Muere la madre de Ana Obregón a los 95 años

Martín Bastos

SOCIEDAD

Ana Obregón junto a sus padres en una imagen de archivo
Ana Obregón junto a sus padres en una imagen de archivo Europa Press

Ana María Obregón, a la que su hija estaba muy unida, llevaba varios años muy delicada de salud

22 may 2021 . Actualizado a las 17:31 h.

Duro golpe para Ana Obregón, que aún no se ha repuesto de la pérdida de su hijo Álex Lequio, hace apenas un año. Su madre, Ana María Obregón, ha muerto este sábado a los 95 años. Muy delicada de salud, la madre de la actriz y presentadora, había estado ingresada hacía pocos tiempo en la clínica Ruber Internacional de Madrid, aunque poco después recibía el alta hospitalaria y regresaba a casa.

Al regresar a casa Ana Obregón compartía un vídeo de cómo había sido el reencuentro con sus padres, que llevaban 67 años casados. En abril, cuando visitó a su madre en el hospital, Ana Obregón aseguraba que «para mí volver a ese hospital ha sido como una vuelta al infierno rememorando los últimos meses que pasé allí viendo sufrir a mi niño». 

En una entrevista hace unos días en la revista Vanity Fair, Ana Obregón contaba una tierna anécdota de su madre, a quien al igual que su padre, Antonio García, estaba muy unida. Relataba que visitaba a diario a sus padres. «Teniendo en cuenta su edad, están fenomenal, aunque a veces se les va...», aseguraba. «Con lo de mi niño se enteraron en el momento, pero no sé... De repente se les ha olvidado. Gracias a Dios. Creo que es un mecanismo de defensa. El otro día le dije: ‘Mami, que voy a comer´ y me contestó: ‘Tráete a Aless que hace mucho que no le veo´», contaba. 

Ana Obregón: «Estoy muerta, pero voy a renacer»

«13 de mayo del 2020. El día que necesitaban un héroe en el cielo. El día que me morí contigo, hijo mío», publicaba Ana Obregón junto a un montaje de su hijo en el que se le ve en fotos en diferentes momentos de su vida, muchas de ellas sonriendo y feliz. La actriz y presentadora conmemoraba así el primer año desde la muerte de su hijo, el 13 de mayo del 2020

Las fuertes restricciones de hace un año, no hicieron más que añadir más dolor al terrible trance al que se tuvieron que enfrentar Ana Obregón y Alessandro Lecquio. Los dos se encontraban en Barcelona, donde se trasladó Álex Lequio apenas unos días de decretarse el estado de alarma para someterse a un tratamiento experimental tras una recaída el sarcoma de Edwing que sufría desde el año 2018. También los acompañaba la novia de Álex Lecquio, Carolina Monge, que no se separó de él hasta el fatal desenlace. 

Las imágenes de una Ana Obregón completamente destrozada, que contaba con el único apoyo del padre de su hijo, Alessandro Lecquio, que en los días posteriores lució una camiseta azul que pertenecía a su hijo mediano, conmovieron a toda España. Solo las dos hermanas de Ana Obregón, Celia y Amelia y se desplazaron a la ciudad condal para ayudarla en todos los trámites para el traslado y el entierro de su hijo, que contaba tan solo con 27 años. Junto a ellas hicieron el doloroso camino de vuelta a Madrid, ya sin Álex. 

«Me morí el día que se fue mi hijo. Pero sé que voy a renacer», aseguraba Ana Obregón en la edición de Vanity Fair de este mes de mayo. «El cáncer es una enfermedad muy cruel. Muy cruel. No se me olvidará cuando hicieron la biopsia y nos dijeron que era malo. Aless entró en mi cuarto y yo estaba sentada en la cama, con un cigarro. Me dijo: ‘Mami, han llamado del hospital. Es malo. Es cáncer´. Y yo contesté: ‘No pasa nada, hijo´. Me acuerdo que preguntó: ‘¿Me voy a morir?´. Le respondí: ‘No», relataba. 

«El cáncer es una enfermedad muy cruel»

En una larga entrevista relata cómo se enteraron de la enfermedad del joven y cómo se mudó con él a Nueva York siguiendo el consejo del doctor Baselga, fallecido hace unos meses. «Me dijo: ‘Trae una biopsia´, y en dos días organicé todo. Una madre no sé de dónde saca la adrenalina. Veía al padre, pobrecito, llorando por las esquinas. Yo no eché ni una lágrima. No podía. Tenía que salvar la vida de mi hijo. Fui al Ramón y Cajal y pedí la biopsia. Me decían que no se podía. ¡Me la dan! Me la llevé en el bolso, con una nota del médico porque pensé, a ver si se creen que es un arma biológica. Y allí estuvimos siete meses los dos solitos. El padre vino algunas veces porque estaba trabajando. Si no, él y yo. Éramos como un espejo que nos íbamos dando fuerza el uno al otro», señalaba. 

El tratamiento funcionó, y a los dos meses el tumor había reducido su tamaño en un 90 %. «Y ahí me puse a llorar. Entonces mi hijo me dijo: ‘Oye, mamá, no dramatices´», recordaba. Regresaron a Madrid, donde completó el tratamiento que le faltaba y en febrero del 2019 les dijeron que estaba «limpio».

«Fueron los ocho meses más felices de mi vida»

«Ahí es cuando conocí la verdadera felicidad. Le salió pelo, venga a dejarse barba. Estaba orgulloso. Yo fui tan feliz. Joé, madre mía, qué felicidad. Fueron los ocho meses más felices de mi vida», rememoraba. Pero en septiembre volvió el cáncer y ahí comenzó una carrera de fondo que terminó el 13 de mayo en Barcelona, donde murió Álex Lequio. 

Su último ingreso fue el 6 de febrero del 2020. Ese día Álex dejó un abrigo sobre el sofá. Ana Obregón no ha sido capaz de guardarlo. «Tal cual lo dejó, ahí está. No lo voy a mover nunca». La maleta que se llevó a Barcelona también sigue tal cual. No la ha deshecho. 

Obregón aseguraba en Vanity Fair que ella siempre creyó que su hijo saldría adelante, prácticamente hasta el último momento. «Un día en la Ruber vinieron a verme cuatro o cinco médicos. Yo llamé al padre nerviosa: ´Oye, que nos quieren hablar´. Porque yo, hasta el final, te lo juro por mi vida, hasta dos días antes pensé que se iba a salvar. Entonces me dijeron: ´Mira Ana, parece que no hay solución´. Yo me levanté y los insulté a todos: ´¡Esto se cura! No me digáis tonterías», recuerda. Un médico le aconsejó trasladarse a Barcelona, y así lo hicieron.

«Todas las noches y todas las mañanas entro en su cuarto: ‘Buenos días, buenas noches», se lamentaba. Su vida se paró en el 2020, pero no por la pandemia, por la muerte de su único hijo. «Yo de la pandemia no me he enterado. Ahora la gente tiene miedo a la vacuna. Y yo pienso: ‘¡Madre mía!´. Que les digan a los enfermos de cáncer el veneno que les están metiendo en el cuerpo, que ni te lees los efectos secundarios. La muerte es lo de menos», aclaraba. 

Otro de sus grandes apoyos es Alessandro Lequio, con el que come cada semana. «A él no le tengo que explicar mi dolor. Viene todas las semanas y le preparo el plato favorito de Aless: albóndigas con tomate y arroz. El otro día se comió 24. ¡24! Le dije: ‘Te vas a poner malo”», narra. 

Sobre cómo está viviendo el duelo por su hijo Álex, Ana Obregón confesaba hace unas semanas que apenas duerme y que no quiereo ayuda ni de psicológos ni de pastillas. Es más, reconoce estar traumatizada con los médicos. «Mi dolor es su dolor, porque él quería vivir. Amaba la vida. No voy de víctima “ay, pobrecita”, no. Me duele su dolor de no estar aquí. La persona más vitalista que he visto nunca», recuerda. «Me morí el día que se fue mi hijo. Me morí. Sé que voy a renacer, pero estoy muerta. Aunque por otro lado, fíjate, me siento muy libre porque ahora no tengo miedo a nada», reconocía. Ahora deberá enfrentarse también a la dura despedida de su madre, que aunque es ley de vida, duele siempre tenga la edad que tenga. 

Un día antes de su publicación en homenaje a su hijo, Ana Obregón anunciaba que emprendería acciones legales con los que capten fotos de ella en el cementerio, donde acude a diario para meditar cerca de la tumba de su hijo. «Hoy solamente tengo fuerzas para agradeceros de corazón a todos el cariño y amor que me habéis demostrado a lo largo de este año de duelo por mi hijo. Nunca lo olvidaré. No puedo decir lo mismo de los paparazzi que me han acosado durante un año, cada día, cuando voy a ver a mi hijo al cementerio que es la única salida que he hecho de casa en mi retiro de un año. Tengo que ir a escondidas tirada en el coche como si fuera una delincuente. Lo he aguantado un año en silencio pero ya no puedo más. Solamente quiero estar con mi hijo en paz!!!!», asegura. 

«Mi mayor repulsa a las revistas que se lucran con el dolor de una madre. A partir de ahora denunciaré a cualquier medio de comunicación que publique imágenes mías en el cementerio visitando a mi hijo que además está totalmente prohibido por la ley. No entiendo esta falta de humanidad y respeto», explicaba junto a una foto de un vestido blanco que lució en la sesión de fotos de la publicación a la que concedió su última entrevista. 

Mientras tanto sigue en marcha con la fundación de su hijo, donde recaudará dinero para la investigación del cáncer, que ha reivindicado en varias ocasiones en los últimos meses. Regresó fugazmente al trabajo para dar las Campanadas, donde lució un luto blanco y envió un mensaje cargado de esperanza. Aunque se dijo que preparaba su vuelta a la televisión con una serie, por el momento no se saben más datos sobre ese proyecto.