¿Otro mexicano en Santiago? Sí, otro mexicano

Juan María Capeáns Garrido
juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

El Cártel de Mawey abre local tras arrancar hace seis meses a domicilio

29 may 2021 . Actualizado a las 21:11 h.

 Santiago va a salir de la pandemia con picante a rabiar en su oferta de restauración. En noviembre se estrenó en San Roque el Pico de Galo, un mexicano que supone la primera experiencia como empresario en solitario de Aitor Domínguez; en cuestión de días se inaugurará La Chida, en la esquina de la avenida de A Coruña y Rosalía de Castro, el nuevo proyecto de Miguel Álvarez y Santiago Salgueiro, emprendedores con recorrido a través de La Pepita Burger; y, entre uno y otro, ya ha abierto sus puertas El Cártel de Mawey (República Arxentina, 8), que se presenta como Burrito Bar y que tiene una curiosa historia de implantación, propia de estos tiempos.

Detrás de este local, que ocupó con éxito durante muchos años el italiano La Trattoria, están el empresario compostelano Alejandro Martínez, director del Grupo Gescaho, que en los últimos años se ha convertido en el mayor inversor en hotelería en la ciudad, con seis establecimientos abiertos, tres de ellos reconocibles por la marca Lux; y, en la parte gastronómica, Fernando Carrasco y Julián Barros, que ya cuentan con varios locales en Madrid y uno más en Vigo, donde están triunfando con sus burritos de autor. A pesar de sus planes de expansión y de que estén utilizando la marca en distintos emplazamientos «no somos una franquicia», comentan como un resorte Alejandro y Julián, el chef fundador que está estos días en Santiago poniendo a rodar la cocina y que tiene previsto acudir regularmente para atender en persona los locales. Lo inusual de la iniciativa, que a eso íbamos, es que miles de compostelanos llevan meses probando la carta de El Cártel de Mawey, porque a finales del año pasado arrancaron con el reparto a domicilio, utilizando para trabajar las cocinas del Hotel Ciudad de Compostela, propiedad del grupo liderado por Alejandro y que estaban inutilizadas por el parón provocado por la crisis sanitaria.

Los socios se conocieron hace dos años y tenían muchas ganas de lanzar un local en la capital gallega para tratar de captar a la clientela local y turística y con el objetivo de atraer a un público joven que está cambiando su manera de consumir ocio, volcando más su tiempo y dinero en la restauración y menos en la oferta nocturna, en franco declive desde hace años y ahora con una grave estocada de consecuencias impredecibles.

El bajo -al lado del Blaster, para los noctámbulos- puede acoger a medio centenar de comensales y este fin de semana completará su plantilla, de salida con seis trabajadores. Y seguirán, por supuesto, con el envío a domicilio, que ha funcionado muy bien en unos meses «muy duros» para todos.

La carta arrancará con sus clásicos, pero será muy flexible, como demostraron en sus inicios en Compostela lanzando un burrito gallego con lacón, oreja, queso de Arzúa, pimientos de Padrón y salsa de pimentón ahumado. Y también servirán cócteles mexicanos, micheladas y mezcales. Venga otro chupito.