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Pastoreo entre nogales y cerezos

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

AGRICULTURA

Bosques naturales

Galicia coordina a nueve países europeos en un plan para introducir árboles y animales en sistemas de cultivo

26 mar 2018 . Actualizado a las 12:29 h.

Ovejas y cabras pastando entre los nogales; plantas medicinales que crecen a la sombra de los carballos; porcos celtas alimentándose entre castaños; cultivos de maíz y leguminosas bajo los árboles, incorporación de especies forrajeras en granjas lecheras como alternativa para el ensilado de maíz y concentrados como complemento para la alimentación de las vacas... Es una vuelta al pasado para ganar el futuro. El equilibrio ideal entre agricultura, silvicultura y ganadería, conocido como agrosilvicultura, no solo es algo posible, sino también deseable. Y es ahora una de las grandes apuestas para la explotación sostenible del medio rural y que permite, de paso, generar riqueza, fijar población y evitar el continuo éxodo del campo. Es, también, una alternativa ecológica porque mejora la calidad del suelo y su rendimiento, reduce o elimina el consumo de herbicidas, protege a los cultivos frente a las plagas, limita la erosión, previene contra los incendios forestales y posibilita el secuestro de carbono, por lo que también se convierte en una arma contra el cambio climático. Sus ventajas son múltiples.

El modelo existe y se está aplicando, aunque aún de forma aislado, en distintas partes de Galicia y Europa. Pero aún tiene por delante un largo recorrido y mucho futuro. Avanzar en este proceso es, precisamente, el objetivo del proyecto europeo Afinet, en el que participan más de 180 agentes del sector agroforestal, desde agricultores, ganaderos, silvicultores hasta investigadores y representantes de la Administración y que coordina desde Galicia el grupo de Investigación en Sistemas Silvopastorales del Campus Terra de la Universidade de Santiago, en colaboración con la Fundación Empresa y Universidad Gallega (Geuga).

De lo que se trata es de intercambiar conocimientos para recoger las mejores experiencias en cada zona -en la iniciativa participan nueve regiones de España, Reino Unido, Bélgica, Portugal, Francia, Polonia, Hungría, Italia y Finlandia- con el fin de determinar cuál es la mejor opción en cada caso. Y determinar también si lo que se ha probado en un país sirve para otro y en qué condiciones podría llevarse a cabo.

El consumidor protege el monte

De la triple combinación entre agricultura, ganadería y silvicultura, aunque no en todos los casos se pueden combinar, también resultan productos con un mayor valor añadido y con importantes beneficios ambientales. «El consumidor debe saber que si toma determinados alimentos también está protegiendo el monte. Por ejemplo, si toma queso de cabra que se alimenta de arbustos o carne de potro salvaje debe saber que no solo está apostando por productos más saludables, sino que también está contribuyendo a evitar el riesgo de incendios forestales», explica Rosa Mosquera, profesora de Ingeniería Forestal de la Universidade de Santiago y coordinadora del proyecto.

Existen otras ventajas, que repercuten de forma directa en los responsables de las explotaciones, que con este tipo de prácticas se ahorran cantidades importantes en herbicidas. «La presencia de árboles en medio de cultivos reduce las plagas y enfermedades. El truco está en encontrar las mejores soluciones de la parte leñosa y el suelo», corrobora Mosquera, que también es presidenta de la Federación Europea de Sistemas Agroforestales. Y, quizás con el tiempo, también podrían recibir alguna compensación por ayudar a mitigar el cambio climático.

«Co porco celta medra a herba como se metera medo»

«Co porco celta medra a herba como se metera medo. En seis meses, un terreo que era unha silveira ou un matorral pode converterse nun pastizal». Mario Rouco, ingeniero agrónomo y miembro de la red Galega de Innovación Forestal, es el responsable de la explotación O Castro de Sianda, en Muras (Lugo), donde los ejemplares de la raza autóctona de Galicia conviven en una superficie de cuatro hectáreas entre carballos y castaños. Es uno de los ejemplos que existen de la cohabitación entre animales y plantaciones forestales y que, a su vez, repercute en una mejor calidad del suelo. «Volvemos a facer -dice- o que facían os nosos avós, que a verdade é que o facían moito mellor que nós». No solo obtiene un rendimiento por la venta de los árboles, sino también por la comercialización de los cerdos, que encuentran en las castañas un complemento muy importante en su alimentación, lo que les aporta un valor añadido a su dieta basada en cereales y aliñada con patatas o berzas.

¿El resultado? Una carne de primera calidad que, aunque suene a exageración, podría competir perfectamente con la del cerdo ibérico alimentado con bellotas. Los análisis realizados en distintas pruebas y en el Centro Tecnolóxico da Carne así lo avalan. «Non é branca, como a do porco normal, senón roxa, e con moitas propiedades», resalta Rouco.

«Ahorramos 20.000 euros al año en herbicidas y mantenimiento»

¿Por qué no probáis a incorporar ganado ovino para mejorar la cubierta vegetal? Fue dicho y hecho. La propuesta realizada por la investigadora Rosa Mosquera a los responsable de la empresa Bosques Naturales resultó mano de santo en una finca de 210 hectáreas entre los municipios de Arzúa y Boimorto que inicialmente estaba dedicada a la plantación de cerezos (35.000) y nogales (25.000). Ahora conviven en la misma superficie los árboles con las ovejas.

La experiencia empezó en el 2010 con 30 ovejas. Poco a poco, a medida que se comprobaron los excelentes resultados, se fue incrementando el número de cabezas, hasta alcanzar cerca de mil ¿Qué cambió desde entonces? El pastoreo mejoró la calidad del suelo, su rendimiento y, sobre todo, supuso un ahorro de 20.000 euros anuales en herbicidas y en el mantenimiento del terreno con un tractorista, ahora reconvertido en pastor.

«Ahorramos un 80 % de costes en herbicidas, unos 20.000 euros al año», corrobora David Santacruz, director de la explotación, quien también destaca que el silvipastoreo «no solo nos ha supuesto un ahorro en los costes, sino también un ingreso adicional con la venta de carne».

El modelo también aporta importantes ventajas ambientales, ya que las deposiciones de las ovejas se convierten en abono.