Vox confía en sus posibilidades en la comunidad al entender que el electorado tiene un perfil conservador. El reparto del voto en las elecciones autonómicas, sin embargo, se mantiene equilibrado desde 1997

Manuel Varela
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La Xunta apenas ha conocido otro color diferente al azul desde las primeras elecciones autonómicas en 1981. El dato no se le escapó a Vox y, aprovechando su desembarco en Galicia tras la inesperada irrupción en Andalucía, reflexionó que tendrá éxito en la comunidad por compartir eje ideológico. «Galicia es de derechas y por eso tenemos sitio en esta región, que es la más sensata de todas», sentenció el lunes José Luis González, portavoz en Ourense del partido.

Es cierto que el Partido Popular, autodefinido en el tablero político como de centroderecha, encadena ya tres mayorías absolutas consecutivas tras recuperar la presidencia en el 2009. El margen en número de votos sobre la oposición es, sin embargo, muy reducido. Hace dos años, en las elecciones del 25 de septiembre, los populares superaron en 32.800 votos a los tres partidos de la oposición. La diferencia fue aún más estrecha en los anteriores comicios, al quedarse a unas 16.800 papeletas, tantas como las que obtuvo el partido de Mario Conde. En las dos citas previas con las urnas, los gallegos apostaron por las fuerzas de izquierda, con PSOE y BNG sumando 110.000 votos más que el PP de Fraga en el 2005.

Made with Flourish

«Que Vox diga que tendrán sitio en Galicia por ser de derechas es demostrar no saber mucho de la política gallega. Es una lógica de barra de bar», afirma el sociólogo Francisco Haz. El experto subraya la hegemonía de los populares en la comunidad, con una «enorme implantación» en el tejido social. «Vox es un partido nacionalista español que en Galicia no tiene enganche», añade, recordando que tanto la UDC como Alianza Popular, en los años ochenta, «diseñaron un partido galeguista e integrado en la cultura gallega».

La formación ultraderechista quiso zanjar las críticas a su voluntad de entrar en las instituciones autonómicas argumentando que lo hacían para «eliminarlas desde dentro». Este principio fundamental en el ideario del partido choca con la postura de los gallegos sobre el sistema autonómico, con un 50 % de personas a favor de mantenerlo, según el CIS de noviembre. En el mismo barómetro, batiendo de nuevo contra el nacionalismo español abanderado por Vox, siete de cada diez gallegos dicen sentirse tan gallegos como españoles y un 13 % aseguran verse más gallegos. «Pode haber votantes do Partido Popular que apoien a Vox? Seguro, pero xa están refuxiados no seu partido», responde Álvaro López Mira, politólogo de la Universidade de Vigo.

El binomio de boina y birrete en las filas del PP comenzó a romperse a partir de la era de Manuel Fraga, una evolución que ha cambiado el perfil de los conservadores en Galicia y que, según Haz, acabará por notarse a nivel electoral. Pese a la recuperación experimentada en el 2016, los populares han perdido 100.000 votos en las sucesivas elecciones autonómicas durante la última década y se mantienen por debajo de la barrera de las 700.000 papeletas desde el 2009. «Dentro de diez años, es posible que el PP tenga mucho más difícil conseguir las mayorías hegemónicas que ha disfrutado en el Parlamento, pero por una cuestión demográfica, no por desgaste político», apostilla el politólogo Enrique Varela Álvarez.

La división de la izquierda

La respuesta a si Galicia es o no de derechas tiene muchos matices, pero los datos demuestran que, pese a los éxitos electorales de los populares, el voto está repartido de forma equilibrada entre ambos bloques. Según Haz, la comunidad es «un país tradicional». «Sociológicamente, los gallegos son prudentes y buscan estabilidad. Hay una cultura poco dada a cambios bruscos», describe. López distingue en que «hai unha Galicia máis de esquerdas e outra Galicia máis de dereitas», pero que son «outro tipo de elementos os que fan gañar a unha metade ou a outra». La clave, según el politólogo, está en la fragmentación de la izquierda.

«A división no centro esquerda facilita, xunto ao actual sistema electoral, que a dereita sexa dominante», indica. El bloque de izquierdas se vio aún más difuminado en el 2012 con la aparición de Alternativa Galega de Esquerdas, capaz de alcanzar los 200.000 votos en su única concurrencia electoral. El principal perjudicado aquí fueron PSOE y BNG, que se dejaron más de 300.000 apoyos en solo tres años. 

Made with Flourish

Aunque con unas peculiaridades muy diferentes a las que rodean unos comicios autonómicos, las últimas elecciones municipales dejaron un bloque de izquierda con más apoyos que el conservador. La suma de socialistas y nacionalistas, sin contar a las diversas mareas de A Coruña, Santiago o Ferrol, superó en unos 60.000 votos a los populares, que solo fueron capaces de mantener el bastón de mando de Ourense entre las siete grandes ciudades.