«Cada vez hay más "turigrinos" que hacen el Camino de Santiago sin saber lo que representa y molestando durante las etapas»
VIVIR SANTIAGO
Hospitaleros y peregrinos lamentan que en la ruta jacobea haya cada vez más grupos de jóvenes que caminen con música o cantando y alterando la paz de la travesía
17 ago 2023 . Actualizado a las 19:26 h.Las alertas de masificación y de incivismo por parte de algunos peregrinos que se vienen repitiendo en Santiago de Compostela desde hace semanas no son solamente propias de la meta del Camino. Si bien sobre las estoicas piedras de la plaza del Obradoiro es donde han ocurrido la mayoría de los incidentes, la ciudad viene viviendo sobre todo en los barrios de San Pedro y todo el casco viejo espectáculos de cánticos y gritos sin importar la hora, lo que altera la convivencia entre vecino y caminante.
Pero toda la ruta jacobea tiene banda sonora de unos meses a esta parte. Si bien el año pasado ya se notó la enorme afluencia de grupos de jóvenes religiosos debido a su Peregrinación Europea (PEJ), este año sucede algo similar por la visita del papa Francisco a Lisboa en el marco de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), que llenaron el Camino, una vez más, de muchachos pertenecientes a estas asociaciones. En el caso del trayecto francés, que comienza en el país galo para atravesar la Península y entrar en Galicia por O Cebreiro, se puede comprobar que muchos de estos grupos marchan desde Sarria, dado que es el punto más cercano a Santiago desde el cual se puede comenzar y tener derecho a la compostela.
No es casualidad que, por ejemplo, Quino Maroto ponga el final de sus trayectos en esa localidad lucense, mientras que otros llegan hasta Fisterra. Este es un experimentado peregrino que gestiona la cuenta de Instagram @caminopassion, especializada en la ruta jacobea y con casi 20.000 seguidores. Explicaba en un comentario a una publicación de Compostela Resiste que tomó esta decisión para no tener que toparse con los nutridos grupos de jóvenes que no se toman el Camino como, bajo su punto de vista, ha de hacerse. «Lo que está pasando no me gusta nada, el Camino es un viaje interior y a partir de Sarria no se dan las circunstancias para realizarlo».
Sus palabras sirven como referencia. Hablando con hospitaleros de Melide y Arzúa, por donde transita el camino de Santiago, puede confirmarse el sentir general de los peregrinos tradicionales, por llamarles de algún modo. Laura Carregal trabaja en el albergue Ultreia, de Arzúa, y menciona comentarios de sus huéspedes equiparando al Camino desde Sarria «ao Rocío», por el alboroto que se monta por los senderos debido a la música y a las voces que pegan los jóvenes católicos. Señala, del mismo modo, que no tiene constancia de ningún acto incívico ni en el albergue donde trabaja ni en sus alrededores.
Antonio Pérez Morata, gerente del albergue O Apalpador en Melide, afirma al hilo de lo que expone su colega que sería positivo para todos los interesados en el Camino (económica, religiosa y espiritualmente) que empezasen a controlar este tipo de comportamientos. «Creo que se trata de faltas de respeto a lo que representa la ruta jacobea, que no ha de confundirse con un destino de fiesta, sino de recogimiento y hasta de disciplina viajera».
La vertiente económica también tiene su importancia: «Me parece que se están equivocando, además, porque estos grupos tan grandes dejan menos dinero que los caminantes individuales o en pareja, incluso que los grupos pequeños. Y no solo eso, pues hospedar a tantos que vienen juntos colapsa el albergue de modo que me quedo sin camas para los peregrinos tradicionales, algo que tampoco es justo». Remata el argumento Laura Carregal, desde Arzúa, cuando dice que para cenar, por ejemplo, estos peregrinos guiados se van al supermercado a por comida o se la bajan directamente del autobús que los acompaña por carreta, privándolos tanto a ella como a sus «colegas de Santiago deses ingresos que poden deixar coa cea ou o almorzo».
Existen también peregrinos experimentados que van en grupo. Una de ellas es la italiana Laura Cesarini, de la asociación Badizo Trekking, que organiza desde su sede en Nápoles expediciones a Santiago de Compostela para personas que viajan solas. También organizan, en colaboración con otras instituciones, el Camino para personas con movilidad reducida. Ella tiene una palabra para la gente que va a Compostela pero que no hace el Camino: «Los llamamos “turigrinos”».
«Cada vez hay más de estos, que hacen el Camino de Santiago sin saber lo que representa y molestando durante las etapas, gente que simplemente lo recorre como una fiesta, ya no como una manera de disfrutar de la naturaleza y no digamos de conectar con uno mismo o con el paisaje gallego». Ella, que se prepara para partir de nuevo a finales de esta misma semana con otro grupo, tiene esperanza en que la situación pueda revertirse: «Todavía es posible encontrar ese carácter del Camino que a mí y a mis compañeros nos ha enamorado desde la primera etapa», explica.
El hartazgo del peregrino que también es compostelano
No hace falta tomar testimonio a caminantes que casi podrían llevar la matrícula de histórico. Fran es un muchacho, residente en Santiago, que pasa cada día hacia el trabajo por el Obradoiro y que en octubre del 2020 se aventuró desde O Cebreiro hasta Compostela junto a su novia. Apunta que en aquellos días, todavía pandémicos, vivió lo que podría haber sido «un dos últimos camiños coma os de antes» que se han podido hacer en tiempos modernos.
Las pistas de la variante francesa estaban casi vacías, presentes sobre ellas tan solo algunos peregrinos de raza, de esos que terminan un Camino y comienzan otro. A Fran le tocó dormir junto a barbudos que escondían la botella bajo la sábana y que se ponían a contar historias de miedo en cuanto la luz de la luna entraba por las ventanas de la habitación compartida del albergue. «Foi unha experiencia fantástica, mesmo para unha persoa coma min, que malia non ser de Santiago case pasa xa por picheleira», relata.
Es por ello, teniendo en cuenta el Camino que él tuvo la posibilidad de hacer, que le sorprende mucho toda la parafernalia con la que entran los caminantes a día de hoy, «algo que sinceramente non soporto». Cabría esperarlo de los años Xacobeos, de ambos, pero ver que la constante se mantiene en este 2023 es hasta chocante para él, «pois dá a sensación de que non vai rematar nunca».
Los datos evidencian las palabras
La Oficina de Acogida al Peregrino ofrece cifras actualizadas a diario para poder ver en la estadística todos estos problemas que enumeran quienes están sobre el terreno. La tasa de españoles que inician su marcha desde Sarria oscila sobre el 60 % (con variaciones centesimales cada día) en lo que va del año 2023, mientras que en el 2011, el último posterior a un Xacobeo como también lo es el presente, los que partían desde la localidad lucense representaban el 29,5 %.
Conviene recordar que Sarria es el punto más cercano al Obradoiro desde el cual se entrega la compostela al que llega a Santiago. Justo por ello todas las excursiones comienzan desde allí y se está convirtiendo en punto de finalización para aquellos peregrinos que todavía quieren vivir una experiencia como la de antaño. Bien es verdad que, en el mundo de las vacaciones pagadas donde cada día de libranza cuenta, irse a Roncesvalles para comenzar el Camino es inviable para muchos.
El único de los porcentajes que sube es el de Sarria, manteniéndose el de San Juan de Pie de Puerto (considerado el inicio del Camino Francés y ubicado en el sur del país galo) y bajando otros como León, O Cebreiro, Ponferrada o incluso Roncesvalles, característico inicio de la caminata ya dentro de las fronteras españolas. En estos momentos, las cifras porcentuales están muy similares a las del 2021 y 2022, años santos.