Marian Rojas Estapé: «Los abrazos a partir de ocho segundos alivian el dolor»

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«El 90 % de las cosas que nos preocupan jamás suceden», afirma la experta, que nos ha descubierto a las personas vitamina. «Son aquellas que son capaces de sacarnos de lo malo en cuestión de segundos, las que no nos juzgan», apunta

03 feb 2023 . Actualizado a las 10:56 h.

Los libros de Marian Rojas son toda una referencia para una sociedad que busca cómo sentirse mejor y curar el estrés. Cómo hacer que te pasen cosas buenas y Encuentra a tu persona vitamina son un éxito de ventas que han colocado a esta psiquiatra en el top de las más grandes divulgadoras de su especialidad. Sus vídeos en las redes son un pozo de sabiduría para quienes desean encontrar la paz en la ansiedad brutal del día a día, porque Marian lo primero que recomienda es hacer introspección para descubrir qué es aquello que nos descoloca. «Comprender es aliviar», afirma. «Y si nos conocemos, nos comprendemos y nos ayudamos», concluye.

—¿No gestionar bien las emociones nos pone enfermos?

—El ser humano funciona como un todo. Nuestra mente y nuestro cuerpo no distinguen las amenazas reales de las imaginarias. Nuestro cuerpo se activa igual ante una amenaza física real (un accidente, un hijo enfermo, un problema económico..) que ante algo imaginario: ‘¿Y si me pasa esto?’. Esta forma de pensar nos machaca. Y eso me llevó a un concepto que he repetido mucho: el 90?% de las cosas que nos preocupan jamás suceden, pero tienen un impacto en nuestra salud. Cómo nos hablamos, qué nos decimos, cómo nos lo decimos... Todo eso impacta en nuestra salud.

 —¿Qué es la gestión de emociones?

—Yo suelo decir que la felicidad, ese bienestar interior, consiste en saber disfrutar de lo bueno que nos pasa y aprender a gestionar lo malo. Para mí es el quid de la vida, del equilibrio que necesitamos tener. Que te llegue algo bueno y seas capaz de disfrutarlo y que te llegue algo malo y seas capaz de gestionarlo.

—¿Qué sucede cuando no sabemos hacerlo?

—Cuando no somos capaces de interpretar la vida de forma sana, porque tenemos traumas, heridas…, o porque estamos enfermos o las circunstancias externas no son las favorables, cuando esto sucede vivimos desestabilizados constantemente. Y en ese estado de intoxicación de cortisol lo que buscamos es una vía de escape: ahora son las redes sociales, o las drogas, el alcohol. Cosas de gratificación instantánea que alivian un momento malo, pero no nos reestructuran.

  —Hablas de las personas vitamina. ¿Cómo se reconocen?

—Las personas vitamina son aquellas que son capaces de sacarnos de un momento malo en cuestión de segundos, que nos transmiten paz cuando estamos en guerra, las que nos cuidan, nos ayudan a sentirnos bien. Las personas que te apoyan y te alivian. Que buscan comprenderte sin juzgarte. Saben agradecer y te lo transmiten. Y tienen sentido del humor. Es gente buena que busca hacerte la vida agradable y prioriza el estar cerca de ti.

—¿Hay personas que nos curan?

—Bueno, hay personas que nos reconfortan, que nos alivian, que nos sacan de los momentos malos. Lo primero que tenemos que saber es que en un estado de estrés mantenido, si hay un abrazo, una mirada compasiva o que te cojan de la mano, todo eso tiene un impacto brutal en el organismo. Es decir, se genera oxitocina, se activa el nervio vago, que conecta nuestro cerebro con el aparato digestivo y tiene una capacidad enorme de aliviarnos. Incluso hay estudios que dicen que la actitud del médico alivia el dolor del paciente. Si es con empatía, cómo te mira el médico, cómo te agarra de la mano, eso ayuda a quitarte sufrimiento.

—Por el contrario, decimos: «Este me pone enfermo».

—Efectivamente, hay personas que su imagen, su recuerdo o un mensaje suyo nos activan la alerta. Son las mal llamadas personas tóxicas. Yo no considero que haya personas tóxicas, sino personas que nos intoxican de cortisol. Personas que son capaces de alterarnos en cuestión de segundos porque tocan una herida. Porque en un momento dado nos hicieron daño, nos fallaron, se hacen las víctimas, dependen de nosotros, nos juzgan, nos tratan mal. Hay que entender cómo eso nos llega. Qué emoción nos produce y por qué nos sentimos así. Comprender es aliviar. Cuando uno se siente comprendido se siente aliviado. A veces nos obsesionamos con sanar a esas personas llamadas tóxicas, y lo que tenemos que hacer es sanar lo que ha intoxicado esa relación. Es decir, la conexión con ellas: por qué somos dependientes, por qué necesitamos su aprobación, por qué nos abrimos en canal con estas personas, y entenderlo.

 —La mayor parte de las cosas que nos preocupan no suceden. Entonces, ¿por qué nos agobiamos tanto?

—Son varias cosas. El cerebro cuando está en modo miedo, en modo estrés, actúa en modo supervivencia. No razona, no piensa, no hace introspección, no empatiza, sino que busca una vía rápida. Busca una solución o una emoción rápida que le alivie el sufrimiento. Pienso ahora en las redes sociales, la gente estresada coge el móvil para aliviar su sufrimiento, y esto al final tiene un impacto. En redes actuamos en ese modo supervivencia, no pensamos, no interiorizamos… Nuestro cerebro cuando está estresado tiene la característica de que lo que nos preocupa lo siente. La clave es entender qué nos sube el cortisol, cuáles son nuestros factores de estrés: ¿es una persona, son las circunstancias, es una herida, es mi personalidad la que me hace sufrir? Entender qué me pone en este estado de alerta.

—¿Cómo puedo generarle a alguien esa famosa oxitocina?

—Con un abrazo. El doctor Paul Zak dice que los abrazos a partir de ocho segundos alivian el dolor y nos reconfortan. Estar con alguien, mirarle a los ojos en la vida real (no en la virtual) y no juzgarlo. Una escucha atenta de verdad. A veces cogiéndole de la mano, si las circunstancias lo permiten. Hacer planes, hacer que la otra persona se ría, todo eso ayuda. Las mascotas también y, por supuesto, conectar con la naturaleza. Además, los masajes ayudan a liberar oxitocina.

—¿Es más peligrosa nuestra voz interior que las cosas que realmente nos suceden?

—Yo llevo muchos años trabajando esa voz interior y la he investigado de muchas maneras. Porque yo me preguntaba: ‘¿Por qué esta voz interior es tan machacona?’ Nosotros estamos el 50 % en modo ensoñación, dejamos a nuestra mente divagar. Cuando pensamos que no hacemos nada o perdemos el tiempo hay una especie de voz, que es muy narcisista, que nos cuenta cosas de nuestra vida y esa voz, que yo llamo voz interior, se llama en realidad red neuronal por defecto. La gente que tiene esa voz interior negativa y muy presente tiene peor calidad de vida. Yo hablo de cómo hay que de dominarla e intento entender de dónde viene. La llamo la grabadora de la infancia, porque ahí se junta cómo te hablaban de pequeño, cómo se hablaban tus padres entre ellos, cómo te hablaban a ti, cómo hablaban de ti a otros, a tus abuelos, cómo hablaban de ti tus profesores... Y de pronto, cuando te haces mayor, esa grabadora deja de grabar, le das al play y empiezas a hablarte. En nuestra infancia han sucedido cosas con mucho impacto y eso influye en cómo nos hablamos después.

—¿Nos estamos educando en la recompensa inmediata?

—Sí, los grandes de las tecnologías se han dado cuenta de nuestra vulnerabilidad, de que nos gusta el like, de que nos gusta sentir, y de que queremos emociones rápidas. Esto es adictivo. Estamos reconfigurando el cerebro de la sociedad del siglo XXI, especialmente el de los jóvenes, que son mucho más vulnerables, porque su cerebro está en construcción en muchos aspectos. Esto tiene muchas consecuencias, porque no sabemos gestionar el aburrimiento y el estrés, nos ponemos en modo pantalla, porque no sabemos aburrirnos, que es de donde nace la creatividad. No sabemos gestionar el estrés y estamos generando una sociedad con una nula tolerancia a la frustración. Cuando las cosas no salen como queremos, eso nos hace sufrir.

—¿Los hombres son por naturaleza menos agobiados que las mujeres?

—Tenemos cerebros diferentes, sistemas hormonales diferentes. Sabemos que hay áreas cerebrales de distinto tamaño, que conectan distinto. El impacto de la oxitocina es mayor en las mujeres… El ciclo hormonal de la mujer tiene mucho impacto en el cerebro y en el organismo de las mujeres. Las mujeres tenemos más capacidad para la multitarea, alternamos nuestro foco de atención con mayor rapidez, tendemos a preocuparnos más, a sentir las cosas con mayor profundidad y todo eso tiene su impacto.

—Dices que en función de cómo somos, el estrés nos activa algo distinto.

—Sí, esto es lo que yo llamo el 11S, el esquema de personalidad. Comprender es aliviar, como te decía, y cuando uno sabe cómo es, se siente mucho mejor. Lo que sucede hoy en día es que muchas personas no saben por qué son como son. Todos ante el estrés nos modificamos. El sensible se convierte en vulnerable; el tímido se bloquea; el impulsivo es más agresivo; el obsesivo le da más vueltas a las cosas. Entender cómo somos y en qué nos convertimos cuando hay estrés y cómo lo llevamos a la mente y al cuerpo (se me hincha la tripa, me duele la espalda, se me duerme la mano, me tiembla el párpado, tengo migraña, ataques de pánico, insomnio…). Eso ayuda muchísimo. Y lo siguiente es saber cuáles son los factores de estrés, hay que hacer introspección: ‘¿Es mi jefe, mi suegro, mi pasado, el dinero, las enfermedades…?’.

—¿Vamos muy rápido y al cerebro le gusta ir despacio?

—Le estamos obligando a nuestro cerebro a ir muy rápido y nuestro cerebro, nuestro organismo, no está diseñado para vivir en modo alerta porque eso nos enferma. Vivir siempre en modo rapidez enferma al organismo. Tenemos que ir lento y aprender a recuperar el silencio como método terapéutico. El silencio y la paz mental son claves para sanarnos.

—¿Los ataques de pánico se solucionan enfrentándolos a pelo?

—Nooo, a veces hay un trauma. Si tienes un ataque de pánico cuando te subes al avión, no se soluciona subiéndote al avión. Se trata de entender primero qué pasó. Yo utilizo la técnica EMDR y procuro desactivar por qué sucedió. Los ataques de pánico suelen tener una causa, algo ha pasado. O hay una saturación de ansiedad y de repente tu organismo se rompe o porque algo pasó en un sitio: fuiste un día al metro y te atracaron… Hay que ir desensibilizando esa zona e ir poquito a poco atajándolo, pero no a pelo, porque puede causar más daño. Es necesario un pensamiento positivo; yo a veces a mis pacientes les grabo un audio para que cuando les suceda escuchen mi voz: ‘Ahora estás aquí, yo sé que esto te agobia…’ Y eso ayuda. Y en ocasiones hay que apoyarlo con medicación.