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El «corn belt» gallego produce el 40 % de todo el maíz forrajero español

X.R. alvite REDACCIÓN

AGRICULTURA

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Este cereal se ha convertido en fundamental para las explotaciones lácteas

11 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

A día de hoy es posible cruzar Galicia de oeste a este atravesando fincas de maíz. Aunque de una escala mucho menor que el impresionante corn belt americano —una franja en el centro de los EE.UU. que abarca buena parte de los estados de Iowa, Illinois, Michigan, Ohio, Kansas o Kentucky—, la comunidad tiene su particular cinturón maicero. Sus veinte principales ayuntamientos productores de maíz se reparten por el mapa de Galicia formando una franja que arranca en Mazaricos —el mayor productor de la comunidad con 2.919 hectáreas— y termina en Pol (Lugo). Atraviesa municipios ganaderos como Santa Comba (2.544 hectáreas), Frades (2.103), Palas de Rei (1.202), Lugo (1.099) o A Pastoriza (1.760 hectáreas). En conjunto producen más de 32.000 hectáreas, el 40 % de todo el maíz forrajero español.

El crecimiento experimentado por este cultivo en los últimos años —un 7 % en solo doce meses— se refleja en el hecho de que en 265 de los 314 ayuntamientos gallegos ya hay fincas destinadas al cultivo de esta gramínea, producto sobre el que se sustenta la alimentación de las vacas lecheras.

«Tanto por superficie como por rendemento o millo é, dende fai anos, o cultivo anual máis importante en Galicia. A pesar dos elevados custos que supón a súa sementeira —alrededor de 1.100 euros por hectárea—, o rendemento que permite aos gandeiros é enorme. Xa é un alimento imprescindible para as explotacións leiteiras e cada vez máis empregado nas de carne», explican desde la Oficina Agraria de Santa Comba, la comarca más maicera de Galicia y donde más están notando también los efectos de la sequía.

«A día de hoxe as baixadas na produción xa superan o 30 % o que, en termos económicos, supón perdas de máis de tres millóns so na comarca do Xallas. Isto suporá que a maioría de granxas teremos que gastar moito diñeiro na compra de substitutos como a pulpa de remolacha ou en cambiar a formulación dos pensos», apunta Óscar Blanco, presidente de Gandeiros de Mazaricos, entidad que aglutina a cerca de medio millar de granjeros del Xallas, Barcala y Costa da Morte, zona que engloba más de 15.000 hectáreas de maíz.

El secreto está en el almidón

Si la soja, el ingrediente principal de los piensos, aporta proteína, el maíz es la principal fuente de energía para las vacas lecheras. En la espiga se encuentra el almidón, un hidrato de carbono de gran calidad para mantener las funciones vitales de los animales y que, en el caso del maíz, debe guardar cierto equilibrio con la digestibilidad de la fibra que aporta el resto del planta.

Los expertos destacan el gran trabajo realizado en el campo gallego que en poco más de dos décadas ha logrado duplicar los porcentajes de almidón del maíz gallego hasta situarlos por encima del 30 %.

«Nos últimos anos mellorouse moito a calidade das colleitas. Tanto no referente á produtividade das sementes como na forma de conservar o ensilado, aspecto este último tan importante como o propio feito de ter unha boa colleita», apuntan desde el departamento técnico de Dekalb, propiedad de Monsanto, primer fabricante mundial de semillas.

Consechadoras de medio millón de euros

La importancia que tiene el maíz para el campo gallego no solo se ve en la ración de las vacas —la media de una vaca de alta producción tiene 30 kilos de ensilado de maíz, otros 10 de hierba y 10 kilos más de pienso—, también se refleja en el tipo de maquinaria que se utiliza tanto para su siembra como para la recolección.Trabajo este último que, acostumbra a realizarse en las primeras semana de septiembre y que este, previsiblemente se adelantará a agosto debido al calor y a la ausencia de lluvias.

La necesidad de realizar estas tareas con la mayor rapidez, precisión y seguridad hace posible que puedan verse por las fincas gallegas algunas de las mayores y más modernas máquinas existentes en el mercado. Es el caso de modernas cosechadoras con capacidad para procesar más de tres hectáreas de terreno por hora variando, con solo un botón y en cuestión de segundos, el ancho de corte de la planta en función de las prioridades del agricultor o del estado de maduración de la cosecha. El precio de estas máquinas ronda el medio millón de euros, cantidad a la que hay que sumar los 300.000 euros que cuestan muchos de los tractores y remolques que se utilizan para trasladar el grano desde la finca hasta la explotación donde se almacena.