Los grelos tiernos y mantecosos de O Val de Xestoso, en Monfero: «Non damos cuberto a demanda»
AGRICULTURA

El «espárrago gallego», el más valorado en catas y cocinas de restaurantes y hogares, escasea por falta de relevo generacional
20 ene 2025 . Actualizado a las 09:29 h.Algún cocinero de Madrid acude cada invierno a la Cooperativa Valxestoso, en Monfero, para hacerse con unos cuantos manojos de grelos. «Vén unha vez ao ano», comenta Pacucha Couto. Otros hosteleros más cercanos repiten a lo largo de la campaña, igual que muchos particulares. «É un produto que nos piden moito, non damos cuberto a demanda. Temos que procurar ser respectuosos cos clientes de todos os anos, de negocios, para as casas e mesmo asociacións que organizan cocidos e xente que fai eventos», explica la gerente de la sociedad, que programa para el 23 de febrero la Feira do Grelo, con colaboración del Concello.
Al parecer fue el párroco, Luis A. Rodríguez Patiño, quien bautizó el tallo del grelo de O Val de Xestoso como el espárrago gallego, por su textura mantecosa y su delicioso sabor. Las catas refrendan la excelencia del producto cultivado en esta parroquia de Monfero, como certifica el chef coruñés Luis Veira. En la cooperativa venden el manojo —«dun quilo, non de 800 gramos», precisa Couto— a tres euros. «Pero tes que vir buscalo aquí, nós non temos servizo de entrega, é moi complicado por onde estamos, no entorno das Fragas do Eume. Suporía un custe importante envialo, e ademais ten que ser en fresco, en 24 horas, e non sería posible. Traballamos sobre pedido para que sexa o máis fresco, e se o vas vir buscar pola tarde, recóllese esa mesma mañá, máis fresco imposible», remarca.
¿Cómo revertir la situación?
La recolección comenzó hace una semana. «Aínda imos a ralentí, e os que hai pintan ben, pero cada vez hai menos colleita porque hai menos xente plantando, non hai relevo, a maioría é de 50 anos para arriba. É un problema que non sei como se vai solucionar», reconoce la gerente de Valxestoso. ¿Cómo revertir la situación? «No rural imos con retraso, se non fomos capaces de conseguilo na anterior xeración...», responde. Y advierte: «Isto vai acabar salpicando á cidade, porque van subir os prezos e co tempo haberá escaseza».
La superficie plantada se reduce a medida que «se van xubilando e non hai xente nova que plante e recolecte; non hai unha máquina, é un traballo manual e hai que saber, non podes seguir o rego a feito, tes que ir mirando cal está no seu momento, e máis adiante volves unha segunda vez para aproveitar o que quedou». La mayoría de los cultivos se destinan a autoconsumo, para la familia o amistades, pero no a la venta. De los 90 productores que llegaron a comercializar su cosecha de grelos a través de la cooperativa, hoy quedan menos de veinte. «Antes todo o mundo plantaba, era un plus para a economía doméstica [...], era típico das mulleres, nais, avoas... pero agora traballamos fóra da casa e non hai tempo. É un traballo custoso de facer», añade Couto.
Asegura que durante los tres meses que dura la campaña, «é rendible, pero habería que compatibilizalo o resto do ano con outras verduras. A maioría dos produtores dedícanse á gandaría e non poden estar na horta todo o día», agrega. Begoña Carballeira (Monfero, 1987) es de las pocas horticultoras profesionales de la zona. Tras años en la industria textil, decidió dar un giro a su vida movida por el ansia de conciliar. «El producto estrella es el grelo, no te da para vivir el año entero pero vale la pena. Es una campaña corta, pero la de la nabiza también es buena y ya empieza en octubre», detalla.
Horta Bego, su marca, vende sobre todo a restaurantes, «porque compensa más que a las tiendas, por la cantidad que te piden». Esta temporada, apunta, «el problema es que plantas, crece y a los quince días se frena el crecimiento y se queda estancado, por eso va más caro de lo habitual». Ignora a qué se debe esta extraña evolución de la planta, «quizá algún factor climático, porque en 2024 llovió mucho». De momento recoge las nabizas, «algo imprescindible para que después saque varios grelos», y defiende su sabor, «aunque no tienen tallo, que es tan jugoso...».
«Los mejores, los más tiernos»
Uno de sus clientes fijos es Casa Juanito. Para Pili Menéndez, vecina de Serantes y una de las dos cocineras que están al frente de los fogones del conocido restaurante de Narón, los grelos de O Val de Xestoso «son los mejores que hay, los más tiernos; el tiempo de cocción es más o menos el mismo que otros, pero la calidad se nota». No sabe a qué atribuir la excelencia: «No sé si es el clima o el cariño con el que plantan y recogen, eso se nota en todo». En este negocio hostelero, especializado en menú del día (este sábado a mediodía sirvieron 280), utilizan los grelos de Monfero —«o las nabizas, cada cosa a su tiempo»— para preparar cocido y para el caldo.
Con tal volumen de comensales, les resulta difícil ofrecer otras recetas, aunque Menéndez confiesa que «para consumo interno» sí elaboran algún revuelto. El cocido suelen ofrecerlo en el menú del día, pero no más de una vez a la semana. «No es fácil, porque no te llega a nada, y en media hora o tres cuartos ya lo tienes agotado», señala. Es de los platos más demandados, quién sabe si por los grelos de O Val de Xestoso: «Ya tenemos reservas desde antes de acabar el año para cocidos en febrero y marzo».