Pensamiento crítico
A la creatividad y la consecuente inteligencia colectiva -capaz de captar todas las fortalezas de los trabajadores- se suma también el pensamiento crítico, el autoconocimiento y la flexibilidad y resiliencia. Y las habilidades sociales. Interaccionar, ya sea con los miembros de la misma empresa como con los clientes, es otra de las capacidades clave para un nuevo mercado laboral que, todo sea dicho, está aún por descubrir. No en vano, son varios los estudios que insisten en que más del 85 % de los futuros puestos de trabajo que se implementarán con la cuarta revolución industrial aún no han sido inventados. Las competencias para tener éxito en ese territorio inexplorado, sin embargo, llevan siglos acompañando a los humanos.
T. Montero
Alfons Cornellà, especialista en innovación y fundador de Infonomía, cita el estudio de McKinsey al inicio de la conversación para ilustrar que si cualquier trabajo humano se divide en 20 o 30 actividades, la mitad pueden ser realizadas por máquinas. Así que prácticamente todo el mundo se enfrentará a que una parte de su trabajo será automatizado. Pero solo unos pocos trabajos serán completamente automatizados. Un 5 %.
-¿Cuál es la capacidad clave que hay que desarrollar?
-La capacidad de trabajar con máquinas. No se trata de que la máquina te sustituya, sino de que aumentes tus capacidades con el uso de una máquina. La principal competencia que habrá que desarrollar es la capacidad de usar máquinas para aumentar el valor que damos al conjunto de la sociedad. Para mí, el cambio importante es este.
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T. Montero
Los ambientes de trabajo están comprimidos y las cosas se amplifican. Por eso es necesario la presencia de profesionales que sepan canalizar de manera positiva el flujo emocional. Lo explica Julio González Morandeira, vocal del grupo de Psicoloxía do Traballo del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, que trabaja en un equipo nacional que estudia precisamente eso, la gestión emocional en las empresas.
-Hasta hace poco lo deseable era que los sentimientos se quedasen en la puerta del trabajo.
-Efectivamente, esto era así porque se partía de un concepto que se llamaba disociación instrumental. Pretendía preservar dos cosas. Una, el cumplimiento de las funciones estandarizadas que se esperaban de un determinado puesto, y dos, ser una especie de defensa del trabajador para no verse implicado emocionalmente.
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