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Los Coyos recuperan la sonrisa

e. a. / j. r. REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

CARMELA QUEIJEIRO

Miembros del clan de Vidal Armadores hacen gala en Ribeira de su satisfacción por el archivo de su causa

30 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando en el año 2005 un jurado de Australia declaró no culpables de pesca ilegal a todos los oficiales del buque Viarsa, protagonista de una espectacular persecución en caliente durante 21 días y 3.900 millas náuticas por el Atlántico sur, a 15.000 kilómetros de allí, en Ribeira, estallaban bombas de palenque. Ayer no se escuchó el estruendo de la pólvora, pero la satisfacción en el entorno de la empresa Vidal Armadores era patente después de que el Tribunal Supremo sobreseyese la causa por delitos medioambientales, falsedad documental, blanqueo de capitales y asociación ilícita que se seguía contra varios miembros de la familia Vidal por pescar merluza negra en aguas de la Antártida. Así, nueve meses después de haber sido detenidos y las oficinas de algunas de sus empresas y la misma casa familiar registradas, los armadores hacían gala de su buen humor por Ribeira. Antonio Vidal Suárez, patriarca de los Coyos -como se los conoce en Barbanza-, fue al que más se notó el cambio, pues en los últimos meses, según personas de su entorno, se le veía abatido por las acusaciones que pesaban sobre él y varios integrantes de su familia, entre los que estaban sus hijos Antonio, Ángel y Belén Vidal Pego y su yerno Joaquín Pérez.

Incredulidad en Ribeira

La satisfacción de los Coyos está en línea con la estupefacción de sus vecinos, sorprendidos de que la Justicia española se declare ahora no competente para seguir con la causa abierta contra Vidal Armadores, cuando la consigna para investigar los presuntos delitos de los que se acusaba a varios integrantes de esta familia fueron recibidas desde otros países que persiguen la pesca ilegal en la Antártida. Los mismos vecinos consultados, buena parte de ellos vinculados al sector pesquero, tampoco aciertan a comprender cómo durante todo el tiempo que la Guardia Civil llevó esta investigación nadie se dio cuenta de que podía acabar en un cajón por falta de jurisprudencia, incluso en la propia Audiencia Nacional, donde empezó la instrucción del sumario, tampoco nadie, durante meses, se percató de que todo el trabajo podía acabar siendo papel mojado.

Si en Ribeira están sorprendidos, más lo están en Australia, donde los ecologistas de Sea Shepherd, que con su operación Icefish pusieron el foco en la actividad ilegal del Yongding, Kunlun y Songhua, vinculados a Vidal Armadores, no entienden cómo la que denominan «mafia gallega», aun debilitada por las fuertes multas y por la incautación de los barcos, ha podido hallar un resquicio legal para evitar el castigo penal. «La decisión del Tribunal Supremo es tan decepcionante como inspirador el trabajo duro de la Interpol», dijo ayer Peter Hammarstedt, uno de los capitanes que participaron en la Icefish. A su juicio, «el fallo refuerza la idea de que España es un lugar seguro para que los delincuentes organicen y blanqueen el robo de pescado en la Antártida».