A Coruña y las sociedades recreativas: los años del «ver y dejarse ver»

L. V. G.

VIVIR A CORUÑA

ANGEL MANSO

El Casino sentó las bases de unos clubes que se multiplicaron en la primera mitad del siglo XX. Resisten, pero no todos a pleno rendimiento

21 feb 2023 . Actualizado a las 18:39 h.

El pasado sábado, el anticiclón dejó en A Coruña un tiempo primaveral. Un sol radiante y unas temperaturas que invitaban a chutarse vitamina D. Muchos ciudadanos salieron a la caza de una terraza donde disfrutar del cielo azul, mientras otros aprovecharon sus respectivos carnés de socios para anclarse en las tumbonas de las sociedades recreativas. El «moreno Solana» es un sello de identidad de algunos herculinos. Ese color chamizo en enero o febrero solo lo consiguen los que no fallan un día a su caminata por el paseo Marítimo o quienes tienen tiempo, y pase, para echarse una siesta en este club deportivo. O también en el Club del Mar de San Amaro, esa sociedad de estética retro que no deja indiferente a ningún turista.

Para ser una ciudad de tamaño medio, A Coruña dispone de un buen puñado de asociaciones de ocio que viven de las rentas de una tradición que comenzó con el Círculo de Artesanos y, más concretamente, con el nacimiento del Sporting Club Casino

Roberto Parga aprovechaba el 175 aniversario del Círculo de Artesanos para reivindicar que esta sociedad «sigue siendo un altavoz para la gente». El actual presidente defiende que aunque esta entidad no está tan presente en el imaginario colectivo de los gallegos, no hay que olvidar que fue uno de los mayores exponentes del galleguismo, por el que pasaron personalidades como Emilia Pardo Bazán. Por primera vez en la ciudad, con la creación de esta organización se concentraba un sector de la sociedad coruñesa para lo que ahora se llamaría hacer networking. O simplemente para matar el aburrimiento. Eran comerciantes, en su mayoría burgueses que empezaban a abrir negocios. Por eso su primera sede estuvo en la calle San Andrés, entonces en plena ebullición.

Tuvo que pasar casi medio siglo, pero la semilla ya estaba plantada. El siglo XIX asistió al nacimiento de los clubes de caballeros británicos, término que en España sería sustituido por casino. En 1890 aparecía en A Coruña el Sporting Club Casino para emular a esos clubes de moda que empezaban ya a peinar Europa y que tenía en el Casino de Madrid uno de sus mayores referentes. En su origen, unos sesenta pudientes coruñeses se juntaron para tener una sede donde reunirse y un espacio de recreo, pero además desde esta organización se fomentaban diversas actividades culturales y deportivas. Desde que nació no ha cambiado su ubicación, en la —a veces más, a veces menos— potente calle Real, aunque el Club cuenta también con un espacio en A Zapateira, pensado para la práctica de diferentes deportes. El Club tiene hoy en día con unos 12.000 socios (entre titulares y familiares).

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Ya en el siglo XX aparecieron el Real Club Náutico y el Club del Mar. Este tipo de sociedades se fueron especializando gracias al interés de diferentes coruñeses en tener un punto de unión físico con otros vecinos que tuvieran las mismas inquietudes. El Club Náutico nació en 1927 con la intención de promover todo tipo de deportes náuticos pero, concretamente, el remo y la vela. Su primer edificio social fue obra del arquitecto Antonio Tenreiro, más conocido por estar detrás del edificio del difunto Banco Pastor, en los Cantones. Se ceñía a los cánones austeros y elegantes del racionalismo.

 Conforme fue ganando socios y notoriedad, hubo que hacer una ampliación en las instalaciones, y así fue como en 1948 el arquitecto Jacobo Rodríguez-Losada Trulock se encarga de la remodelación. Entre los beneficios de ser socio de esta entidad, desde el club destacan tanto el fomento de la vela como el disfrute de los salones privados, el servicio de restauración o el gimnasio de su sede social, pero también indican que el club dispone de la Marina Real, que cuenta con 353 amarres. Este club trascendió hace unos años cuando estuvo en el foco mediático por ser uno de los lugares donde Marta Ortega celebró su boda con Carlos Torretta.

Carlos Torretta y Marta Ortega, a su llegada al Naútico de A Coruña
Carlos Torretta y Marta Ortega, a su llegada al Naútico de A Coruña Marcos Míguez

El Club del Mar de San Amaro, también con unas instalaciones privilegiadas por estar prácticamente inmersas en el Atlántico, surge gracias a un grupo de asiduos a la playa que, en la actualidad, tiene al lado. Si algunos de estos clubes a muchos les huelen a naftalina, el Club del Mar mantiene entre sus principios un marcado carácter progresista. Casi treinta años después de su fundación, en los sesenta aparece su ya mítica piscina y un pabellón polideportivo, lo que atrae, y por ende multiplica, el número de socios. En la actualidad, sin embargo, esta organización no pasa por su mejor momento y el pasado año las informaciones apuntaban a un posible cierre de la piscina, uno de sus principales baluartes. Además, este mismo mes se denunciaba el despido de cinco trabajadores «sin causa justificada».

ANGEL MANSO

Y de clubes con vistas al mar va la cosa. Porque en los años cuarenta llega una de las asociaciones clásicas de la ciudad: La Solana. No exenta de polémicas por las manos a las que pertenece el terreno, esta sociedad recreativa nace gracias a que un nadador local obtiene permisos para construir la primera piscina de Galicia, que se completó con una sala de fiestas y un hotel. Este pertenece hoy a la cadena NH y tiene 5 estrellas, siendo el único de esta categoría en A Coruña. Y el ahora Club Metropolitan La Solana se ha especializado en bienestar y tiene entre sus reclamos un gimnasio perfectamente acondicionado y una zona de spa. Sin embargo, voces disidentes mantienen que el principal atractivo de este centro es la piscina, y el pasado año fueron numerosos los usuarios que lamentaban su «falta de mantenimiento».

Una oferta deportiva bastante amplia seguía sin dar respuesta a algunas demandas. De este modo, en torno a los años sesenta aparecieron la Hípica, el Club de Tenis y el Club de Golf. En el primer caso, además de poder disfrutar del ocio en sus instalaciones, hay actividades interesantes como la hipoterapia, que se realiza con el apoyo de Aspace Coruña, una asociación de padres de personas con parálisis cerebral. El Club de Tenis y el Club de Golf viven en parte de los torneos y el entretenimiento que se origina vinculado a ellos. Ahí están sus fiestas de verano e innumerables actividades de ocio, que van surgiendo a lo largo del año.