Los vendedores ambulantes tampoco se han quedado a salvo de la crisis. Las cuatro mil familias de la provincia de Pontevedra que viven de lo que venden en los mercadillos han visto reducidas sus ganancias a la mitad, según confirma Sinaí Giménez, presidente de la Asociación del Pueblo Gitano. Es uno de los organizadores y cuenta también con un puesto de venta desde hace muchos años.
De las veinte ferias de este tipo que se celebran en distintos lugares de la provincia pontevedresa, dos tienen plaza en Vigo. Los miércoles la cita es Coia, mientras que los domingos tiene lugar en Bouzas.
El 80% de los puestos están en manos de gente de etnia gitana, el 10% corresponde a inmigrantes (sobre todo de Senegal y de Marruecos) y el otro 10% restante, a los payos.
Lo curioso es que con la crisis, explica Sinaí, la afluencia de público está siendo mayor, pero el margen de ganancias se ha reducido al 50% porque mucha gente se retrae a la hora de comprar y sobre todo por el hecho de que reducen considerablemente los precios. «Lo que antes costaba dos euros ahora lo dejamos por uno porque también hay mucha competencia con los productos que llegan de países asiáticos y a nosotros nos restan consumidores», argumenta.
Los artículos que ponen a la venta son los típicos de cualquier mercadillo, sobre todo ropa, tanto de hombre como de mujer, calzado (todo tipo de zapatillas), alfombras, telas, bolsos... Suelen aprovisionarse con los restos que liquidan algunos comercios antes de echar el cierre. «Cuando cierra una tienda de pinturas, pintalabios, o de prendas textiles, nosotros aprovechamos esas ofertas y las compramos, para después venderlas en los mercadillos», dice Sinaí.
Limitaciones
Ante esta situación de crisis, algunos han optado por abandonar su puesto y buscar otro tipo de trabajo, dedicándose incluso a la chatarra o a limpiar cristales. «Con dos ferias que hay casi exclusivamente en Vigo durante la semana es muy complicado que pueda vivir de ellas una familia, máxime si tienen varios hijos, como sucede en la mayoría de los casos», lamenta el presidente de la Asociación del Pueblo Gitano. «Y todavía es peor cuando hay que añadirle una hipoteca porque así es imposible llegar a final de mes», añade.
De los mercadillos de la provincia, los que mejor están funcionando son los de Barro y Moaña, teniendo en cuenta el número de clientes.
Por lo que respecta a los de Coia y Bouzas, se suelen poner 150 puestos. Este último pasó de la alameda a la explanada del Liceo Marítimo. La afluencia de público suele ser de unas cinco mil personas durante las mañanas de los domingos.