De San Carlos al Millenium: El Ayuntamiento de A Coruña recuperó más de una decena de símbolos

La Voz A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

Señas de identidad como el reloj de María Pita y los jardines de Méndez Núñez vuelven a lucir tras años abandonados

02 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hacía años que los vecinos de la Ciudad Vieja de A Coruña no escuchaban las campanas de María Pita. El reloj municipal había dejado de funcionar con el paso del tiempo y la falta de mantenimiento adecuado. En marzo del 2021 el sonido de las campanas volvió a recuperar su espacio. Era uno de esos símbolos desaparecidos y hoy redescubiertos, como la luz de la esfera del Obelisco, que se ilumina de noche después de muchos años de oscuridad.

La recuperación de los emblemas de identidad coruñeses fue un empeño personal de la alcaldesa, Inés Rey, según ella misma contó tras la vuelta del primero de ellos. En enero del 2020 Méndez Núñez dejó de ser un botellódromo para volver a ser el jardín histórico que era. Al ritmo al que desaparecían las botellas rotas y la basura, regresaba la estatua de Pardo Bazán, arrinconada durante años en un almacén para escapar de las agresiones nocturnas. Los peces del estanque, ahogados en los restos del botellón, volvieron a la fuente al igual que hace años, y la vegetación arrasada de los parterres (20 árboles perdidos y hasta mil plantas replantadas cada semana para tapar el desastre) volvió a crecer. Allí mismo el Copacabana, un clásico cerrado y camino de la ruina volvió a abrir sus puertas mejorado. En la Rosaleda, renovada, conviven 2.000 ejemplares con 20 especies nuevas.

A no muchos metros lucen al atardecer las luces del Quiosco de la plaza de Ourense, donde huele otra vez a calamares. Tras años también cerrado y en decadencia ahora, como nuevo, lo gestiona Down Coruña, otro símbolo recuperado y, recuerdan desde María Pita, con una labor social y generando empleo en un colectivo de difícil inserción, igual que APEM gestiona las cabalgadas, que han vuelto a los caballitos de Méndez Núñez, donde también es posible consultar la hora en otra clásico, el reloj floral. «No podíamos quedarnos de brazos cruzados ante el estado de deterioro de espacios como Méndez Núñez, por eso acabamos con el botellón y hoy vuelven a estar como los conocimos», dice al alcaldesa, Inés Rey, que celebró, con miles de coruñeses, la fiesta de Fin da Año un día antes en el Millenium: el obelisco que llevaba una década ciego.

En estado de creciente desgaste se encontraba también otra joya de la ciudad, San Carlos. Hoy el jardín ha recuperado su traza original y en él lucen las hasta hace poco oxidadas lanzas de Ciórraga. Los tres olmos que se llevó por delante la grafiosis, una plaga que asola las olmedas de toda Europa, fueron sustituidos por ejemplares resistentes que crecerán y seguirán en su sitio dentro de cien años.

El mes que viene se cumplen 50 años del fallecimiento de Pablo Picasso, el artista que se empezó a formar como pintor en A Coruña. Estudió Bellas Artes en el Eusebio da Guarda, donde el reloj que Picasso veía cada día vuelve también a dar las horas. «No podemos permitir el deterioro de nuestro patrimonio y la desaparición de símbolos que nos han constituido como lo que somos. La ciudad que olvida su pasado tiene un mal futuro», dice Rey, que hace un par de semanas anunciaba también la reapertura del laberinto de San Pedro, un clásico también que había desaparecido a causa de otra plaga.

Emilia Pardo Bazán vuelve a contemplar los jardines desde que el año pasado regresó al lugar que le había sido usurpado. Magnolios y granados florecen a su alrededor. «Haremos todo lo que esté en nuestra mano para que doña Emilia no vuelva a moverse de su sitio», dice Rey.