imaxe pública cada vez máis coral e plural». Es decir, les chirriaba el exceso de protagonismo.

Esa idea ha quedado reforzada en el comunicado que la misma UPG lanzó este lunes, a una semana de la asamblea nacional de este domingo en Santiago, y tras constatar que habrá dos listas compitiendo contra la de Pontón. «Achamos necesario impulsar unha dinámica interna máis colectiva e coral, afastada de calquera tentación presidencialista, incompatíbel co carácter asemblear e democrático da frente», exponían, deslizando además otra crítica al «marketing, accións performativas e imaxe» como estrategia. Es un comunicado no casual que ha sentado especialmente mal en el entorno de la líder.

Pontón encabeza una de las tres listas que concurren a la asamblea, y en la que la UPG —donde también milita ella— copa prácticamente todos los puestos, con varios de sus cuadros más relevantes como Néstor Rego (líder de la U), Montse Prado o Bieito Lobeira. Ya pasó así en la cita del 2021; de hecho, prácticamente son los mismos nombres que entonces, con la excepción de Rubén Cela, otro estrecho colaborador de Pontón, que ahora ha dado un paso al lado.

Pero hay una diferencia ahora: la U explica que está en esa lista para garantizarse el cambio de estrategia que están reclamando. Lo explican así: «A nosa presenza na candidatura que agrupa a maioría da anterior dirección debe entenderse como un acto de responsabilidade, mais tamén como garantía de que sexa cumprido o compromiso de que a nova dirección funcionará sobre a base do diálogo, a negociación e o consenso e de que será reactivado o papel do Consello Nacional como órgano de dirección do BNG». Se entiende que antes no operaba como ellos, los dirigentes de la UPG, querían. El margen de autonomía que le dio entonces a Ana Pontón se reduce. El discurso que dará ella al arranque de la asamblea el domingo ofrecerá pistas sobre si hay acuse de recibo o no.