La ultraderecha tiene escaso recorrido en Galicia, donde la inmigración no se percibe como un problema y el nacionalismo español es prácticamente nulo

Manuel Varela
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Cuarenta años de monopolio socialista en la Junta de Andalucía estallaron con un resultado que dio entrada a la ultraderecha. España deja de ser uno de los pocos países europeos donde la extrema derecha o euroescéptica seguía lejos de los parlamentos. El hartazgo a las instituciones, la abstención y el nacionalismo permitieron a Vox alcanzar los doce diputados, multiplicando su número de votos hasta rozar los 400.000. Santiago Abascal aprovecha el foco para propagar su discurso: expulsión de los inmigrantes ilegales, construcción de un muro fronterizo, abolición de la ley de violencia de género y supresión de las autonomías, a las que en su partido tildan de «chiringuitos». Poco le importa hoy haber percibido salarios que superaron los de la presidenta de la Comunidad de Madrid entre 2011 y 2013, cuando dirigía la Agencia de Protección de Datos de la región, según publicó Maldita.es a partir de una solicitud de información.

Es una incógnita determinar si la vehemencia de Abascal contagiará o no al resto del país. «El único pronóstico que hoy puede hacerse sobre escenarios políticos es que es imposible trazar cualquier pronóstico», reconoce a La Voz el analista Xavier Casals, especializado en el fenómeno de la ultraderecha. La primera prueba para conocer su alcance en Galicia llegará en mayo del próximo año, cuando se celebrarán las elecciones locales, europeas y, en buena parte del resto del estado, también autonómicas. Un superdomingo que podría favorecer a opciones como Vox, ya que las europeas se organizan bajo una única circunscripción.

El CIS preguntó en su barómetro de octubre a quién votarían los encuestados en caso de celebrarse unas elecciones generales. Si se analizan las respuestas de forma individualizada, sin la cocina posterior que realiza el instituto sociológico, los gallegos descartan votar a la ultraderecha. Entre las 196 personas que participaron en el sondeo, solo una admitió que votaría a la lista de Santiago Abascal. El 25,51 % apostarían por el PSOE, superando en más de cinco puntos al Partido Popular. Ciudadanos se queda en el 12,2 % y En Marea en el 5,1 %. El CIS no incluyó la opción del BNG en su barómetro.

El éxito de Vox en Andalucía ha bebido de un nacionalismo español omnipresente en cada acto y discurso. No había banderas de la región en la sede del partido al final de la jornada electoral, sino rojigualdas. Retomando los datos del barómetro, más de un 8 % de los andaluces reconocen sentirse «únicamente españoles». En el caso de Galicia, solo lo hacen un 2,5 % de los encuestados. Son más los que se ven «únicamente gallegos» (un 3,6 %). La opción mayoritaria es la de ser tan gallegos como españoles, con casi ocho de cada diez respondiendo así. El ultranacionalismo español es marginal en Galicia, sin representación política en las últimas elecciones autonómicas del 2016.

«No nos gustan los Parlamentos autonómicos, pero acudimos a ellos para cambiarlos desde dentro», reconoce Abascal en la entrevista publicada este miércoles en La Voz. El discurso de Vox es el más radical sobre el sistema territorial en España, si bien no es el único que lo condena. Ciudadanos ha ido modelando su visión en función de los vientos de la agenda política, pero Albert Rivera siempre estuvo a favor de una reestructuración de la organización del territorio, centralizando y devolviendo competencias al Estado. Es aquí donde las respuestas de los gallegos en el barómetro del CIS más se acerca a una parte de los programas de ambos partidos, con un 20 % defendiendo un gobierno central sin autonomías. Cabe recordar, sin embargo, que Ciudadanos no llegó a los 50.000 votos en Galicia abanderando esta reforma hace dos años. Otro 10 % pide reducir la independencia de la Xunta, si bien la mitad de los encuestados prefieren mantener el actual sistema.

El paradigma del voto a la ultraderecha en las elecciones andaluzas es El Ejido, donde la mayoría de sus 17.000 residentes africanos trabajan en el mar de plástico que cubre la agricultura intensiva de Almería. Vox rozó allí el 30 % de los votos. La inmigración fue presentada por el partido de Abascal como una amenaza, calificándola de «invasión» y emergiendo ellos a caballo para la reconquista. El mensaje caló entre parte del electorado, pero difícilmente podría hacerlo en Galicia. El concello con mayor porcentaje de inmigrantes es Carballeda de Valdeorras, con un 18,79 %, la mayoría de ellos procedentes de Portugal atraídos por la industria de la pizarra y perfectamente integrados en la sociedad. La gran ciudad gallega con el porcentaje más alto es Ourense, con un 4,35 %.

La llegada de inmigrantes no se percibe como un problema en Galicia; ni siquiera entra entre las quince principales preocupaciones. Solo uno de los casi 200 encuestados respondió que sí lo era. El desempleo, como en el resto del país, sigue siendo la mayor inquietud de los gallegos.  

En contra de la aparición de Vox en Galicia está también su nula implantación territorial. Por el momento solo se plantea presentar candidatura en Ferrol en las elecciones locales del próximo año.

Feijoo: «Un fenómeno como Vox non ten cabida en Galicia»

Tras el Consello de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo se ha referido a la irrupción de Vox en el Parlamento de Andalucía tras las elecciones del pasado domingo. Ha considerado que «Vox é un produto da situación política catalana e da moción de censura».

«Nós en Galicia somos un partido constitucionalista, que defendemos a unidade de España e a autonomía galega, e non gobernamos con populismos nin nacionalismos como as mareas de Podemos; por iso un fenómeno como Vox non ten cabida en Galicia; non ten caladeiro de votos», ha señalado el presidente de la Xunta sobre una hipotética irrupción en Galicia. 

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