También se han negado a aplicar controles aduaneros a ciertos productos —especialmente cárnicos— que llegan a Irlanda del Norte. La UE le recordó ayer que recurrirá a los Tribunales si vuelven a acordar una nueva prórroga que ponga en peligro el mercado único.
Arma arancelaria
El presidente estadounidense, Joe Biden, no desaprovechó la ocasión de buscar aliados para coordinar acciones contra su gran rival comercial: China. Apuesta por un mayor multilateralismo, a diferencia de su predecesor, Donald Trump, pero no pierde de vista el objetivo de sus políticas comerciales: proteger a las empresas estadounidenses de la competencia desleal asiático y del hambre confiscatoria de la UE, que a pesar de las buenas palabras y las sonrisas, insiste en mantener una tasa digital que Washington percibe como una amenaza para sus compañías.
En eso coinciden Biden y Trump. El nuevo inquilino de la Casa Blanca desactivó a principios de este mes una nueva ronda de aranceles que amenazaban directamente a España como represalia por haber introducido la tasa Google. Estados Unidos ha dado seis meses a los países europeos para llegar a un acuerdo en el marco de la OCDE lo suficientemente ambicioso como para que todos retiren sus respectivas tasas y destierren la idea de crear una tasa digital europea (común). ¿Qué puede ocurrir si Von der Leyen sigue adelante con sus planes? Biden se guarda la baza de los aranceles. Está dispuesto a utilizarlos como arma si la UE no baja las espadas contra sus gigantes tecnológicos.
El próximo lunes y martes, Biden y sus homólogos europeos se reunirán en Bruselas para abordar estas «fricciones». Sobre la mesa no solo está la batalla por la tasa digital, también la lejana promesa incumplida de las potencias europeas de contribuir más a la OTAN. «Estamos en contacto muy estrecho con las partes interesadas relevantes. Esto será ciertamente también un tema que debatiremos en nuestra cumbre entre la UE y Estados Unidos», dijo la alemana, antes de recordar que la UE apoya la propuesta global que hay sobre la mesa. Una propuesta que, a tenor de lo expresado por algunas capitales, no convence a todos los países.