begoña íñiguez
Arrasaron el centro de Portugal, dejando, por las altas temperaturas, el fuerte viento, la falta de medios y la descoordinación, una estela de destrucción, tristeza y muerte, en varios distritos. A los 49 fallecidos, algunos de ellos tras meses hospitalizados, hay que unir decenas de heridos, más de 60.000 hectáreas quemadas, 10.000 de ellas en el centenario pinar de Leiría, un espacio natural protegido único, que tardará décadas en recuperarse, y cientos de desalojados, en su mayoría ancianos, que perdieron sus casas y todo lo que tenían. Los afectados poco a poco van recuperando la normalidad, aunque algunos esperan todavía por la reconstrucción de su casas y las ayudas prometidas, que tardan más de lo previsto.